(104) VIVIR O MORIR

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—¡¿Qué le estás haciendo?!...— Yoongi gritó furioso luego de ver la foto.

—Ay por favor, relájate...— Jin-Young rió deleitado por la frustración que ha causado en su enemigo. —Ahora escúchame, volverás a saber de mí. Así que está pendiente al teléfono.

La llamada se cortó, Jin-Young retiró el chip del celular y lo lanzó a la basura, se giró contemplando el cuerpo de Jimin. Se acercó lo suficiente para pasar sus ásperas manos por sus piernas, recordó cada noche de pasión que sus manos apretaban cada parte de su cuerpo. Su piel se eriza y no puede evitar que se le forme una erección, sin una pizca de vergüenza saca su miembro comenzando a masturbarse, lo acerca a la cara de él pensando en venirse en su cara, pero se le ocurre algo mejor. Sube y le abre la boca, mete su pene y siente molestias por los dientes, ante el fastidio le aprieta la nariz a Jimin esperando que así reaccione por fin.

Él despierta e intenta quitárselo de encima, pero Jin-Young no cede, lo garra del pelo queriendo llevar el ritmo de las folladas. Jimin no puede hacer nada, está atado a la cama, solo cierra los ojos y ruega porque esto acabe pronto. Unos minutos más y el se viene en su boca, sonríe satisfecho y se hace un poco más atrás sin bajarse de él.

—Si lo escupes te golpeo...— Advirtió.

Jimin lo pensó, pensó en escupirle en la cara su asqueroso semen, pero debía pensar en su hijo ante cualquier cosa. Estaba atado y lo podían golpear en diferentes partes, no podría defenderse y eso lo asusta.

—Buen chico...— Dice cuando lo ve tragar. —Quiero hacerte sufrir, por lo que me has quitado, pero...— El viejo se inclinó besando el pecho de Jimin, pasa lascivamente su lengua por el pezón. —Eres tan malditamente adictivo.

Jimin Observa la habitación ignorando lo que dice, estaba en un sótano, al parecer Jin-Young quería hacerle lo mismo que él le hizo a sus hijas.

Jin-Young se quita de encima, pero queda aún en la cama a su lado. Lleva su mano izquierda metiéndola por debajo del bóxer, busca estimular su miembro, quiere que Jimin gima para él y le ruegue por más, algo que no conseguirá, porque Jimin muerde su labio conteniendo cualquier tipo de sonido.

—¿No lo harás para mí?..— El pone más presión y luego mete sus dedos dentro de él.

Su espalda se quiere curvar, mas no lo quiere permitir.

—Señor Park, lo buscan...— La voz de Taein le interrumpe. El frunce su ceño y sacó de mala gana sus dedos de él.

—Volveré para que continuemos.

Jin-Young se va cerrando la puerta con llave, no va a permitir que nadie toque lo que es suyo. Solo él tiene derecho a darle la última probada antes de que lo mate de la misma forma en que mató  a sus hijas.

El tiempo pasa, el día se va y llega la noche. El estómago de Jimin gruñe del hambre, mira la soga que atan sus manos y ya habían dejado marcas en sus muñecas, estaban muy apretadas y dolían. A como caía la noche la habitación se ponía aún más helada, él seguía en ropa interior. Su piel estaba erizada, necesitaba ropa, no estaba aguantando el terrible frío que hacía ahí adentro. Miraba a la puerta, había luz del otro lado, pero no se oía ni una sola voz o pasos.

Las horas seguían pasando y él tiritaba de frío, ya podía ver como a los días iba a estar demasiado agripado.

—Maldito viejo...— Miró a la puerta y escuchó un ruido. —¡Jin-Young! ¡Oye viejo!

Luego de unos minutos él entró con una taza de café humeante, encendió la luz y cerró la puerta. Observó la habitación y la ventanilla había quedado abierta, sonrío como si sintiera culpa y la cerró.

UNIDOS POR LA VENGANZA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora