Capítulo 18: Mitxe

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A pesar de estar a poco tiempo de llegar a Mitxe, los cuatro se fueron a dormir un poco. Estaban agotados. Para evitar accidentes y tener tiempo para hablar con los jóvenes, Kyman activó en el sistema del barco una alarma que sonaría en el momento que detectase que estaban a punto de llegar a Mitxe.

Todos se acostaron tranquilamente y durmieron hasta que la alarma sonó. Tanr se levantó de un salto del colchón en el suelo en el que dormía nada más oír la primera nota de la música de la alarma.

—VA, VA, VA, VA —gritó Tanr emocionado. Era su primera vez viviendo la entrada a un planeta. Era su primera vez viendo un planeta desde lejos. Era su primera vez aterrizando en un planeta. Bueno, aterrizando en general. Quería vivirlo todo desde el principio. Y quería vivirlo junto con sus amigos. Junto quienes serán sus compañeros de viaje y de aventuras por lo que esperaba que fuese por mucho tiempo.

Iba a insistir a sus compañeros para que se levantasen inmediatamente, sin embargo, estos lo hicieron por si mismos, sin necesidad de que hiciese nada más. Entre bostezos, con pesadez y adormecidos. Pero se levantaron.

—Vamos, vamos. ¡Rápido! —dijo Tanr, saliendo de la habitación para salir corriendo hacia la proa.

A lo lejos, Tanr pudo ver una pequeña esfera florando en la nada. Esta estaba cubierta de puntos luminosos por toda su superficie y grandes lagos bien iluminados para que los barcos pudiesen aterrizar. Cerca de estos lagos, había grandes explanadas preparadas para que las naves pudiesen aterrizar. Conforme se acercaron, pudo distinguir como los puntos luminosos alrededor del planeta aterrizaban y despegaban constantemente. Todo aquel tráfico era tanto para marcharse o llegar al planeta como para rodearlo y así ir a otra parte del planeta en poco tiempo.

Más lejos de Mitxe, pasándolo, había una esfera azul un poco más grande que el planeta al que se dirigía. Confiriéndole al planeta un halo de luz a su alrededor. Dándole un aspecto mágico a los ojos de Tanr, quien nunca había visto tanta tecnología junta, ni un sol.

Por toda la emoción, excitación y felicidad que estaba sintiendo en aquel momento, Tanr solo pudo dejarla escapar y expresar mediante agudos gritos de felicidad y saltos. A los ojos de sus acompañantes, Wayn y Adit, parecía un niño pequeño. Un niño de más de dos metros y que pesaba casi doscientos kilos que hacía retumbar las tablas de madera con sus saltos.

—Yo debí de parecerle igual —dijo Adit. Todos los presentes, incluyéndolo, se sorprendieron al escucharlo, pues la voz de Adit ya no sonaba aguda y chillona. Ahora era todo lo contrario. Era grabe y ronca. Aunque la voz ronca se debía a que se acababa de despertar.

Por el contraste de ver a un adolescente esbelto y de una estatura promedio con aquel tipo de voz, tan grabe, no pudieron evitar comenzar a reír descontroladamente. Wayn nunca se hubiese esperado que el cambio de voz de Adit fuese tan brusco y exagerado.

Por su parte, Adit estaba tan sorprendido que no pudo evitar comenzar a probar su nueva voz soltando cualquier palabra que se le ocurriese. Sentía que aquella voz no le pertenecía, que alguien estaba hablando por él. Era una sensación bastante molesta. Pero sabía que en algun momento, de tanto escucharse, la tomaría como suya. Solo necesitaba acostumbrarse a ella.

—¿Qué estabas diciendo? —preguntó Tanr tras recuperarse del ataque de risa.

—Que —empezó a decir Adit, pero se cortó al escucharse. Después de haber calentado la voz, esta había dejado de ser ronca, pero seguía siendo demasiado grave—. Que... yo...parecía igual cuando salí de mi planeta, supongo —terminó decidiendo hablar bajo y lento para que no le sonase tan extraña la voz—. Pero no daba saltos de alegría... creo... espero...

—Vosotros —a Tanr le salió un gallo al hablar.

Adit y Wayn rompieron inmediatamente en carcajadas. Por la extraña risa que soltó Adit, similar al chillido de una gaviota, Tanr se unió a las carcajadas.

Kyman llegó a la cubierta intrigado por el ruido que estaban haciendo y buscando a Wayn. Allí se lo encontró, junto al resto de jóvenes, riendo. Supuso que se estaban riendo de la extraña risa de Adit. Nunca lo había escuchado reírse así. Le resultó bastante gracioso, pero no lo demostró. Debía mantener la compostura y aprovechar cada segundo que tenía antes de llegar a Mitxe.

—Wayn, ven un segundo, tenemos que hablar —dijo Kyman, cortándoles el ataque de risa en el mismo instante que lo escucharon.

El nombrado, asustado porque Kyman lo necesitase, se alejó del resto para adentrarse en el barco.

—¿Los seguimos? —preguntó Tanr, curioso porque le ocultasen información.

—Se va a dar cuenta de que hemos ido a cotillear. Mejor nos quedamos viendo Mitxe —dijo Adit. Este se apoyó en la barandilla del barco, observando Mitxe.

—Pero yo quiero saber por qué lo ha llamado solo a él.

—Luego le preguntamos.

—¿Y si le hace prometer que no lo cuente?

—Se pueden romper las promesas.

—¿Y si hace un pacto para que no pueda decirnos nada?

—Pero si vamos no va a decírselo. ¿Por qué estás suponiendo que van a hablar? A lo mejor le muestra algo —Tanr se quedó en silencio, molesto por lo que le estaban ocultando, pero, a su vez, comprendiendo que lo que le decía Adit era bastante lógico. Adit notó su silencio y lo tenso que estaba—. Si quieres que vayamos a espiarlos, vamos a espiarlos.

—En realidad, se me ha ocurrido algo mejor. Puedo extender las raíces y ramas de mi cuerpo para "escuchar" y "ver" lo que sea que vayan a hacer. Además, puedo hacerlas tan delgadas como cabellos. Imperceptible para el ojo inexperto —comentó mientras le mostraba como las ramas de su mano crecían como finos cabellos.

—Dale, hazlo —respondió Adit despreocupado.

—¿No quieres que te cuente nada?

—Tanr... ¿no te has dado cuenta? Creía que lo sabías por estar vigilándonos en Aeda, pero... no soy un humano normal. Yo puedo verlos perfectamente. No puedo escucharlos, pero aprendí a leer los labios, más o menos.

—En ese caso tú también ibas a cotillear —Tanr se abrazó a Adit.

—No iba a hacerlo. Pero si tú lo haces...

—Eso, eso, únete —animado, Tanr empezó a hacer crecer sus raíces y ramas. Metiéndolas entre los tablones de madera o cualquier ranura que encontrase. Los hizo crecer por todas partes hasta que encontró a Wayn y Kyman. Estaban en el camarote del capitán.

—Bien, aclarado el primer punto, pasemos al siguiente: vuestro viaje. Vais a necesitar un barco nuevo. Para tres estaría bien. Lo primero que quiero que hagas al llegar a puerto es ir a abrirte una cuenta al Banco Central y darle este sobre a cualquier empleado que se encuentre en las oficinas. Ellos sabrán que hacer y te indicaran lo que debas firmar. Con este tipo de cuenta podrás pagar en cualquier establecimiento. Incluso fuera del dominio de la Alta Mesa. Luego, irás a vender el barco al Astillero del Este. Dales este otro sobre. Te darán un buen precio por él. Finalmente, una vez obtenido el dinero, iras a comprar un velero a Barcos Retamar. Dales este otro sobre. Os darán el mejor barco a un buen precio. Recuerda, sobre blanco para el banco, sobre amarillo para el astillero y sobre verde para el barco.

—Blanco, amarillo y verde. Lo tengo. Pero... ¿por qué tengo que ir solo?

—La florecilla llama demasiado la atención y Adit no debe ser visto. Zayre no quiere que averigüe demasiadas cosas del universo. Tampoco quiere que lo descubran. Con ese parche es demasiado llamativo. Y la voz que le ha salido ahora... Llamará demasiado la atención de todos. No, es demasiado arriesgado que salgan del barco. Deben permanecer escondidos, por lo menos, hasta que os hayáis alejado lo suficiente de mí.

—Vale...

—Bien, voy a intentar cubrir mi apariencia. Saltaré del barco nada más entrar en la atmosfera artificial. 

Hasta el Infinito Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora