Capítulo 6: Muñeco de nieve

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A la mañana siguiente, Adit volvió al mismo lugar para jugar con la nieve, con la esperanza de encontrarse a aquel grupo de adolescentes y continuar con el juego. Y allí se los encontró, luchando en una encarnizada batalla de bolas de nieve contra un grupo de adolescentes mayores.

Sin que se percatasen, Adit se deslizó por las trincheras de sus conocidos sin que estos se percatasen, colocándose detrás del chico que intentó darle por primera vez con una bola de nieve.

—¿Qué hacéis? —preguntó Adit, alertando a los adolescentes. Uno de ellos le lanzó la bola de nieve que tenía en su mano. Adit la esquivó sin si quiera mirar.

Los chicos se miraron entre ellos con duda y uno de ellos, el líder del grupo, los miró a todos. Tratándose su orgullo, asintió y se acercó a hablar con Adit mientras el resto continuaba con el ataque.

—A nosotros nos gusta venir aquí a jugar a batallas de bolas de nieve. Algunas veces lo hacemos con otros grupos. A los mayores también les gusta venir aquí, pero para fumar y jugar con las tablas de nieve. Hacen trucos de mierda con ellas. Son unos desagradables.

>>Por favor, ayúdanos a librarnos de ellos y, como agradecimiento, te ayudaremos a hacer un muñeco de nieve como es debido.

—¡Vale!

—Llévate a unos cuantos contigo mientras los distraemos. Los llenaremos de nieve.

—¡Bien! —Adit observó a los chicos y señaló a los dos que, por lo que ayer había observado, eran los que mejor se ocultaban y movían entre las sombras—. Esos dos se vienen conmigo.

—Id.

Los chicos asintieron y se deslizaron sobre la nieve, siguiendo a Adit hacia la trinchera enemiga. Gracias a los constantes ataques de sus compañeros y al pequeño rodeo que dieron para evitar que los viesen y posicionarse directamente en la retaguardia del enemigo, consiguieron realizar la misión con éxito.

Una vez allí, ocultos entre los árboles. Se abastecieron de bolas de nieve e iniciaron el ataque. Los mayores no sabían ni por donde les llegaban. No pudieron reaccionar a tiempo y ocultarse antes de que llegasen los demás y continuasen el ataque, llenándolos de nieve.

Los mayores salieron corriendo bajo el ataque de los chicos, quienes celebraron su victoria con abrazos, gritos, risas y nieve.

Agotados por la celebración, se echaron sobre la nieve e intentaron normalizar su respiración. A pesar de no conseguirlo rápidamente, el líder del grupo no se detuvo mucho más a descansar. Aun con la adrenalina a flor de piel, se levantó rápidamente y se dirigió hasta donde se encontraba Adit, extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse y diciéndole:

—Vamos a hacer el muñeco de nieve más grande de Esterlyn. No. ¿Qué digo? ¡Del sector de Ultramar!

—Vale —respondió Adit, aceptando la ayuda para levantarse a pesar de no necesitarlo.

El grupo de chicos se organizó para hacer aquel muñeco de nieve gigante. Apilando toda la nieve que pudieron en una gran montaña de nieve, a la cual dieron una forma redondeada. Tardaron varias horas, en las que tuvieron varios problemas. A pesar de que la nieve se compactase con mayor facilidad que la arena, no se podía confiar en aquella estabilidad, y Adit lo aprendió por las malas. Se apoyó donde no debía, creyendo que la nieve, por su mayor resistencia que la arena lo aguantaría sin problemas. Grande fue su error. Cayó, arrastrando consigo la mitad del muñeco de nieve que habían conseguido hacer.

Sus nuevos amigos le ayudaron a quitarse la nieve y a salir del montón de nieve en el que había terminado.

—Se está haciendo tarde —dijo el líder, observando su reloj. Si no llegaba a su casa a tiempo, sus padres lo iban a castigar toda la semana—. Pero no pasa nada. Mañana podemos volver.

—¡Sí! —respondió emocionado Adit, levantándose y quitándose la nieve de la ropa. Luego se despidieron para marcharse cada uno a su casa.

A la mañana siguiente se encontraron otra vez en aquella plaza. Uno de los chicos había hecho un diseño de como deberían construir la estructura para que aguantase. Con mucho esfuerzo realizaron el gigantesco muñeco de nieve. Una vez terminaron, fueron a un centro comercial cercano a comer algo. Se fueron a una franquicia de hamburguesas famosa en el lugar. Estuvieron allí un rato jugando en el lugar. Por la tarde, después de ver una promoción, decidieron ir al cine a ver una película sobre un arqueólogo que vivía aventuras por el espacio: John Joy.

Volvieron a la plaza para despedirse charlando animadamente de la película que habían visto. Esta inspiró a los chicos a formar una banda de arqueólogos en busca de antiguas culturas alienígenas en la basta galaxia. Iban animadamente, sin embargo, al llegar a la plaza, se encontraron con que el muñeco había sido vandalizado. Al examinarlo, los chicos se dieron cuenta que fueron los chicos mayores.

—No te preocupes, Adit, mañana haremos otro. ¡Y más grande!

—Me marcho mañana —dijo Adit, sonriendo tranquilamente—. Bueno... Ya llegaré a algún planeta con algo de nieve... en algún momento...

—N-No...

—No pasa nada, ya he cumplido mi pequeño sueño. Es tarde para mí. Nos vemos, mi padre debe de estar a punto de venir a por mí.

—Espera, ven mañana temprano. Lo terminaremos.

—Está bien. Hasta mañana.

Adit se marchó con la promesa de volver. La noche pasó, a pesar de no haber una diferencia entre el día y la noche en aquella luna. La mañana llegó. Los chicos llegaron y esperaron la llegada de Adit. Sus huellas aún estaban sobre la nieve. Esperaban que llegase en cualquier momento. Esperaron y esperaron. Pero Adit nunca llegó.

Decaídos por el amargo sabor de boca que les dejó el final con su nuevo amigo y el abrupto adiós, decidieron marcharse a otro lugar. Se sentían tristes por lo ocurrido. Y el líder no quería recordar el día anterior. No quería recordar la sonrisa de Adit.

Hasta el Infinito Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora