Capítulo 22: Por fin, al espacio

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Después de aquel pequeño contratiempo, continuaron con sus compras pacíficamente. Al finalizarlas, tuvieron dinero de sobra para ahorrar un poco para financiar sus viajes por una temporada y, también, para comprar una máquina para tatuar.

Durante todo el proceso de compras, Adit estuvo pensando en si quería realmente un tatuaje. Y sí, sí que quería uno. Siempre había visto los tatuajes de sus tíos y había querido hacerse uno, pero no sabía cómo hacerse uno. También comenzaron a surgirle dudas. ¿Cuál? ¿Dónde? ¿Dolerá? ¿Si crecía, se deformaría? ¿Sería alérgico a la tinta?

No supo en qué momento había terminado sentado en el sofá del velero, abrazado a la caja de la máquina para hacer tatuajes dudando de si era una buena idea hacerlo casero en un velero en medio del espacio e ilusionándose por hacer uno u otro tatuaje en el cuerpo. No quería hacerse uno cualquiera. No quería hacerse cualquier chorrada en el cuerpo solo para tener un tatuaje.

Pensando en que hacerse, recordó aquella vieja y maltratada fotografía de la posada de su madre en su planeta natal. Su padre le había dicho varias veces que la llevaría a restaurar para que se conservase mejor, sin embargo, nunca lo hizo. Se le ocurrió que sería buena idea plasmar aquella fotografía a la que tanto cariño le tenía en su cuerpo.

—¡Tanr, ten cuidado con los platos! —dijo Wayn, al ver como este casi los lanzaba dentro de los armarios—. Adit, suelta ya de una vez eso y ayúdanos a guardarlo todo.

—Eh... Ahora no puedes salir del sofá... —comentó Lilea, quien había levantado todos los compartimentos del suelo para guardar las compras y, además, se encontraba dentro de uno de estos.

Adit sin más dio una palmada para aparecer al lado de Tanr y ayudarle a poner los platos. Por el cabreo de haberse expuesto así ante Lilea y por la inconsciencia de usar tan a la ligera sus habilidades, Wayn no pudo contenerse y le dio una tremenda colleja a Adit. Fue tan fuerte, que resonó por todo el barco.

—SUBNORMAL.

—¡JODER! ¿Por qué has hecho eso?

—¡QUE LILEA VA A VENDER NUESTRA INFORMACIÓN! —le dio otra colleja bien fuerte—. PAYASO —y otra colleja—. SUBNORMAL —y otra más.

—Esta información vale demasiado —comentó Lilea, provocando que Wayn parase de darle collejas a Adit, quien no quiso defenderse porque creía que se merecía aquel castigo—. No voy a venderla por nada del mundo. Hay cierta información que es mejor que nunca se venda. Si eso, solo vendería la información de vuestra localización relativa.

—¿Ves? ¡no pasa nada! Además, tenemos que hablar de nuestras cosas. Se va a enterar de mucho más que mis palmaditas.

—NO CONFÍES TANTO EN LOS DESCONOCIDOS. ¡ANIMAL! —Wayn le volvió a dar una colleja—. ¿Cómo has conseguido sobrevivir tanto tiempo si confías ciegamente en la... primera...? ¡DEJA DE PENSAR CON LA ENTREPIERNA! ¡MALDITOS MOCOSOS HORMONADOS!

—¡NO PIENSO CON LA ENTREPIERNA! —gritó Adit con la cara completamente roja por la vergüenza—. A-además... no... no es mi tipo.

—¿Qué está pasando? —preguntó Lilea susurrándole a Tanr. El otro par continuó la discusión, pero siendo una conversación de besugos.

—Entiendo que se trata de algo de mocosos humanos. Perdona que te pregunte pero aprendí el idioma hace poco, así que hay muchas cosas que aún no termino de entender... ¿A qué se refieren con pensar con la entrepierna?

—¡Ah! Es verdad, las especies similares a plantas suelen ser hermafroditas. Pues veras, las especies con diferenciación de sexos suelen tener ganas de intentar reproducirse a todas horas. Cuando son jóvenes, no pueden controlar esas ganas y comenten errores por intentar reproducirse. Errores que en el futuro podrían costarle la vida.

Hasta el Infinito Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora