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El timbre resonó por todas las aulas, y al escucharlo, Bill se soltó del agarre de Tom, dirigiendose fuera del salón con sus libros. Dejándolo al mayor completamente solo en el aula.

Sonrió inconscientemente al saber que hoy tendría un mensaje finalmente de él. Sabía que no era porque lo optaba si no que básicamente lo había forzado, pero no importaba, era una forma de acercarse a él. Sabía que este sentimiento era algo temporaneo, luego de hablar con él, se aburriría y lo tiraría, como con todos los demás. Pero aún así, no sabía por qué estaba tan emocionado o feliz de saber algo relacionado a Bill.

Tenía que sacárselo de su mente pronto.

Luego de aquel encuentro completamente incómodo para Bill muy probablemente, se retiró en busca de sus amigos o alguien con quien matar el tiempo. Luego de que Bill lo rechazara epicamente, se sentía un tanto mal consigo mismo, nadie lo había rechazado anteriormente, ni sabía por que se sentía atraído por un hombre. Eran preguntas que prefería posponer para otro momento, no quería llenarse la mente de pensamientos filosóficos, los dejaría para cuando tenga su hora de ducha reflexiva.






En los pasillos se topó con Ria, que se encontraba conversando con sus amigas. No le quedaba otra opción que acercarse a ella ya que estaba extremadamente aburrido, ademas, no quería dar un mal ejemplo de novio aunque ya todos supieran cómo era él. Al acercarse, la cogió por detrás de la cadera y Ria se sorprendió por sentirlo sobre ella.

- Hola, Tom.- Le plantó un beso en los labios y se aferró a su cuello. - No me has llamado.-

Oh, claro, había estado ignorando todas sus llamadas e intentando en lo mayor posible, no hablarle, pero claro, de alguna forma necesitaba saciar sus necesidades.

- Oh, estuve ocupado... ya sabes, luego de la carrera...- Intentó mostrar indiferencia Tom, inventando alguna excusa para poder cambiar de tema lo más posible. Era obvio que de ninguno de los lados había un interés o algún compromiso, pero de alguna forma necesitaban pretenderlo. Se notaba desde lejos que Ria no tenía ni el más mínimo interés por saber sobre Tom, ni él sobre ella. Pero a ninguno de ellos les importaban, solo se utilizaban para satisfacer las necesidades sexuales de ambos.

- Mm, ya veo. En fin, ¿vienes a la fiesta de hoy?- Preguntó Ria emocionada, mostrándole una sonrisa con los dientes.

- ¿Fiesta? No sabía de eso.- Elevó una de sus cejas cuestionando a la chica.

- Si, tonto. En la casa de Georg, ¿no te dijo nada?-

No había tenido contacto con ninguno de sus amigos luego de la carrera, su mente estaba demasiado ocupada pensando en un conocido chico de color de pelo azabache, con un estilo extravagante. Si Georg no le comentó de la fiesta seguramente era porque no tuvo la oportunidad de encontrarlo hoy, e igual no le importaba mucho a Tom, él prefería estar solo, sin voces molestas ni chillonas, como la de Ria, estorbándolo. Esta compañía que él tenía era con el simple fin de mantener un estatus social alto, luego de que terminara la universidad abandonaría todo ese entorno.

- Bueno, igual no creo que pueda ir...- La besó nuevamente.

- ¿Que? ¿Por qué?- Hizo un puchero la chica, cruzándose de brazos. Parecía estar haciéndose la tierna, pero fallaba épicamente.

- Uh, no se, no tengo ganas de salir hoy.- Se rascó la nuca, intentando explicarle como no tenía ni la más mínima intención de salir hoy.

- Mm, quería que vinieras realmente.- Hizo nuevamente aquel puchero que tanta vergüenza ajena daba. Realmente la chica no se apenaba porque su novio no viniera, todos sabían de lo ramera que podía ser a veces, aprovechando a ligarse a otro tipo. Tom sabía bien de esto, y realmente no le podía importar menos.

corredores | TOLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora