qué onda|| emilio lara

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Estaba terminando de cenar en la casa de mi novio con sus papás. Y la verdad ya estaba cansada de la misma conversación de siempre.

¿Y cuando te gradúas? ¿Y cuando se van a casar? ¿Ya están planeando los hijos? Ya queremos tener nietos. ¿Y ya conseguiste trabajo? ¿Ya bajaste esos kilitos de más? ¿Todavía sigues trabajando en aquel cuchitril?

Todas sus preguntas y más me tenían harta. Y es que no sabía en qué momento me había parecido buena idea aceptar se la novia de un muchacho adinerado de pedregal. Era un hijo de papis que acabando la carrera heredaría las empresas de su papá y tendría la vida resuelta.

Y yo realmente pensé que funcionaríamos, estaba enamorada de él, perdidamente enamorada hasta que su verdadera actitud comenzó a surgir cuando sus padres regresaron a vivir a la ciudad, lo presionaban y observaban cada paso que daban en su vida.

Entonces el muchacho amable, humilde y divertido del que me había enamorado se había convertido en alguien clasista, adicto al trabajo y hasta machista.

Pero la bomba explotó el día que lo conocí a él, en una salida con mis amiga terminamos chocando por accidente, entonces sus grandes manos me sostuvieron para evitar mi caída y cuando su mirada se conectó con la mía supe que estaba jodida.

Realmente lo estaba.

Pero mi mente volvió al momento actual cuando mi querida suegra (nótese el sarcasmo) me hablo para preguntarme que donde pasaría estas vacaciones decembrinas.

—Me quedaré aquí, suegra.—respondí con una sonrisa forzada cuando vi su cara de sorpresa.

—¿Aquí? Nosotros nos iremos a Aspen a esquiar.—me dijo alzando una ceja hacia mi.

—Si, David ya me había platicado suegra. Espero que se diviertan mucho.—volví a sacar mi sonrisa falsa esperando que la conversación dirigida hacia mi terminara, y así lo hizo. Ellos comenzaron a platicar de otra cosa y yo pude desafanarme de ese incómodo momento.

Entonces mi celular sonó en mi regazo. Disimuladamente lo voltee y sonreí como tonta al ver el mensaje.

Desconocido
Qué onda Baby, sigues allá?

Mordí mi labio para intentar esconder mi tonta sonrisa, rápidamente desbloquee el celular y le respondí.

Si :(

No pasaron ni cinco segundos cuando su respuesta llegó.

Desconocido
Escápate conmigo

Pero...

Desconocido
Pero nada, pásame tu ubicación

Lo pensé seriamente, y por seriamente me refiero a que en mi mente dije, ¿estarme otras tres horas con estas nefastas personas? ¿o escaparme con el?

📍Ubicación

Si, obviamente era clara la respuesta. Espere entonces unos diez minutos en silencio hasta que mi celular volvió a sonar con un mensaje diciéndome que ya estaba abajo en el edificio.

—Ay no.—empuje la silla para atrás y puse mi mejor cara de avergonzada llamando la atención de los presentes.—De verdad perdonenme pero surgió un problema en el despacho de mis papás, y tengo que irme.

—Pero...

—De verdad discúlpenme, perdón pero si es una urgencia.—volví a insistir en mi mentira.

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