Diecinueve.
Tal vez una hora después pedimos pizza y sushi, ya que nadie había querido cocinar. Pusimos la comida en la mesita de la sala y nos sentamos alrededor. Keith y yo nos adueñamos de la esquina del sillón, yo estaba recargada en su pecho y él me abrazaba. Travis estaba sentado en el loveseat con Clarisse en sus piernas, mi hermano se encontraba en un extremo del sillón y Preston del otro, Jane estaba a mi lado seguida de Liam, y Jason, Aaron y Salvatori se acomodaron en la alfombra junto con Sirius.
Pero a pesar de que estábamos todos ahí, la mayoría hablaba nada más con los que estaban a sus lados. Yo preferí ignorar a Jane y concentrarme en los suaves labios de Sanders que me traían loca.
— ¿Sabes si hay planes para estos días o si sólo estaremos aquí sin hacer nada? — me preguntó de repente.
— La verdad no lo sé —me encogí de hombros y luego observé que Salvatori fue hacia la cocina, así que vi mi oportunidad y lo seguí.
— ¿Cómo te va, mi querida Quinn? —exclamó Salvatori, que tenía la cabeza metida en una puertita, al escuchar mis pasos.
— ¿Cómo supiste que era yo?
— Eres la única que arrastra los pies al caminar —sonrió al sacar la cabeza, cerró la puerta del mueble cuando ya tenía una botella de cajeta en la mano y se dirigió a la isla. Lo seguí—. ¿Querías preguntarme algo? —acto seguido abrió la boca y se echó una buena cantidad de cajeta.
— ¡Qué asco, Salvatori! —gemí, provocando que él se riera—. Quería saber si vamos a salir o estaremos aquí metidos el resto de la semana.
— Tenía planeado que mañana aprovecháramos la alberca y los siguientes días hiciéramos lo que ustedes quisieran —se encogió de hombros, tragó el dulce y volvió a echarse más en la boca.
— No seas asqueroso, ve por una cuchara —me quejé antes de alborotar su cabello e irme a donde estaban todos.
Al llegar a la sala noté que cada quién seguía en su tema: Jason y Aaron todavía peleaban por el asunto de la chica de la pista, Clarisse y Travis se besaban como si el mundo se fuera a acabar, y Jonathan y Ellie se gritaban desde los extremos de la sala. Keith estaba escribiendo algo en su celular, pero cuando llegué a su lado lo bloqueó rápidamente.
— ¿Está todo bien? —inquirí, frunciendo el ceño.
— ¿Por qué no habría de estarlo? —replicó en un tono brusco. Rodé los ojos y me di la vuelta, pero sentí que me tomó de la muñeca—.Jamie, perdona.
— No tiene importancia —me solté de su agarre y seguí a Jane escaleras arriba.
***
— ¿Te enojaste con Keith? —preguntó Ellie, que estaba tirada sobre mi cama pintándole las uñas de los pies a Clarisse.
Era ya de noche, y tras decirles a las chicas que al siguiente día estaríamos en la alberca subimos a depilarnos y arreglarnos lo más posible para nuestros chicos, aunque yo estuviera un poco furiosa con el mío.
— ¿Qué te hace pensar que nos enojamos?
— No se han besado —explicó Andrews mientras levantaba una rodaja de pepino de su ojo para observarme.
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Ni contigo ni sin ti. [Pausada]
RomantikKeith Sanders, el chico de los ojos rojos, es un libro cerrado, una persona intimidante que tiene un secreto que intriga a unos cuantos - o tal vez muchos - estudiantes de Yaxley. También es amable y caballeroso, pero solo con Jamie Quinn, la chica...