03 - Bastardo tuerto.

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Había decidido ponerme la camisa de Keith porque después de todo me combinaba y era cómoda. Escogí una blusa de tirantes blanca, unos shorts de jean azul y la camisa. Según yo me veía bien, y me aseguré de ello cuando Jane me lo dijo, así como también cuando entré a la clase de nosequé de la salud y casi la mitad de la clase se me quedó viendo.

Escogí sentarme en una banca pegada a la ventana. La gente seguía observándome, logrando ponerme nerviosa, pero fingí que no pasaba nada y me dediqué a admirar la hermosa vista de la parte posterior del edificio de al lado que había desde mi lugar. Alguien detrás de mí carraspeó y desvíe mi mirada de los tórtolos.

— Linda camisa —Keith estaba a mi lado, con una sonrisa boba en su rostro.

— Es cómoda —dije, encogiéndome de hombros.

— Además te queda bien.

— Sí, lo que digas.

Estaba a punto de decirle que se largara, cuando un pelirrojo bastante parecido a Mitchell de Modern Family entró al salón anunciando que era el profesor.

— Buen día, clase, soy Evan Williams, su profesor. Como quiero evitar, al igual que Yaxley, que sean padres a los diecisiete, dejen sus estudios y sean unos fracasados, cuidarán de un bebé durante la mitad del semestre —sonrió, esperando que nuestros abucheos y quejas cesaran—. Tendrán que estar con su hijo robótico las veinticuatro horas del día. Para mi suerte, nos pudieron dar bebés que lloran cuando tienen hambre, frío o sueño, así que estarán al tanto de él o ella para que sepan lo que es cuidar de un hijo. Cuando yo les diga tendrán que traerme a su bebé en buen estado, como se los daré hoy. Nada de que se le cayó el brazo o está decapitado.

Movimos bancas, nos revolvimos y al final quedamos parados en un círculo, intercalados hombres y mujeres. A mi lado derecho quedó Keith y al izquierdo un castaño de lentes.

— Ahora les pasaré a sus bebés y solo se los quedarán los hombres.

— Eh... profesor —habló Keith, que observaba el muñeco que le había tocado—, a mi bebé le falta un ojo.

No pude evitar soltar una carcajada, ganándome una mala mirada de Sanders.

— Deberías estar orgulloso de tener un hijo especial —le respondió el profesor y volví a reír—. Las señoritas que estén a su izquierda serán las madres de sus pequeños.

Mi risa cesó inmediatamente. Keith, por su parte, comenzó a burlarse de mí.

— Al parecer tú también tendrás un hijo tuerto —susurró muy cerca de mi oído, provocándome escalofríos.

— Cállate y dame al bastardo.

***

Entré al comedor y no me detuve hasta estar sentada frente a mi copia.

— Adivina de qué me enteré.

— ¿De qué? —un poco de germen de alfalfa salió disparado de su boca hasta mi cara—. Uy, lo siento. ¿Ya tuviste física? El profesor me pide que...

— Jason y Aaron son gays.

— ...le repita las cosas porque le gusta mi acento. Es medio raro. Espera. ¿Qué? ¿Jason y...?

— Sí, así es.

— ¿Escuchas eso? —por suerte se había tragado el bocado y ya no escupía—. Es mi corazón rompiéndose. Creí que Jason me amaba.

El rey de Roma llegó en ese momento, acompañado del rubio y de Preston.

— ¡Eres un cabrón! —le gritó Jane, poniéndose de pie—. ¡Y tú también, Aaron!

— Tú no nos hables —me espetaron.

— ¡Pero yo no he dicho ni mu! —exclamé.

— ¿Cómo pudiste ocultarlo? —inquirió Ellie, mirándome como si tuviera dos cabezas.

¿Qué?

— ¿De qué rayos habla todo el mundo? —no sabía si eso lo había preguntado Jane o yo.

— ¡Fuiste la cuarta! —Clarisse llegó hasta nosotros gritando como loca.

— ¿De qué mierda hablan? —esa sí había sido mi hermana, olvidándose de pronto de su corazón roto.

— ¡Te acostaste con Keith Sanders! —le respondió Aaron mirándome.

— ¿Qué? ¿Se han vuelto locos? ¿De dónde sacaron que me acosté con él?

— ¡Quedamos que cuando perdieras la virginidad sería la primera en enterarme! —Jane aprovechó la situación para hacer una broma no graciosa.

— ¡¿Eres virgen?! —exclamó Clarisse, atónita, como si fuera pecado ser virgen a los dieciocho.

— ¿No quieres decirlo más alto? ¡Es que no te escucharon en Canadá! —ya empezaba a hartarme un poco de la situación—. Y no, no soy virgen.

— ¡¿No eres virgen?! —gritó Preston.

Comenzamos a llamar la atención de las personas de las mesas vecinas, así que les pedí, por enésima vez, que bajaran la voz.

— ¿Quieres decirnos ya por qué rayos te acostaste con Sanders? —habló Aaron.

— No me acosté con él. ¿Entienden? ¡No, no y no! ¿Quién mierda les dijo eso?

— ¡Tú! —todos, excepto mi hermana, me respondieron al mismo tiempo.

— ¿Se han vuelto locos? ¿Cuándo demonios les dije eso?

— El hecho de que estés usando esa camisa significa que ya te acostaste con él —explicó Jason.

— ¿Tiene un letrero en la espalda que dice que acabo de tener sexo o qué? —ironicé.

— No —Aaron rodó los ojos—. Esa camisa solo se las ha dado a las tres chicas con las que se ha acostado.

— Prácticamente le anunció a todo Yaxley que tuvieron sexo y que estás apartad...

No sé si Ellie iba a decir algo más, pero antes de que sucediera tal cosa, le di el bastardo tuerto a Jane y salí corriendo cuando vi al imbécil de Sanders entrando a la cafetería. Él se dio cuenta que una chica iba corriendo hacia él como un toro y, como el cobarde que es, se dio la vuelta y corrió como alma que lleva el diablo.

Mientras lo perseguía le gritaba hasta de lo que se iba a morir. Salimos del edificio y cruzamos las áreas verdes, deteniéndonos cuando Keith se tropezó y prácticamente me eché encima de él para que no se escapara. Me senté en su trasero y le sostuve la cara contra el pasto.

— ¿Te tropezaste con una hormiga? —a pesar de que estaba más que cabreada con él, me reí.

— ¡Quítate, loca! Me estoy ensu... joder. Una mariquita se me metió a la nariz.

— Mira, quiero saber por qué... ¿Una mariquita?

— ¡Sanders, Quinn, conmigo ahora! —escuché atrás de mí.

— ¿Quién dijo eso? —inquirí.

— Mierda fue el chino, el director.


N/A: ¡Hola, espero que les esté gustando así editado! Gracias :)

its5oclocksomewhere :)

Ni contigo ni sin ti. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora