Veintitrés.
Esa noche no dormimos, y no por las razones que piensan, sino porque fumamos como si no hubiera un mañana. No sabría decir qué pasaba por la mente de Keith, pero por la mía había total calma. Era la primera vez que fumaba cannabis y no tenía idea de los efectos que ésta podría tener en mi cuerpo.
— Me va a dar un derrame o algo si no duermo, Keith —me quejé mientras nos subíamos al auto.
— Dímelo a mí.
— No puedo creer que hagas esto como hobbie —me miré al espejo y noté que tenía los ojos rojos como Keith los tenía la mayor parte del tiempo.
— Al principio era por gusto.
— ¿Y ahora?
Su respuesta fue encogerse de hombros.
Llegamos a la escuela por obra y gracia del Espíritu Santo. Sanders se quedó medio dormido un par de veces y estuvimos a punto de estamparnos en un poste de luz. Lo obligué a que nos estacionáramos en una gasolinera a media carretera para dormir un poco. Finalmente, llegamos a Yaxley como por eso de las siete de la noche. Ahora que me daba cuenta, Keith dormía demasiado y aun así siempre tenía sueño.
***
El lunes estaba hablando con Jason en clase de historia cuando el profesor dijo que tenía que darnos un anuncio.
— Chicos, quiero presentarles a nuestro nuevo alumno de intercambio —saltó emocionado.
El tipo era un hombre de veintitantos años tan escuálido como si apenas fuera en la primaria y que se emocionaba cada que conocía un extranjero. Cada vez que le hablaba, se hacía el sordo y me hacía repetirle todo varias veces. Al parecer hace lo mismo con mis hermanos y con un irlandés que va en último año.
Acto seguido entró un chico de cabello café claro con alguno que otro destello rubio. Tenía cejas medio pobladas, barbilla partida, labios un poco carnosos y nariz linda. Ah, y una mirada de perro abandonado que conocía a la perfección.
Por más que quisiera negarlo, el corazón se me aceleró al verlo.
— Por favor dinos cómo te llamas y de dónde vienes —pidió el sustituto.
— Soy Alex Adler y vengo de Sidney, Australia —respondió, ojos azules posándose en los míos.
— ¡Ay, qué emoción! ¡Eres el cuarto australiano aquí! Seas bienvenido Adler —exclamó.
Mi ex novio se sentó a dos bancas de mí. Después, el muy descarado, volteó a verme con las cejas arqueadas. ¿Qué rayos significaba esa mirada?
Levanté la mano.
— ¿Sí, Quinn? —preguntó el sustituto.
— ¿Puedo ir a la enfermería? No me siento muy... —me llevé las manos a la boca con urgencia como si fuera a vomitar ahí frente a todos.
— Ew, sí, sí, vete.
Salí pitando del salón hasta llegar al de física, donde se encontraba mi gemela. Toqué la puerta.
— ¿Qué necesitas, Quinn? —inquirió.
— El director Lee mandó llamar a Jane, es muy urgente.
— Está bien, oyeses salir Jane.
Su tono daba a entender que le molestaba hasta que respiráramos dentro de su salón. Mi gemela guardó algunas cosas en la mochila y las demás solo las abrazó con una mano y corrió hacia afuera.
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Ni contigo ni sin ti. [Pausada]
RomanceKeith Sanders, el chico de los ojos rojos, es un libro cerrado, una persona intimidante que tiene un secreto que intriga a unos cuantos - o tal vez muchos - estudiantes de Yaxley. También es amable y caballeroso, pero solo con Jamie Quinn, la chica...