07 - Venganza.

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Siete.

— ¿Entendiste querida Karla? —le pregunté a la cocinera después de explicarle lo que tenía que hacer.

— Sí, querida. No diré que fuiste tú. Anda, vete con cuidado.

— Gracias —di media vuelta pero me regresé—. Oye, no quiero abusar, pero necesito otro favor, ¿tienes comida para perros? Es para... un trabajo de... biología.

— Deja veo.

La señora regordeta se dirigió hacia la cocina. Unos minutos después me entregó una bolsa pequeña, seguro con medio kilo o menos de croquetas.

— Espero que te sirvan.

— Gracias de nuevo.

Ya afuera de la cocina abrí el cierre de la mochila que traía en la espalda y salió una pequeña cabeza negra. Ladró, pero era tan pequeño que no me preocupó que alguien fuera a oírlo. Además, en el edificio no había ni un alma. Comencé a darle de comer mientras caminaba.

Cuando iba pasando por la cancha de basketball, un brazo me detuvo y al voltearme me encontré con Sanders.

— ¿Qué se te ofrece? —le pregunté.

— Veo que te encanta usar mi ropa —me examinó y rodé los ojos—. Vengo a darte al bastardo tuerto, ya que lo cuidé toda la tarde.

— Uy, no te vayas a cansar —me tendió al bebé y lo tomé—. Tenemos que ponerle un nombre, no podemos llamarlo Bastardo Tuerto todo el tiempo.

— ¿Qué tal Kaiden?

— Por mí está bien.

En ese momento Sirius ladró otra vez.

— ¿Qué fue eso? —preguntó Keith, frunciendo el ceño.

—Ah... —tosí falsamente—... nada —volví a toser y me alejé corriendo.

Lo primero que nos dijo la secretaria de Lee al entregarnos las llaves de la habitación fue que estaba estrictamente prohibido tener mascotas. Pero no pienso deshacerme de Sirius. Es tan pequeño y no entiendo cómo alguien sin alma lo dejó abandonado.

Llegué a la habitación, encontrándome con mi hermana y todos los demás.

— Oh, ¿qué hacen aquí? —pregunté. Me dejé caer sobre mi cama al lado de Aaron.

— Venimos por ustedes para ir a cenar —explicó Jason—. Así que... —el ladrido de Sirius lo interrumpió— ... ¿Qué rayos fue eso?

— Mis tripas. Muero de hambre.

— ¿Y tus tripas hacen que tu bolsa se mueva? —preguntó Clarisse. Se bajó de la litera y caminó a donde yo estaba sentada—. ¿Qué tienes ahí?

— Nada.

— Oh, vamos, Jamie —dijo Jane—. Enséñanos.

— ¿Pero prometen que no dirán nada? —asintieron con la cabeza. Saqué a Sirius de la bolsa y Ellie gritó.

— ¡Está precioso! —Preston se bajó de la cama de un salto.

Ni contigo ni sin ti. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora