— Ven acá — dijo en mi oído mientras me abría las piernas, finalmente habíamos logrado quitarnos la ropa, y luego de una ronda de besos y caricias, íbamos a la mejor parte.
— No tan fuerte, recuerda que no puedo gritar tanto — dije mientras miraba excitado cómo el miembro de Robert se acercaba a mi intimidad.
— Muerde la almohada Taylor, ni loco voy a contenerme — escupió de mala gana mientras tomaba mi hombro y me estampaba contra la cama para, en un brusco movimiento, penetrarme de golpe, de forma lenta y algo dolorosa que nos hizo gemir a ambos de forma tosca.
— ¡A-Agh! ¡m-maldito! — dije apretando la cama con fuerza, era extraño hacer esas cosas en la cama donde muchas veces me masturbé, y ahora me tenían gimiendo.
— ¡Agh, mierda que estás estrecho! — dijo separando más mis piernas y moviéndose lentamente — Taylor, me encanta cogerte en tu cama.
— Robert — gemí arqueando la espalda, sus movimientos no eran habituales, se movía lento, se notaba que quería hacerme gritar.
— Vamos cariño, dilo, sé que quieres gritar mi nombre.
— A-Agh — tomé una almohada y la empecé a morder, jadeando ahogadamente por la fuerza con la que Robert me penetraba hasta el fondo.
— ¿Acaso no te gusta como me muevo, Taylor? — preguntó mientras me miraba fijamente con sus hermosos ojos azules, tan dilatados cómo siempre, amaba verlo de tal forma. No pude evitar mover mis caderas igualmente. Él sonrió coqueto para acelerar su vaivén y gemir en mi cara mi nombre — Agh, Taylor, Taylor corazón, esto se siente tan bien.
Cada minuto era una deliciosa tortura para mí, Robert se movía tan bien y yo no podía si quiera gemir su nombre, realmente no quería que nos escucharan, seguía con la paranoia en la mente.De un momento a otro, él se hartó de no poder oírme, por lo que me quitó la almohada y la arrojó por ahí, logrando que mis gemidos quedaran al aire, perfectamente audibles y sonoros, demasiado, diría yo.
— ¡¡Aggh, santo Dios qué rico!! — dije mientras mi cuerpo se retorcía del placer.
— Sí, así, ¡sigue gimiendo así! — dijo entre gruñidos mientras levantaba mis piernas y hacía más profundas sus embestidas.
— ¡¡Ay Robert, Robert vas a hacerme venirme!! — grité sacando la lengua — Ahh, Dios no puedo, no puedo.
— Aguanta un poco, aún me falta para venirme yo también.
— No me j- ¡Ah! — me quejé al sentir ese intenso golpe contra mi próstata, era tan sofocante y adictivo, mi cuerpo entero temblaba con solo un leve roce, era por eso que las intensas estocadas de Robert lograban enloquecerme.
— Disculpa, ¿dijiste algo? — comentó risueño mientras me embestía con más fuerza, juraría que quería atrofiarme la columna de lo fuerte que se movía.
— Ahh, ahh, ¡más rápido! — grité sintiendo una corriente intensa recorrer mi cuerpo, mis gemidos llenaron la habitación, pero, por alguna extraña razón, no sentí la viscosidad de mi semen sobre mi piel — ¿Me vine? — pregunté agitado mientras sentía las embestidas de Robert acelerarse un poco.
— No, seguro fue un orgasmo seco — afirmó mientras alzaba mi pierna y la colocaba sobre su hombro — Veamos cuántos orgasmos secos puedo causarte.
— N-No— me quejé por la forma tan intensa en que me penetraba, pero me calmó sentir un beso totalmente apasionado de parte suya, beso al que correspondí mientras mis caderas seguían moviéndose, tratando de igualar el intenso vaivén del señor Dawson — Mgh, Robert.
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Amor Y Prejuicio /A.Y.A #1/ (+18)
RomanceEl amor no es siempre color de rosas como todo el mundo lo pinta, no es siempre un romance que tarda años en añejar hasta que se vuelve más puro que cualquier cosa que puedas imaginar; ese no fue mi caso, mi caso es cualquier cosa menos romántico o...