Me alertó ver que después de un rato conduciendo, Robert se estacionó en ese mismo hotel donde se quedaba antes de irse, mi sangre se heló, sobre todo al oír la demanda que me hizo.
— Bájate.
— No quiero — dije mientras empezaba a jadear, estaba empezando a entrar en pánico, y lo peor, es que no sabía porqué, tal vez porque ya imaginaba lo que iba a suceder.
— No te estoy preguntando — dijo mirándome con severidad, yo solo me dispuse a abrir la puerta y bajar del auto, cada fibra de mi cuerpo temblaba, y peor empecé a temblar cuando el señor Dawson me sujetó del brazo con fuerza y me llevó prácticamente arrastrando al interior del hotel, mientras la lluvia mojaba su cuerpo y el mío.
Me llevaba prácticamente arrastras por el lobby, la gente nos miraba algo curiosos, no sé si era por el semblante colérico de él, o por mi expresión de pánico, quizás fueron ambas, ¿quién sabe?
— ¡Suéltame! — rogué tratando de zafarme mientras subíamos por las escaleras.
— ¡Cierra la boca! — dijo entre gruñidos, nunca había visto ese lado de Robert, y siendo honestos, me daba más miedo de lo que ya me daba de por sí.
Cuando finalmente llegamos a su habitación, él abrió esta misma y me empujó al interior de la habitación, yo me sujeté a una mesita cercana para no caerme, "¿qué está pasando?" rebotaba por mi mente sin parar.
— Muévete — gruñó jalándome del brazo nuevamente hacía la cama, para tirarme a ella boca arriba, mirándome fijamente con seriedad.
Mi cuerpo entero temblaba, presentía que algo muy malo estaba pasando, pero, irónicamente, sentí algo que llevaba casi una semana sin sentir, deseo; mi cuerpo entero se erizó, mis partes finalmente parecían regresar de su retiro espiritual, porque me estaba empezando a excitar que Robert me atrajera de esa forma, maldigo tanto mi líbido, que me afecta en los momentos menos oportunos.
Oír una risa tosca salir de los labios de Robert me hizo preocuparme.
— Mírate, aún no te he hecho nada, y ya tienes una maldita erección — mi sangre se heló al oírlo decir eso, y al agachar la mirada, el bulto en mi pantalón me hizo sentir una vergüenza tremenda, junté mis manos y las puse entre mis piernas, tratando de ocultar dicha situación, al mismo tiempo que miraba a otro lado con pena, me sentía desagradable al reaccionar de tal forma en una situación así.
Él empezó a reír de forma fría nuevamente, pero su aura seguía siendo pesada, muy tenebrosa.
— ¿Porqué agachas la cabeza? ¿te da pena admitir que eres una perra? — dijo mientras sujetaba una de mis piernas y la jalaba con fuerza.
— No por favor — susurré ahogadamente.
— ¡¿Qué dices?! ¡¿después de tantas noches en las que me rogaste que te follara, hoy me pides que no lo haga?! — jadeé cuando él se me puso encima, sujetando mis manos con mucha fuerza — Te tengo noticias, no soy tu novio para que me des órdenes, o para acatarlas al menos.
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Amor Y Prejuicio /A.Y.A #1/ (+18)
RomansaEl amor no es siempre color de rosas como todo el mundo lo pinta, no es siempre un romance que tarda años en añejar hasta que se vuelve más puro que cualquier cosa que puedas imaginar; ese no fue mi caso, mi caso es cualquier cosa menos romántico o...