— Qué buena estaba la comida — dije mientras caminábamos hacía el auto de Robert, algunas gotas de lluvia empezaban a caer sobre nosotros, mojando el cabello de él y el mío igualmente.
— Me alegra que te haya gustado, la carne es buena para ti, sobre todo estos días que estuviste encerrado sin comer.
— ¿Quién te dijo que estuve— detuve en seco mi pregunta, suspirando levemente al darme cuenta de que era bastante obvio el cómo Robert supo eso. Suspiré moviendo la cabeza de un lado a otro mientras él rodeaba mi cuello con su brazo.
— Mónica me lo dijo, ¿estuvo mal que lo hiciera?
— No, solo... me avergüenza que sepas que me volví un imbécil — murmuré con pesadez, él soltó una leve risa para tomar mi barbilla y alzar mi mirada un poco.
— No digas eso, no fuiste un imbécil, solo estabas deprimido. Imbécil fui yo, sin duda alguna — dijo él suspirando pesadamente, cosa que me hizo voltear a verlo algo curioso.
— ¿Enserio?
— Así es, digamos que hice un pequeño desastre en mi departamento, y la mitad del licor se acabó en tres días.
— Ay Robert — dije con pena para tomar las mejillas de él — Perdóname, suena a que la pasaste muy mal.
— Ambos la pasamos mal, cielo; pero ya eso no importa — murmuró retirando mis manos de su rostro para sonreirme con ternura, tomar mi barbilla, y plantarme un cálido beso en los labios al que no pude evitar corresponder sin duda.
Mi cuerpo empezó a sentir ese calor que tanto extrañaba, no solo el calor corporal de Robert, sino el propio calor interno que sentía cada que él me besaba y pasaba sus manos por mi cuerpo, era una sensación increíble, y de la que definitivamente me volví adicto y plenamente dependiente.
— Debemos irnos — susurró él mientras se apartaba del beso y me sonreía — Debes arreglarte para ir con Mónica.
— No tengo idea de qué usar — dije entre suaves risas algo tímidas.
— No te preocupes por eso, ya improvisaremos algo — mencionó él para tomar mi mano e irnos a su auto, sentía algo de emoción y entusiasmo por la noche, no tenía idea de lo que Mónica tenía preparado, solo esperaba que no fuera algo muy loco, lo único que yo quería era pasar un cumpleaños tranquilo junto a mi mejor amiga y a mi novio.
-
Luego de volver al hotel, me metí a ducharme rápidamente, mientras Robert iba un momento al lobby, me preocupaba cuando el señor Dawson jugaba a ser misterioso, pero en parte me gustaba, porque siempre era tierno ver de qué forma iba a sorprenderme esta vez.
Salí de la ducha con una toalla rodeando mi cadera y usando otra para secar mis brazos y mi pecho, ya mis partes no me dolían, asumo que por la crema que Robert me colocó, me causaba gracia ver lo mucho que se esmeraba en atender y cuidar el área que él mismo lastimó, mi novio siempre fue muy atento, quería esmerarme en actuar de forma más atenta y cariñosa para él, lo merecía, ambos lo merecíamos.
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Amor Y Prejuicio /A.Y.A #1/ (+18)
RomanceEl amor no es siempre color de rosas como todo el mundo lo pinta, no es siempre un romance que tarda años en añejar hasta que se vuelve más puro que cualquier cosa que puedas imaginar; ese no fue mi caso, mi caso es cualquier cosa menos romántico o...