Amor Y Prejuicio /A.Y.A #1/ (+18)

44 - 'Vivir Sin Ti'

Dormía de forma extrañamente pacífica y tranquila, hacía mucho que no dormía de esa forma, pero, había algo diferente, sentía que algo ahí me ayudaba a dormir de mejor forma, ¿qué era exactamente?

Desperté al oír la puerta de la habitación ser tocada con insistencia, y sentir un ligero cambio junto a mí, me hizo darme cuenta de qué era exactamente lo que me ayudaba a dormir, ese calor que mi cuerpo tanto extrañaba, tanto añoraba, y que por más que lo intentaba, no lograba replicar con nada, ni nadie.

— Está dormido — escuché sutilmente mientras abría los ojos, era la voz de Robert, pero también me pareció oír la voz de una mujer.

— ¡Perdóname pero tengo que verlo! — escuché mientras oía unos pasos acelerados acercándose a la cama. Abrí los ojos con dificultad, mientras sentía menos severo el dolor en mi cuerpo, de hecho, había algo distinto, me di cuenta de ello al bajar la mirada, y ver una bolsa de hielo sobre mi vientre, ¿quién la puso ahí? creo que es un poco estúpida y obvia esa pregunta.

— ¿Mónica? — dije al sentarme con dificultad en la cama y ver a la chica rubia que se sentaba junto a mí y me abrazaba con fuerza.

— ¡Ty, Dios mío estaba muy angustiada! ayer te llamé y Robert fue quien me contestó el teléfono diciendo que te sentías mal — miré de reojo hacía la puerta de la habitación, donde el señor Dawson estaba parado mirando hacía fuera de la habitación, apoyado del marco de la puerta con los brazos cruzados, era muy extraño, su distancia, que le dejara a Mónica venir hasta acá a verme — Ty — miré a Mónica cuando ella me habló — ¿Estás bien? luces demacrado.

— Estoy bien — susurré sonriéndole con timidez y tomando su mejilla — No es nada, solo... Tuve una noche difícil.

— Lo imagino — dijo ella haciendo un sutil gesto para señalar al señor Dawson — ¿Porqué está aquí? — susurró.

— Problemas con mi padre — respondí de igual forma.

— Y él y tú... ¿están en buenos términos?

— Yo... l-la verdad no lo sé — dije entre pesados suspiros — Está actuando muy extraño, e-es como si no fuera él.

— Mh, bueno, pero me alegra ver que al menos tú no eres el único que no ha dormido bien — fruncí confundido el ceño al oírle.

— ¿De qué hablas?

— ¿Cómo que de qué? ¿qué acaso no lo has— calló sus palabras al oír cómo cerraban la puerta de la habitación, y unas pisadas lentas avanzaban a la ventana de la misma para abrirla y asomarse por ella, Mónica guardó silencio mirándome preocupada, yo miraba de reojo al señor Dawson, parecía un espectro sin rumbo fijo, condenado a penar por aquella habitación eternamente.