La Fiesta

68 4 0
                                    

Cuando Harry llegó al lugar, se sentía nervioso pero emocionado. Su instructor de francés le recomendó un vino apropiado para llevar a la celebración y también le aconsejó sobre su apariencia. Harry se esmeró en domar su cabello recién cortado con la poción adecuada, se puso un saco verde militar de pana, elegante pero informal, con una bonita camisa blanca debajo, fina pero sencilla, jeans nuevos y a la moda, unos buenos zapatos y un perfume que escogió entre montones que se divirtió probando en un centro comercial. Las miradas que recibió por la calle le indicaron que había elegido bien y eso le hizo sentirse más confiado.

Cuando llegó a la dirección, se presentó en su francés torpe como Harry Potter, amigo de Hannah, y por alguna razón, descubrió que no podía verbalizar el nombre completo de la bruja, lo que le causó gran confusión, pero la mujer que le abrió la puerta asintió encantada y pareció entender la confusión de Harry, así que le hizo pasar rápido, le saludó con un par de besos a la manera francesa y se presentó como Lauren en un inglés con acento, Harry se dio cuenta de que no había preguntado a Hannah si sus anfitriones eran magos o Muggles. No le dio demasiada importancia en ese momento y se dijo que pronto lo averiguaría.

Había varias personas a las que fue presentado, algunos lucían muy bohemios y bien vestidos y Harry se alegró de haber cuidado su apariencia para ir a la fiesta. Dio muchos apretones y fue saludado en francés e inglés acompañado de amable sonrisas. Finalmente, llegaron a un lugar fuera de la casa muy agradable, con un techo enrejado donde había una parra creciendo con hermosos racimos de uva verde y donde Hannah reía divertida conversando con un hombre guapo de cabellos y ojos negros, este reía y su risa era bonita y cantarina. Harry sintió un arrebato de celos que intentó controlar en su interior. El hombre era Jean-Luc Ganio, el anfitrión de la fiesta y resultó ser el esposo de Lauren.

Hannah sonrió cuando vio a Harry y lo presentó a Jean-Luc como un ex compañero de su Colegio en Inglaterra, Jean-Luc le respondió con afecto y le habló en francés, pero Harry no entendió. Hannah rió y negó con la cabeza hacia Jean Luc, le informó que Harry estaba recién llegado y no sabía casi nada del idioma. Harry le miró tristemente sonriendo y se disculpó en torpe francés.

"Excusez-moi, je ne sais pas parler votre belle langue (1)", dijo con muy mala pronunciación hacia el hombre que sonrió encantado.

"Oh, no se preocupe, mon ami, afortunadamente, mi esposa es inglesa y su idioma no me es desconocido, pero lo encuentro tan inharmonieux".

Harry miró a Hannah cuando esta rió. "Dice que el inglés es muy poco armonioso... no le falta razón", Harry asintió y sonrió. Sintió que esa noche la iba a pasar bien.

Luego de compartir un rato con la pareja y Hannah, esta le llevó a la mesa de los aperitivos, que en su mayoría era de quesos, pan, cosas para picar exquisitas y algunas salsas exquisitas, mientras picaba aquí y allá oía a Hannah que conversaba también mientras comía un poco, esta le pidió que la llamara Nina como hacían todos allá, y le dijo además, que mágicamente no podía usar más su apellido de familia por haber sido desheredada y desvinculada de la misma, pero que Theodore Nott le había cedido mágica y legalmente el permiso para usar el apellido de su madre y la había vinculado con su herencia materna, así que ahora se apellidaba Paris. Harry no salía de su asombro y quiso ahondar en el tema, pero obviamente, era doloroso para la bruja, así que cambió rápido del mismo y mientras picaban de los aperitivos ella le contó de su relación con Lauren y Jean-Luc.

Este era Muggle y su esposa Lauren era bruja, y en la fiesta, había un poco de ambos mundos, pero los magos y brujas se comportaban de acuerdo a lo exigido por la ley para no exponer a su mundo y parecían conocerse desde hacía tiempo, así que el ambiente era muy relajado.

Harry empezó a notar que por lo visto, en este país, todas esas restricciones y separaciones entre magos y brujas eran mucho más relajadas y no había tanto desprecio de la gente con magia por sus compatriotas desprovistos de ella. Los magos, le contó Nina como ahora la llamaba, sabían que debían evitar hacer magia o hablar de cosas que sus amigos y conocidos Non-magique no supieran, pero para ellos, era simplemente una regla que tenía su lógica en ser cumplida, no era un gran sacrificio ni se sentían mortificados por ello, simplemente, era lo natural en estas situaciones.

Perdido y Encontrado en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora