Despedidas

109 10 0
                                    

Para bien o para mal, las palabras de Neville habían tocado fibra en Harry. Esa noche, intentó ver televisión pero no pudo concentrase en nada. Se masturbó pero no sintió el mismo morboso placer de antes. La pizza le supo a cartón y la cerveza de mantequilla a nada. Harry maldijo su situación sintiendo que ahora estaba peor, pero al final suspiró resignado, fue a su cuarto de baño, llenó la bañera y permaneció en remojo por mucho rato y luego se aseó a conciencia, cambió las sábanas de su cuarto, se puso piyamas limpias y se acostó con una revista que perteneció a Sirius y que tomó de su cuarto, y no una porno como había hecho en varios días.

Harry ojeó distraído las páginas intentando distraerse, pero de repente algo le llamó la atención: era una foto de las pirámides. Harry recordó cómo los Weasley hacía unos años se ganaron un dinero y fueron a Egipto a ver a Bill, y todos lucían tan felices frente a las Pirámides, sonrientes por unas merecidas vacaciones, Harry recordó las palabras de Neville... viajar.

Él nunca había ido a ningún lado. Jamás había nadado en el mar. El único campamento que había hecho había sido el de sus catorce años cuando el Mundial de Quidditch, y luego, los meses horribles y hambrientos que pasó con Ron y Hermione en la carpa en pleno invierno, días que odiaba y a veces gustaba recordar con cariño. Sus sentimientos eran ambivalentes sobre ese tiempo tan duro de su vida y definitivamente, no se podían relacionar con un paseo ni como una distracción.

¿Qué tal si Harry, como decía Neville, se daba un tiempo para viajar y descubrir lo que quería hacer con su vida?

Después de todo, él solo sabía lo que no quería hacer... no quería ser Auror, no quería ser Jugador de Quidditch Profesional, no quería fama ni estar en los medios... no quería ser Pocionista, ni Sanador... pero él había amado enseñar, al menos por una época, Harry amó ser el líder del ED y enseñarles a todos sus conocimientos en DCAO... ¿sería esa su vocación? ¿la de ser docente?... Pero había tantas cosas más, tantas profesiones más... ser un Rompe Maldiciones sonaba cool, no era una lucha contra magos malignos sino un trabajo de investigación y también llevaba acción.

Hagrid amaba cuidar las criaturas mágicas y creía que a Luna le gustaba lo mismo, así como Neville amaba la Herbología... pero él... ¿para qué era bueno Harry Potter, además de para ser saco de boxeo de su primo, Buscador de Gryffindor, líder de una rebelión contra una profesora malvada, cuidar del jardín de su tía, cocinar la cena para sus horribles parientes, limpiar los calderos para Snape, hacer planas con su propia sangre...? Harry negó con la cabeza y se sintió frustrado.

Tal vez, aún no había conseguido su camino, pero metido allí, en su mugre casa con su odioso elfo doméstico, sin bañarse, cambiarse de ropa ni salir, comiendo y bebiendo hasta hartarse comida nada saludable, seguro que no lo iba a saber tampoco.

Harry se dijo que su primera decisión, era saber qué hacer con esa casa.

Si iba a conservarla, no podía seguir en ese estado. Y si la iba a vender, era mucho mejor saber si valía la pena adecuarla para hacerlo y que valiera más, o si no valía la pena y era mejor venderla así de horrible y no invertir tiempo en ella.

Harry analizó sus sentimientos y se dijo que Sirius odiaba esa puta casa. Odiaba el cuadro de su madre, la decoración, y todo lo que representaba la misma. Así que se decidió: iba a venderla. Pero iba a conseguirse un buen asesor inmobiliario que no lo robara y le diera ganancias por ella; eso, sabía, lo habría aprobado su Padrino.

Con una primera decisión, Harry se durmió por fin a más de las dos de la mañana.

-*-

Al día siguiente, Harry le escribió a Bill Weasley y este poco después le recomendó un Agente de Remodelación de confianza. Harry llamó a Kreacher y le ordenó limpiar la casa. El elfo refunfuñó un poco pero empezó a hacerlo y Harry le ayudó. Salió y compró comida sana e hizo un almuerzo más casero y bueno para él mientras Kreacher recogía su habitación, y luego el salón, y así, poco a poco, mientras Harry se ejercitaba en las mañanas, salía de compras, hacía la comida y ayudaba a botar cosas viejas, Kreacher limpiaba cada habitación minuciosamente, empezó a sentir que todo iba mejorando en su vida. Pronto la casa empezó a lucir, si no bonita, por lo menos más limpia.

Perdido y Encontrado en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora