Fiesta y Tragedia

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Harry compró entradas para todos para la Ópera y dijo que era para celebrar anticipadamente el cumpleaños de Hannah - no logró cómo planear que Hermione fuera a solas con Theo - pero hizo lo posible para que ella y Theo se sentaran juntos, y se puso al otro lado de Hermione, con Nina a su izquierda, Draco a la izquierda de esta y Draco con Camille que fue invitada y aceptó feliz.

Harry no entendió nada y se le hizo una presentación eterna, aunque tenía que admitir que las voces de los artistas eran maravillosas y el teatro era deslumbrante.

Hermione, quien admitió que no sabía nada de la obra, pareció quedarse hipnotizada con la misma, y en algún momento, en la parte trágica, lloró sin darse cuenta, y Theo le pasó un pañuelo mirándola con ojos brillantes. Ella sonrió avergonzada y se secó las lágrimas y Harry sintió que había anotado un golazo y había valido la pena el gasto, sobre todo porque Hannah también estaba emocionada, Draco se veía también feliz y disfrutando, y Camille, que no podía ver a los cantantes, lloraba emocionada por la música y las voces maravillosas de los artistas.

Luego, todos fueron a cenar y Camille se mostró tan agradecida y conmovida por la invitación que Harry se sintió culpable de su motivo secreto para ir al teatro con todos. Sin embargo, su táctica había dado frutos. Hermione oía a Theo extasiada hablando sobre la obra, su significado y el por qué del final trágico de la historia. Ella asentía sonriendo con las mejillas sonrosadas y no interrumpía su experta pero amigable explicación. Draco le miró y puso los ojos en blanco y en algún momento le dijo, "Buena movida, Potter", Harry se sintió más que feliz.

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El día del cumpleaños de Hannah, Hermione ayudó a Harry y Draco a preparar todo mientras Theo trabajaba en el Ministerio.

Toda la decoración fue dorada y Harry contrató a una agencia de festejos que ofrecía réplicas de estatuas griegas, sirvieron la comida en tazones dorados, había muchas uvas, vino, manzanas, pan, queso y cordero asado entero del que picaron y comieron hasta reventar, y todos acordaron vestirse al estilo griego con túnicas y laurel en la cabeza, fue demasiado divertido y extravagante.

No habría magia porque además de Camille, Hannah invitó a algunos amigos de la universidad que eran Muggles. El pastel tenía la figura que representaba una moneda antigua con el perfil de Alejandro Magno, y a Hannah le hicieron – cortesía de Luna quien lo hizo en Londres y lo envió por correo – un sombrero con cabeza de León que se puso mucho tiempo en la fiesta mientras bebía vino de una gran copa dorada, cortesía de André, y que debían devolver intacta porque era una antigüedad muy valiosa.

Fue una fiesta muy divertida. Harry contrató una bailarina que interpretó un baile árabe, en inspiración de lo que una vez ella le contó sobre como Alejandro se enamoró de una princesa persa y se casó con ella.

Hannah, vestida con una túnica blanca y pulseras doradas, amó cada segundo de la fiesta.

Cuando abrió los regalos, casi se muere de emoción cuando abrió el regalo de Harry: una réplica del busto de Alejandro que encargó a un amigo suyo de la Academia de Artes de la parte de Escultura y que quedó bastante bien.

Hermione le dio unos pendientes de aire griego, con ojos turcos, Theo un libro que Hannah estaba buscando desde hace tiempo y que estaba agotado en Francia sobre Alejandro Magno, Draco unas pulseras doradas que se puso de inmediato junto a las que ya cargaba, igual que los sarcillos de Hermione, Lauren y Jean-Luc le dieron un día en un spa para dos, y André, le dio un regalo que opacó al de todos: la nombró la heredera formal y legal de su tienda de antigüedades, Hannah lloró a moco suelto y se abrazó al viejo mago sollozando emocionada diciendo que era demasiado y que no lo merecía mientras él le decía que se dejara de tonterías y que era la hija que siempre soñó tener.

Perdido y Encontrado en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora