capitulo 11

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Indecisa, vacilé, pero me apresuré a salir en cuanto sonó el primer toque del timbre después de confirmar con una última mirada que ella no se había movido ni un centímetro. Me apresure a llegar a clase, con la cabeza llena de preguntas sin respuestas. Afortunadamente, dejo de llover y llegue antes que el profesor Banner. Kai y hyuna me miraban con resentimiento y sorpresa. Luego, el profesor Banner entra sosteniendo cajitas de cartón y le pide a kai que las distribuya por la clase.

—De acuerdo, chicos, quiero que todos toméis un objeto de las cajas.

El sonido estridente de los guantes de goma contra sus muñecas se me antojó de mal augurio.

—El primero contiene una tarjeta de identificación del grupo sanguíneo —continuó mientras tomaba una tarjeta blanca con las cuatro esquinas marcadas y la exhibía—. En segundo lugar, tenemos un aplacador de cuatro puntas —sostuvo en alto algo similar a un peine sin dientes—. El tercer objeto es una micro-lanceta esterilizada —alzó una minúscula pieza de plástico azul y la abrió. La aguja de la lanceta era invisible a esa distancia, pero se me revolvió estómago.

—Voy a pasar con un cuentagotas con suero para preparar vuestras tarjetas, de modo que, por favor, no empecéis hasta que pase yo... — comenzó de nuevo por la mesa de Mike, depositando con esmero una gota de agua en cada una de las cuatro esquinas—. Luego, con cuidado, quiero que os pinchéis un dedo con la lanceta.

Tomó la mano de kai y le punzó la yema del dedo corazón con la punta de la lanceta. Oh, no. Un sudor viscoso me cubrió la frente.

—Depositad una gotita de sangre en cada una de las puntas —hizo una demostración. Apretó el dedo de kai hasta que fluyó la sangre. Tragué de forma convulsiva, el estómago se revolvió aún más—. Entonces las aplicáis a la tarjeta del test —concluyó.

Sostuvo en alto la goteante tarjeta roja delante de nosotros para que la viéramos. Cerré los ojos, intenté oír por encima del pitido de mis oídos.

—El próximo fin de semana, la Cruz Roja se detiene en Port Angeles para recoger donaciones de sangre, por lo que he pensado que todos vosotros deberíais conocer vuestro grupo sanguíneo —parecía orgulloso de sí mismo—. Los menores de dieciocho años vais a necesitar un permiso de vuestros padres... Hay hojas de autorización encima de mi mesa.

Siguió cruzando la clase con el cuentagotas. Descansé la mejilla contra la fría y oscura superficie de la mesa, intentando mantenerme consciente. Todo lo que oía a mí alrededor eran chillidos, quejas y risitas cuando se ensartaban los dedos con la lanceta. Inspiré y expiré de forma acompasada por la boca.

—jennie, ¿te encuentras bien? —preguntó el señor Banner. Su voz sonaba muy cerca de mi cabeza. Parecía alarmado.

—Ya sé cuál es mi grupo sanguíneo, señor Banner —dije con voz débil. No me atrevía a levantar la cabeza.

— ¿Te sientes débil?

—Sí, señor —murmuré mientras en mi fuero interno me daba de bofetadas por no haber hecho novillos cuando tuve la ocasión.

—Por favor, ¿alguien puede llevar a jennie a la enfermería? —pidió en voz alta. No tuve que alzar la vista para saber que kai se ofrecería voluntario.

— ¿Puedes caminar? —preguntó el señor Banner.

—Sí —susurré. Limítate a dejarme salir de aquí, pensé. Me arrastraré. Kai parecía ansioso cuando me rodeó la cintura con el brazo y puso mi brazo sobre su hombro. Me apoyé pesadamente sobre él mientras salía de clase. Muy despacio, crucé el campus a remolque de kai. Cuando doblamos la esquina de la cafetería y estuvimos fuera del campo de visión del edificio cuatro —en el caso de que el profesor Banner estuviera mirando—, me detuve.

crepúsculo (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora