capitulo 19

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Rápidamente saqué del plato otro ravioli con el tenedor, lo hice estallar en mi boca y mastiqué de forma apresurada.

—Seguirte el rastro es más difícil de lo habitual. Normalmente puedo hallar a alguien con suma facilidad siempre que haya «oído» su mente antes —me miró con ansiedad y comprendí que me había quedado helada. Me obligué a tragar, pinché otro ravioli y me lo metí en la boca. —Vigilaba a krystal sin mucha atención... Como te dije, sólo tú puedes meterte en líos en Port Angeles. Al principio no me di cuenta de que te habías ido por tu cuenta y luego, cuando comprendí que ya no estabas con ellas, fui a buscarte a la librería que vislumbré en la mente de krystal. Te puedo decir que sé que no llegaste a entrar y que te dirigiste al sur. Sabía que tendrías que dar la vuelta pronto, por lo que me limité a esperarte, investigando al azar en los pensamientos de los viandantes para saber si alguno se había fijado en ti, y saber de ese modo dónde estabas. No tenía razones para preocuparme, pero estaba extrañamente ansiosa...

Se sumió en sus pensamientos, mirando fijamente a la nada, viendo cosas que yo no conseguía imaginar.

—Comencé a conducir en círculos, seguía alerta. El sol se puso al fin y estaba a punto de salir y seguirte a pie cuando...

—enmudeció, rechinando los dientes con súbita ira. Se esforzó en calmarse.

— ¿Qué pasó entonces? —susurré. Lisa seguía mirando al vacío por encima de mi cabeza.

—Oí lo que pensaban —gruñó; al torcer el gesto, el labio superior se curvó mostrando sus dientes—, y vi tu rostro en sus mentes.

De repente, se inclinó hacia delante, con el codo apoyado en la mesa y la mano sobre los ojos. El movimiento fue tan rápido que me sobresaltó.

—Resultó duro, no sabes cuánto, dejarlos... vivos —el brazo amortiguaba la voz—. Te podía haber dejado ir con krystal y hyuna, pero temía —admitió con un hilo de voz— que, si me dejabas sola, iría a por ellos.

Permanecí sentada en silencio, confusa, llena de pensamientos incoherentes, con las manos cruzadas sobre el vientre y recostada lánguidamente contra el respaldo de la silla. Ella seguía con la mano en el rostro, tan inmóvil que parecía una estatua tallada. Finalmente alzó la vista y sus ojos buscaron los míos, rebosando sus propios interrogantes.

— ¿Estás lista para ir a casa? —preguntó.

—Lo estoy para salir de aquí —precisé, inmensamente agradecida de que nos quedara una hora larga de coche antes de llegar a casa juntos. No estaba preparada para despedirme de ella. La camarera apareció como si la hubiera llamado, o estuviera observando.

— ¿Qué tal todo? —preguntó a lisa.

—Dispuestas para pagar la cuenta, gracias.

Su voz era contenida pero más ronca, aún reflejaba la tensión de nuestra conversación. Aquello pareció acallarla. Lisa alzó la vista, aguardando.

—Claro —tartamudeó—. Aquí la tiene.

La camarera extrajo una carpetita de cuero del bolsillo delantero de su delantal negro y se la entregó. Lisa ya sostenía un billete en la mano. Lo deslizó dentro de la carpetita y se la devolvió de inmediato.

—Quédese con el cambio. — Sonrió, se puso de pie y le imité con torpeza. Ella volvió a dirigirle una sonrisa insinuante.

—Que tengan una buena noche. —lisa no apartó los ojos de mí mientras le daba las gracias. Reprimí una sonrisa. Caminó muy cerca de mí hasta la puerta, pero siguió poniendo mucho cuidado en no tocarme. Recordé los comentarios sobre la relación de krystal con Kai y cómo casi habían avanzado hasta la fase del primer beso y suspire. Lisa noto mi reacción y me miro curiosamente. Me sentí agradecida de que no pueda leer mis pensamientos. Lisa abrió la puerta del copiloto para que entre al auto y la cerro suavemente. Mientras conducía hacia la autopista, admire la elegancia de Lisa.

crepúsculo (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora