capitulo 12

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Kai Volvió a mirarme con gesto malhumorado.

—Tienes mejor aspecto —me acusó.

—Ocúpate de tus asuntos —volví a avisarle.

—Ya no sangra nadie más —murmuró—. ¿Vas a volver a clase?

— ¿Bromeas? Tendría que dar media vuelta y volver aquí.

—Sí, supongo que sí. ¿Vas a venir este fin de semana a la playa? — Mientras hablaba, lanzó otra mirada fugaz hacia lisa, que se apoyaba con gesto ausente contra el desordenado mostrador, inmóvil como una estatua. Intenté que pareciera lo más amigable posible:

—Claro. Te dije que iría.

—Nos reuniremos en la tienda de mi padre a las diez. — Su mirada se posó en lisa otra vez, preguntándose si no estaría dando demasiada información. Su lenguaje corporal evidenciaba que no era una invitación abierta.

—Allí estaré —prometí.

—Entonces, te veré en clase de gimnasia —dijo, dirigiéndose con inseguridad hacia la puerta.

—Hasta la vista —repliqué.

Me miró una vez más con la contrariedad escrita en su rostro redondeado y se encorvó mientras cruzaba lentamente la puerta. Me invadió una oleada de compasión. Sopesé el hecho de ver su rostro desencantado otra vez en clase de Educación física.

—Gimnasia —gemí.

—Puedo hacerme cargo de eso —no me había percatado de que lisa se había acercado, pero me habló al oído—. Ve a sentarte e intenta parecer paliducha —murmuró.

Esto no suponía un gran cambio. Siempre estaba pálida, y mi reciente desmayo había dejado una ligera capa de sudor sobre mi rostro. Me senté en una de las crujientes sillas plegables acolchadas y descansé la cabeza contra la pared con los ojos cerrados. Los desmayos siempre me dejaban agotada. Oí a lisa hablar con voz suave en el mostrador.

— ¿Señora Cope?

— ¿Sí?

No la había oído regresar a su mesa.

—jennie tiene gimnasia la próxima hora y creo que no se encuentra del todo bien. ¿Cree que podría dispensarla de asistir a esa clase? —su voz era aterciopelada. Pude imaginar lo convincentes que estaban resultando sus ojos.

—Lisa —dijo la señora Cope sin dejar de ir y venir. ¿Por qué no era yo capaz de hacer lo mismo? —, ¿necesitas también que te dispense a ti?

—No. Tengo clase con la señora Goff. A ella no le importará.

—De acuerdo, no te preocupes de nada. Que te mejores, jennie —me deseó en voz alta.Asentí débilmente con la cabeza, sobreactuando un poquito.

— ¿Puedes caminar o quieres que te lleve en brazos otra vez?

De espaldas a la recepcionista, su expresión se tornó sarcástica.

—Caminaré.

Me levanté con cuidado, seguía sintiéndome bien. Mantuvo la puerta abierta para mí, con la amabilidad en los labios y la burla en los ojos. Salí hacia la fría llovizna que empezaba a caer. Agradecí que se llevara el sudor pegajoso de mi rostro. Era la primera vez que disfrutaba de la perenne humedad que emanaba del cielo.

—Gracias —le dije cuando me siguió—. Merecía la pena seguir enferma para perderse la clase de gimnasia.

—Sin duda.

crepúsculo (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora