capitulo 46

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La única expresión que podía adoptar sin meter la pata era la de una muerta, con gesto ausente. La vi alarmarse, y no quise darle ocasión de que me preguntara. Sólo tenía un guión preparado y no me sentía capaz de improvisar ahora.

—Mi madre estaba preocupada, quería venir a Phoenix —mi voz sonaba sin vida—. Pero todo va bien, la he convencido de que se mantenga alejada.

—Nos aseguraremos de que esté bien, Jen, no te preocupes.

Le di la espalda para evitar que me viera el rostro. Mis ojos se detuvieron en un folio en blanco con membrete del hotel encima del escritorio. Me acerqué a él lentamente, con un plan ya formándose en mi cabeza. También había un sobre. Buena idea.

—Jisoo —pregunté despacio, sin volverme, manteniendo inexpresivo el tono de voz—, si escribo una carta para mi madre, ¿se la darás? Quiero decir si se la puedes dejar en casa.

—Sin duda, Jennie —respondió con voz cautelosa, porque veía que estaba totalmente destrozada. Tenía que controlar mejor mis emociones. Me dirigí de nuevo al dormitorio y me arrodillé junto a la mesita de noche para apoyarme al escribir.

—Lisa... —garabateé. Me temblaba la mano, tanto que las letras apenas eran legibles.

Te quiero. Lo siento muchísimo. Tiene a mi madre en su poder y he de intentarlo a pesar de saber que no funcionará. Lo siento mucho, muchísimo.

No te enfades con jisoo y jimin, si consigo escaparme de ellas será un milagro, dales las gracias de mi parte en especial a jisoo por favor.

Y te lo suplico por favor no la sigas, creo que eso es precisamente lo que quiere. No podría soportar que alguien saliera herido por mi culpa, especialmente tú, por favor es lo único que te pido. Hazlo por mí. Te quiero, perdóname.

Jennie

Doblé la carta con cuidado y sellé el sobre. Ojalá que lo encontrara. Sólo podía esperar que lo entendiera y me hiciera caso, aunque fuera sólo esta vez. Y también sellé cuidadosamente mi corazón.

Todo el pavor, la desesperación y la devastación de mi corazón habían requerido menos tiempo del que había pensado. Los minutos transcurrían con mayor lentitud de lo habitual. Jimin aún no había regresado cuando me reuní con jisoo. Me atemorizaba permanecer con ella en la misma habitación —por miedo a lo que pudiera adivinar— tanto como rehuirla, por el mismo motivo. Creía que mis pensamientos torturados y volubles harían que fuera incapaz de sorprenderme por nada, pero me sorprendí de verdad cuando la vi doblarse sobre el escritorio, aferrándose al borde con ambas manos.

— ¿jisoo?

No reaccionó cuando mencioné su nombre, pero movía la cabeza de un lado a otro. Vi su rostro y la expresión vacía y aturdida de su mirada. De inmediato pensé en mi madre. ¿Era ya demasiado tarde? Me apresuré a acudir junto a ella y sin pensarlo, extendí la mano para tocar la suya.

— ¡jisoo! —exclamó jimin con voz temblorosa. Éste ya se hallaba a su lado, justo detrás, cubriéndole las manos con las suyas y soltando la presa que la aferraba a la mesa. Al otro lado de la sala de estar, la puerta de la habitación se cerró sola con un suave chasquido.

— ¿Qué ves? —exigió saber. Ella apartó el rostro de mí y lo hundió en el pecho de jimin.

—Jennie —dijo jisoo.

—Estoy aquí —repliqué.

Aunque con una expresión ausente, jisoo giró la cabeza hasta que nuestras miradas se engarzaron. Comprendí inmediatamente que no me hablaba a mí, sino que había respondido a la pregunta de jimin.

crepúsculo (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora