VIII.

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El frio viento de finales de otoño recorrieron las calles de Ostania, haciendo que un globo se soltara de las manos de un niño y varias faldas se agitaran por el viento, provocando que varias personas temblaran por la baja temperatura

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El frio viento de finales de otoño recorrieron las calles de Ostania, haciendo que un globo se soltara de las manos de un niño y varias faldas se agitaran por el viento, provocando que varias personas temblaran por la baja temperatura.

Pronto terminaría el otoño, por lo que las hojas seguían cayendo de los arboles en los parques y en las calles, pintando en suelo de concreto de tonalidades amarillas, naranjas y cafés.

Descendió del auto, sintiendo aquella ventisca, agradeciendo por llevar su abrigo caliente y su bufanda. No era demasiado partidario del frio, preferia el clima templado, aunque de niño había disfrutado mucho las guerras de nieve que había tenido con sus amigos. Ahora no le desagradaba pero si le preguntaba preferia el clima caliente. Observó a su alrededor, viendo algunos alumnos platicando, algunas chicas riendo al verlo pasar, susurrando cosas que él había escuchado anteriormente.

No era una sorpresa el interés que ocasionaba en el sector femenino, aunque tenía la mala suerte de que la persona que le interesaba, la única a la cual le interesaba que pensaba de él, parecía tan ausente de cualquier interés suyo. Al menos eso servia para dejar en claro al resto de las estudiantes del Edén en no acercarse a él.

Caminó por el pasillo central que te permitia ingresar al Edén, solo quería llegar al salón de clase y disfrutar de la calefacción, además de una buena bebida caliente.

—¡Segundo!

Un grito lo hizo detenerse y girar para mirar atrás, viendo a Anya acercándose con la mano en alto saludando y con esa sonrisa tan sencilla en ella.

—Casi llegas tarde. —Informó al ver la hora en su reloj en su muñeca.

—Casi, pero no ha sido asi, Anya se entretuvo más de la cuenta en desayunar y el autobús me dejó, papá tuvo que traerme. —Lo cual no lo había hecho muy feliz al tener que regresar sobre sus pasos cuando vio a su hija quedarse viendo el autobús a lo lejos.

Damian giró los ojos como si eso fuera lo más tonto que escuchaba. La vio levantar las manos, unirlas y soplar dentro para calentarse.

—Siempre eres tan torpe. — No sabía como podía tomarse las cosas con tanta calma.

Se quitó la bufanda que cubria su cuello y se acercó, colocándose en el cuello, su corazón se agitó ante la cercania pero lo ignoró. Acomodó la bufanda correctamente y la observó con las mejillas sonrojadas por el frio.

Las cosas con Anya habían mejorado exponencialmente, considerando que él se había sentido tan perdido desde hace unas semanas. Desde sus primeras interacciones con Demetrius y verla en la mansión Desmond por Demetrius había sido un golpe realmente duro. Muchas dudas, preguntas e inseguridades lo aturdieron, llevándose a preguntar que es lo que ella podría pensar sobre sus acciones y como él debería sentirse.

Había decidido dejar aquello de lado, ignorarlo lo mejor posible, pero las cosas se pusieron realmente difíciles cuando se enteró que Anya había salido con Demetrius. Algo que él hubiera ignorado si no lo hubiera escuchado, no creía que Anya fuera a contárselo, porque de ser asi ya lo habría hecho. Recordó que la había invitado a salir ese viernes y ella había dicho que ya tenia planes, él había dado por hecho que era con Becky, pero vaya que había sido su sorpresa al ver que ella salió con su hermano mayor.

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