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1915

La fría tormenta con el pasar de los minutos se ponía cada vez más agresiva como si estuviera enojada por algún motivo.

En el frío bosque se encontraba una pequeña cabaña siendo iluminada por el pequeño humo de la chimenea, de solo ver la calidez que brotaba de dicha cabaña, el de hembras claras no dudaba de su decisión, se encaminó con paso seguro pero con un nerviosismo que se notaba a kilómetros del bosque, cuando llegó al frente de la cabaña dudo si tenía que ir se o atreverse, pero su impulso le ganó siendo así que tocó la puerta Dos veces esperando que la persona detrás de esa puerta nunca abriera, pero su deseo se vio frustrado por una mujer de 18 años de edad de piel clara que hasta le nieve podría tenerle invidia, sus ojos verdes como una piedra JADE y su pelo que siempre le recordaba a los árboles de cerezo.

-Sanemi dios mio que haces a estas horas por aquí- La dulce mujer agarro el  brazo de dicha persona para hacerlo pasar a su acogedora morada.

-Estas helado espérame aquí no tardo-El de hembras blancas no podía hablar de lo nervioso que estaba, estaba a solas con la mujer que le gusta y eso lo mataba de los nervios.

Mirando el lugar observo que ella estaba cocinando antes de su dicha llegada y a decir verdad el aroma que salía de la cocina lo dejaba cautivado.

-Sanemi aquí tienes una yukata para que te cambies y vengas a cenar conmigo esta noche- Sus simples últimas palabras lo dejaron sin aliento, sintiendo como sus mejillas se ponían rojas y más se noto cuando la miro de frente en sus ojos, esos ojos que daría lo que fuera para poder verlos toda su vida.

Llegando a la habitación más cercana se desplomó de su ropa húmeda por la tormenta y comenzó a poner dicha prenda entregada por la chica de sus pensamientos, el color de Yukata hacia fuego con su pelo por la similitud del color, ahora que estaba más cómodo podía sentirse menos nervioso pero era todo lo contrario al salir por esta puerta ya no hay vuelta atrás.

-Ara~ Sanemi ya estas listo si gustas te puedes sentar para cenar- Con esas simples palabras se encaminó a la mesa y se sento mientra sus manos se comían sus rodillas para calmar sus nervios, no sabe cuanto tiempo estuvo en sus pensamientos pero ya se encontraba ella alfrente de el.

-Y a que se debe tu visita?-

-Yo la verdad no se, solo quería verte Akira-

-Valla y elegiste el mejor tiempo- La risa de ella era como música para los tímpanos de el.

En la cena solo se escuchaba las gotas de la lluvia pero esta sonaba más calmada como si supiera lo que venía y calmada esperaba el momento, estos dos enamorados comían en silencio pero los pensamientos del hembras claras no lo dejaba disfrutar dicha delicia y eso le molestaba, aquellas palabras o mejor dicho letras no salían de su cabeza pero lo que era claro es que tenía la respuesta, solo que no sabia en qué momento decirlo a ella,
¿Y si todo fue una broma? Y si ella no sentía eso de verdad y el solo pensaba sin cesar, sin esperar más la miro y con toda la valentía del mundo se declaró.

-Akira sobre la carta del otro día...- Ella dejo de comer y de la pura vergüenza se quemo, se levantó lo más rápido para mojarse la mano con el agua helada y detrás de ella estaba el con su cara de preocupación.

-Aver déjame ver- El suave tacto de su piel lo volvía loco y sus pensamientos se hacían cada vez más fuerte, sentía su mirada en el, y se atrevió y la miró a los ojos eso ojos que muchas veces los vio llorar, reír y enojados, dejó de lado la mano lastimada de ella para acariciar sus mejillas, pasar su pulgar por la nariz de ella hasta llegar a sus apetitoso labios.

-Akira me enamore de tus miedos, por que de tu sonrisa cualquiera puede hacerlo y yo no te voy amar como cualquiera-

La lluvia en ese momento para como si quisiera que todo el mundo sepa lo recién dicho, la joven mujer se quedó sin palabras por las palabras de el o mejor dicho su declaración, sus pálidas mejillas se ponía rosadas y sus ojos comenzaban a mirar hacia otro lado por la vergüenza, pero poco le duró cuando el de hembras clara comenzó a besar su frente, mejillas su nariz hasta llegar a sus labios, pero antes de sellar su amor la miro a los ojos y la beso no era un beso con otras intenciones lo contrario era lento y demostraba todos sus sentimientos guardados por años.

La timida Akira se miraba en el espejo de su baño, nerviosa por la declaración de amor de su compañero de habitació, que hablando de él se encontraba afuera nervioso, ya estando ella lista con su Yukata miro su habitación está un poco  helado por el clima pero para ellos no era una molestia, ella se acercó al tocador para cepillar su cabello antes de dormir pero la verdad de solo pensar que compartirá futon con el le ponía la piel de gallina.

-Akira ¿Yo te gusto?- ella se quedo helada por tal pregunta.

-¿Por preguntas eso Sanemi?- Ella se giro para mirarlo, para saber que dice su mirada, sus gestos.

-Por que mírame y luego a ti, hay muchos hombres que sueñan por tener a una persona como tu a su lado- Ella pude ver como el miraba sus cicatrices y eso la hizo dudar de sus acciones pero, que más daría si ya son uno.

Sin esperar más ella se acercó a él y comenzó a besar todas sus cicatrices mientras pasaba su mano por detrás de la cabeza de él.

-Me gustas Sanemi, me enamore de tus cicatrices, por que son el mapa de tu pasado escrito en tu piel- Ella comenzó a besar la cicatrices de su pecho apartando la Yukata de el.

-Me enamore de tus heridas, por que cada vez que las rozo y tu las escondias, me hacías querer estar cerca de ti-

Ella quería seguir con sus besos pero el de hembras claras la tomó de su mejillas tan delicada mente, solo para mirarla con amor y un toque de lujuria en sus ojos.

-Te amo Akira.

La puso debajo de ella de una forma tan suave mientras besaba cada rincón de ella buscando algún lugar que el no conozca o por descubrir, comenzó a tocar todo el cuerpo de su amada, mientras que ella dibujaba con sus dedos en la espalda de él, mientras le suspiraba en su oreja por el simple tacto de el hacia ella, cuando la ropa comenzó a molestar se quedaron como el mundo los trajo y la lujuria tocaba la puerta de la casa, mientras la lluvia comenzaba a sonar fuerte para que este momento tan íntimo, que solo la lluvia quería sentirse testigo de esto, mientras ellos se unían en un van y ven de caderas y mordidas, en la mente de ella solo pensaba en algo.

Sanemi Te confiaré mi piel,
con sus lunares y sus cicatrices,
los rincones secretos.
aquellos que nadie ha explorado,
te confiaré todos mis sueńos,
incluso aquellos que por miedo no los digo,
te hablaré de mi pasado para que entiendas
por qué me he vuelto desconfiada,
te mostraré las fotos de cuando era niña,
en las que rio, en las que se nota mi inocencia
te darás cuenta que no he cambiado
contigo no solo me quitaré la ropa,
también me quitaré los escudos,
presiento que por primera vez
no voy a necesitarlos.


La Pilar Del Cerezo.| SanemiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora