CASADA CON LA DUQUESA (G!P)

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Apenas si hace un día de nuestro regreso a casa, sigo un poco molesta por el compromisos de Ruby, y lo que más me molesta es que por mucho que me disguste no puedo hacer nada, nos ha tocado nacer en un tiempo en el que no somos más que meros objetos, primero debemos servir a nuestro padre y después las órdenes de nuestros esposos oh esposas, no se nos permite pensar, ni hacer cosas por nosotras mismas.

Si el compromiso lo hubiera anunciado cualquier otro noble, se podría disolver pero no tuvo que ser la  mismísima reina Jisoo ,la que se emcaprichara de ver a su hijo casado con la hija de la  Duquesa.

Solo espero que el mismo príncipe llegado a una edad rompa el compromiso, ya que Ruby no lo puede hacer. Para eso aún faltan diecisiete años, así que lo mejor será que lo olvidé por el momento.

Rosé está triste, lo puedo notar en sus ojos, se que no es feliz en el palacio y también dudo que lo sea en su matrimonio, puedo ver como mira a la reina con amor y devoción, en cambio la  reina Jisoo no le muestra esas miradas. Siento tanto que mi mejor y única amiga tenga que pasar por una vida desdichada, ojalá y Dios se apiade de ella y le dé el amor que nunca ha tenido.

— Jennie esta carta llegó ayer—  dice Lisa entregándome un sobre.

Miro el sobre y no tiene sello, no se de quién se puede tratar. Cojo el abre cartas y rasgo el borde, saco el papel doblado del interior.

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Querida Jennie

Te escribo estas letras, comunicándote que padre está muy enfermo, el doctor aviso que está en su lecho de muerte.

El ha pedido despedirse de ti antes de partir al lado de madre.

Se que no deseas verlo, se que debes de estar enfadada por entregarte como una simple mercancía. Pero el te quiere y siempre lo ha hecho.

Si te obligo a aceptar tu matrimonio con la Duquesa, no fue por la dote que ella, le dio, si no porque sabía que tendrías una vida a su lado.

Espero consideres venir a casa y despedir a padre en paz.

Atte. Tu hermana Irene.

Doblo la carta y las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, Lisa se acerca preocupada, solamente puedo abrazarla y llorar en sus brazos. No esperaba este desenlace, tenía pensado visitar a mis hermanas pero nunca pensé que pudiera volver a casa para despedirme de mi padre moribundo.

— Lisa necesito volver a casa, mi padre está muy enfermo, mi hermana me dice que está en su lecho de muerte.— digo sollozando.

— Está bien saldremos mañana—

— No Lisa igual mañana sea tarde, quiero partir ya. En unas horas estaremos allí.—

— Esta bien diré que preparen el carruaje y no se deshagan las maletas aun.—

— Gracias mi amor— digo agradecida y en un susurro.

— Tendré que complacerte continuamente para que me llames siempre en ese modo.— dice marchándose sonriente.

El viaje en carruaje cada vez se me hace más pesado y más cuando hace tampoco tiempo que regresamos de la capital, asomo mi cabeza por una de las ventanas puedo ver qué estamos llegando a la aldea, al fin digo en mi mente y suspiro.

Bajo del carruaje con ayuda de Lisa, no me he traído a mi dama de compañía, he preferido que solar descanse del viaje. Lisa se ha marchado para arreglar nuestra estancia en la posada, no creo que a ella, le guste hospedarse en estos lugares pero aquí no hay muchos más sitios.

Ella me ha dicho que ha dormido en sitios peores, y la verdad es que lo creo en sus múltiples batallas habrá dormido en cualquier lugar.

Llamo a la puerta Nayeon y Irene salen a mi encuentro, están tan mayores en apenas un año han crecido demasiado, ellas miran con asombro el bulto dormido que cargo en mis brazos, al menos Irene lo hace, Nayeon tiene la vista puesta en mi vestido. Creo que mal crié demasiado a esta niña.

— ¿No piensan saludar a su hermana, o están esperando a alguien más?—  digo sonriendo.

— Sii— dice Irene acercándose a mi, destapó la cabecita de Ruby para que la pueda ver.

— Ella es Ruby su sobrina—

— Es muy bonita se parece a ti, ¿la puedo cargar? — dice Irene emocionada.

Le entrego a Ruby, veo la felicidad en la cara de mi hermana y paso dentro de la casa, la verdad es que no ha cambiado mucho, podría haber arreglado unas cuantas cosas con el dinero que les dio Lisa, espero que no lo halla derrochado...

Sigo a Nayeon hacia el dormitorio de nuestro padre, paso a la habitación, él está tumbado en la cama, su cara está pálida y sus ojos permanecen cerrados.

— Padre, despierte Jennie ha llegado— dice Nayeon con voz dulce.

Nuestro padre abre los ojos y me mira fijamente, puedo ver lágrimas resbalar de sus ojos.

— Padre todo está bien, no estoy enfadada no es necesario que diga nada, es más hay alguien que lo quiere conocer—

Pido a Irene que me entrege a Ruby.

— Padre esta es Ruby Jane Manobal kim su nieta, Ruby saluda a tu abuelo—  mi pequeña hace un gorgojeo y sonríe.

— Le has puesto como tú madre, es igual a ella. Jennie perdóname no debí...—

— No siga padre, Lisa me hace feliz y gracias a este matrimonio tengo a Ruby y mi vida a cambiado—

Lisa  llega a casa y trae a un doctor, eso no me lo había dicho. Este no es el médico de la aldea. Los déjamos solos y salimos de la habitación.

Tardan demásiado, estoy muy nerviosa. Se que las noticias no serán buenas aún así no puedo perder la esperanza.

Tras unos minutos que me desesperan el doctor sale, junto a él también lo hace Lisa, su semblante serio me lo dice todo.

— Lo siento si tan solo me hubieran avisado unos días antes, se podría haber hecho algo. Ahora lo único que puedo hacer es calmar sus dolores.—

Lisa, lo acompaña hasta la puerta y le entrega unas cuantas monedas de plata.

Mi hermana Irene se lanza a mis brazos, no puede dejar de llorar.

— Qué haremos ahora Jennie, ¿si padre no está que será de nosotras?—

— No tienen de que preocuparse, son las hermanas de mi esposa yo seré responsable de ustedes cuando su padre falte—  dice Lisa con un tono autoritario.

No pensé que se quisiera hacer cargo de ellas, cada vez estoy más feliz de que Dios la pusiera en mi camino.

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