23| Bajos Instintos.
El calor que sentía fue lo que hizo que se despierte, no fueron los truenos familiares de Manchester ni una gripe que le estaba causando fiebre; era el cuerpo de Julian sobre el suyo. Un calor familiar hecho para controlar sus miedos.
El chico la tenía abrazada a su cuerpo, la cabeza del jugador se encontraba apoyada sobre su pecho y las manos de Miranda se encontraban sobre su espalda descubierta, tenía contacto directo con su piel. Estaban durmiendo en la misma posición que lo hacían cuando estaban juntos. Los recuerdos guardados bajo llave en un cofre estallaron por toda su mente, la misma sensación y dulzura que sentía cuándo eran novios.
Miranda miró a ambos lados, buscando apagar ese pánico y ansiedad que comenzaba a inundar su pecho; sabía que conversación venía después de todo esto y no estaba segura de poder aguantar el rechazo de Julian.
Quitó suavemente el cuerpo del chico de encima de ella y se deslizó de la cama una vez que el brazo de Julian la liberó. Mientras se ponía un buzo canguro enorme que cubría hasta la mitad de sus muslos, lo miró moverse entre sueños.
No podía creer la imagen que se desarrollaba frente a sus ojos: él en su cama, sin una prenda de ropa encima y dejando su aroma endulzante en su almohada. Ni en mil años pensó que volvería a enredarse con Julian.
Varias escenas de la noche comenzaron a repetirse una y otra vez en su mente, causando escalofríos en cada parte de su cuerpo; la manera en la que la besaba con tanta posesividad y frustración, cómo ella se derretía ante el tacto adictivo de Julian, la forma en la que sus ojos se oscurecían cada vez que ella se movía encima de él. Todo, absolutamente todo.
"...Era el relámpago que brilla
en la noche, su satisfacción..."Había causado un desastre en ella e iba a ser dificil recuperarse de tal noche, en la cuál se había encargado de reemplazar memorias desagradables y tristes por nuevas llenas de sentimiento y necesidad.
La rubia se miró en el espejo una vez que llegó al baño, las marcas en su piel la delataban pero le encantaba saber que estaban ahí. Julian se había encargado de dejar una pequeña mordida en cuello, casi llegando a la clavícula, pasó su mano por ahí, sintiendo sus labios aún sobre ella.
Estaba pérdida, sus ojos lo reflejaban. Con un suspiro de rendición, se cepillo el pelo y se lavó la cara para salir al patio de su casa y fumar un cigarrillo. Hacía dos semanas que esa mierda no tocaba sus labios y no intoxicaba su sistema, no tuvo ninguna razón para que eso suceda. Julian se había encargado de hacerla sentir lo suficientemente bien.
El aire frio la hizo temblar apenas hizo contacto con su piel y el sol mañanero la hizo entrecerrar sus ojos por la repentina luz cayendo sobre su cara. Cuando sus pies hicieron contacto con el pasto mojado por el rocio se estremeció, pero agradeció sentirlo. Le daba paz y la hacía bajar un poco los decibeles.
¿Qué iba a hacer con Julian? No sabía, no tenía idea. No quería pensarlo. Ya le dolía saber que esta era la primera y última vez que el chico se encontraría durmiendo abrazado a su almohada, no quería llegar al momento cuándo la miraría mal y la dejaría sola en medio de su cuarto, sintiéndose cómo una tonta enamorada que había recibido su karma por lo que le hizo años atrás.
—¿Miranda?—La voz ronca de Julian causó que se de vuelta—¿Qué haces acá? Hace frio—La rubia no contestó. Se quedó viendo la manera en la que el abdomen del castaño se contraría, seguro que era por el fresco que bailaba entre ellos
—Estoy fumando. Ya entro—La respuesta cortante, con el nerviosismo filtrándose por en su voz tomó por sorpresa al chico.
—¿Qué haces fumando?—El ceño de Julian se profundizó—Apaga eso, dale—La chica rodó sus ojos, no queriendo tener la misma conversación siempre justo con él. Sabía que el pucho era malo, tóxico y que te arruinaba aumentando la ansiedad que sentía, pero en estos momentos sólo necesitaba un poco de humo negro ocupando sus pulmones.
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FanfictionJulian Alvarez y Miranda Ferro tenían vidas tan iguales que eran diferentes. Ella estaba acostumbrada a ir en contra la corriente bajo la mirada encantada de todos, él disfrutaba de su exito de forma silenciosa y escondido. Dos mundos que en un mome...