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12 | Absquatulate.

(v). dejar a alguien o un lugar abruptamente sin decir adiós.


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10 de Enero de 2019.

Actualmente la vida de Julián no podía ser mejor, nunca se había sentido tan pleno en su corta historia -siquiera en esos sueños brillantes que lo hacían sonreir dormido-. Si le decían al pequeño niño de Calchín que años después iba a ser uno de los grandes jugadores del club de sus amores no lo creería -aunque saltaría de la emoción-. Y si le hubiesen dicho que tendría a la chica que siempre amo, siendo una compañera de fierro que lo acompañaba en cada paso de su carrera como futbolista, tampoco podría confiar en eso.

Cuando se mudó a Buenos Aires junto a Miranda, ambos todavía tenían el corazón en Calchín. No querían arrancarlo de ahí, sabían que las raíces que los abrazaba estaban bien plantadas allá y que cuando lo desentierren iba a dolerles. Estaban lejos de su zona de comfort pero juntos para enfrentar el precio a pagar por su libertad y crecimiento.

Lo lindo de estar lejos y en un lugar nuevo, dónde aún sos un turista perdido, es la recuperación de una libertad que se creía y sentía pérdida. La misma con la que saludas a cada vecino del barrio o con la que recorres las calles que no tienen recuerdos grabados que te atan al pasado. Es el comienzo de una nueva hoja en nuestro libro de la vida; las hojas blancas comienzan a cobrar vida y se pintan solas mientras respiramos el aire fresco de lo desconocidos, dando pasos temblorosos en el camino a un futuro mejor.

Las cosas no debían suceder de otra manera, todo se estaba dando bien y respetando el guión. Compró su primer departamento, empezó a jugar en River luego de años de lucha y esfuerzo, tenía una novia que era su mejor amiga y su familia podía permitirse viajar varias veces al mes a Buenos Aires para verlo jugar. 

Lo tenía todo. 

Hasta esa tarde.

Luego de un entrenamiento bajo la lluvia, Julian entró a su casa apurado para darse una ducha y quitar cualquier rastro de suciedad y barro de su formado cuerpo. La ropa del entrenamiento estaba completamente empapada, asi que tuvo que poner todo a lavar.

Se baño rápidamente, casi teniendo un accidente en la ducha al hacerlo fugazmente. Quería estar listo para cuándo su novia llegara del trabajo, esperándola con mate y algunos bizcochitos que habían sobrado de la tarde del domingo.

Puso un poco de música, tarareando y moviendo suavemente su cabeza al ritmo de Los Caligaris, una de las bandas favoritas de Julián y Miranda.

El mate estaba listo, el sol se asomaba tímidamente tras las nubes grises que pintaban el cielo. Las cinco de la tarde ya marcaban en el reloj y Julian estaba ansioso por la llegada de la rubia, quería entregarle el album de fotos que había mandado a hacer hace un tiempo, se lo habían entregado ayer por la mañana pero pensó que era mejor entregarselo en un momento así. Un detalle que creía dulce.

Se hicieron las cinco y cuarto, Miranda todavía no llegaba y Julian tomaba su quinto mate. No se le hacía extraño que su novia aún no haya llegado, la zona por dónde ellos vivian solía ser bastante transitada y más los días de lluvia.

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