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31| Superclasico.

22 de Abril de 2025

La primavera era una de las mejores épocas, o eso pensaba Miranda. Los días soleados, el clima ideal -ni frío ni caluroso-, las flores llenando de colores la ciudad. Era el mejor momento del año, le devolvía las ganas de hacer cosas que el invierno solía sacarle.

Hoy había sido un día soleado y caluroso, a diferencia de los días anteriores -los cuáles habían sido lluviosos-. Era un día ideal para salir de la casa y poder recorrer la hermosa ciudad de Madrid, aunque no fue lo que hicieron.

El castaño se encontraba acostado en el enorme sillón que ocupaba casi todo el living de la casa, esperando a que Miranda se acueste con él para ver el partido de fútbol juntos. Era un Domingo de superclásico, por lo que había una guerra silenciosa entre los dos. Ser una pareja Boca-River no era tan divertido en situaciones cómo estas.

Eran las siete y veinte de la tarde, faltaban exactamente diez minutos para que empiece el partido y la rubia aún no daba señales de vida en la habitación. Seguramente todavía estaba acostada en la cama descansando, no había tenido una buena noche.

Cómo si hubiese leído su mente, los movimientos de su mujer comenzaron a escucharse desde la planta baja, dando el aviso de que se había levantado. Esperaba que ahora se sintiera un poco mejor, anoche había sido un infierno.

—Miru, ¿Dónde estás?—Julian gritó desde el piso de abajo, ya habían pasado varios minutos desde que se levantó de la cama. Algo estaba buscando o haciendo.

—Ya bajo, me estoy cambiando—Le contestó la chica, a lo que él se volvió a recostar tranquilo para continuar esperándola.

Cuatro patitas sonaron por toda la casa, Paco había bajado las escaleras y entraba al comedor con su cola moviéndose a cada lado; contento y avisando que su dueña caminaba detrás de él.

—Hasta que apareció la bella durmiente—Julian rió al ver la cara de dormida de su mujer. Era hermosa.

—¡Callate!—La rubia se rió mientras se encaminaba al sillón, con una sonrisa perezosa en sus labios.

—Dios, sigo sin creer que estoy casado con una bostera—Julian negó con su cabeza al ver la camiseta que Miranda llevaba puesta—Y no puedo creer que mi perro tenga puesta una camiseta de Boca, esto es inaceptable—Paco movió su cola con más velocidad y alegría, cómo si estuviese burlandose de él.

La chica le tiró un beso y se giró para mostrar su espalda: El '10' junto al apellido de Cavani era lo único que Julian podia leer, no había nadie más fanatica que el uruguayo que su mujer. No iba a negar que se ponía un poco celoso cuándo su chica cargaba el nombre de otro hombre en su espalda.

Aunque al final del día, era en sus brazos dónde se refugiaba.

—Hoy Cavani les hace un gol, amor. Y voy a estar acá para gritarlo—Julian negó con su cabeza y tiró de su mujer hacía él, tomándola por el trasero.

—Vos no podés gritar los goles de otro—El ceño de Julian se frunció—Es una regla que no podés romper—Exigió, sintiéndose posesivo.

—Vos sabes que esa regla se rompe cuándo se trata de Boca y la selección—Miranda acarició el pelo de su marido luego de acomodarse en su regazo. Julian movió su cabeza lado a lado, aún un poco inseguro.

La voz de Sebastian Vignolo los sacó de su estado de ensoñación, avisándoles que el partido había comenzado. No querían despegarse uno del otro, pero la pequeña pelea había comenzado.

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⏰ Última actualización: Oct 19 ⏰

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