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14| Culpa.

Y las mentiras que estuvo escondiendo, le apuñalan el corazón cuando ve la figura de Gastón en medio de la habitación, armando su valija para irse de viaje por unas semanas. ¿Cómo puede estar pensando en otra persona mientras tiene a su novio en su habitación? No tenía respuesta para eso.

Era una pregunta que se hacía todos los días, era tan repetitiva que la cansaba.

Antes de comenzar a preparar sus cosas, el chico se había tomado el tiempo de abrazarla y contenerla, ya no lloraba pero todavía no podía expresar una sonrisa sincera y seguía en medio de su campo de batalla. No merecía el amor que el hombre bueno a su lado le brindaba.

Gastón había pasado sus últimos días acompañando a Miranda en esa pequeña crisis de la que él no sabía su razón, algo que hacía sentir a la rubia cómo un sinonimo de mierda. Lo arrastro a su agujero negro lleno de frustraciones, enojos y confusiones que tomaban y aplastaban el corazón de una persona.

Ella era quién debía acompañar y disfrutar con su novio los últimos días, no sumar más peso sobre sus hombros y llenarlo de la energía negativa. Era una muy mala novia.

Viviendo con el remordimiento de consciencia, brotando de
a

nsiedad y angustia en cada oportunidad.


Deseaba que Gastón pueda ver los demonios que habitan su cuarto, con los que día a día convive. Pero sabía que sería destructivo para ellos, y era demasiado egoísta cómo para dejarlo ir. Otro problema más, quería todo y no quería nada. Sentía todo, no sentía nada. Era todo y a la vez, no era nada.

Cerró los ojos, reprochandose lo desagradecida que estaba siendo con la fortuna que tenía entre sus brazos, con lo mucho que se perdía por quedarse en un pasado que nunca iba a volver. Algunos no tenían una persona que los acompañe, otros se sentían perdidos en el caos de la ciudad.

Ella tenía lo que necesitaba, y todos los días, al ver su cara en el espejo se preguntaba si lo merecía.

Tonta. ¿Cómo iba a merecer un novio cómo el que tenía si lo escondía? No importa si es por su trabajo o por decisión propia, Gastón no merecía la posición que tenía en su vida. Era de esas personas que debían ser presumidas ante la multitud, con orgullo y amor. No vivir a la sombre de una falsedad.

Nadie podría soportar estar en el lugar de su novio, no cualquiera soportaría ser una segunda opción ante la vista de todos ni soportarían esos pequeños episodios de profunda tristeza. Y eso hacía que se sintiera más intenso que cualquier cosa.

Casi le da otra pequeña crisis cuando su cabeza volvió a traer la imagen de Julian, sabiendo que él la acompañó en ello durante años y que lo haría con los que él amaba. Basta. No.

La cama se hundió a sus espaldas y el perfume de su novio inundó todo el espacio, haciendo que abra los ojos aún pensando en el castaño. Un escalofrio acompañado de una profunda sensación de culpa y disgusto atravesaron su cuerpo.

Volvió a cerrar los ojos, fingiendo estar descansando para no tener que enfrentar la realidad presente en los ojos de Gastón. El beso depositado suavemente sobre el costado de su cabeza la hicieron sentir peor, era la peor persona existente en este mundo.

-En tres horas tengo que estar en el aeropuerto, ¿Te parece levantarte y tomarnos unos mates antes de que me vaya?-La pregunta dulce de Gastón llegó a sus oídos-Te voy a extrañar mucho y me gustaría que salgas un ratito de la cama, aunque sea para que yo me vaya con una imagen más linda-Miranda no pudo rechazar el pedido del morocho, era lo minimo que podía hacer por él después de todo.

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