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20 | Caer de nuevo.

El frio de la playa la hacía temblar y el viento seco le raspaba en la cara, haciendo que sus mejillas y su nariz se sonrojen. El chico a su lado se encontraba igual de congelado o más que ella y completamente encapuchado, moviendo sus brazos y piernas de manera coordinada para mantenerse caliente.

Muy pocas veces había visitado la playa de Manchester, no le parecía un plan muy interesante y siendo sincera no tenía el tiempo ni la privacidad para hacerlo cómo ahora; los paparazzis nunca la habían dejado disfrutar de estas cosas.

Julian -esta tarde- la había pasado a buscar por su casa con la idea de ir a pasar tiempo juntos, mentiría si dijera que no estaba ansiosa por salir con él. No niega que si le pareció algo extraño que la invitación venga de su parte sabiendo la poca tolerancia que sentía hacía su persona, pero aprovecharía cada oportunidad para compartir tiempo con el futbolista.

Aunque ella no sabía que él tenía las manos
atadas por ella, que haría cualquier cosa por ella.

Lo vió de costado, admirando su perfil y su ceño fruncido -igual siempre estaba serio- por la molestía que le generaba el frío. Siempre lo decía: Julian era hermoso, en cada faceta. Y se quedaría mirándolo por horas.
Tan hermoso y cálido como el atardecer, era una figura a su costado que no se quería desvanecer. Ya entendía porque le gustaba lo cálido; pensar en él, mirarlo, era como acercarse al fuego para buscar quemarse.

—¿Qué?—El chico susurró, asustandola y provocando que la rubia saque los ojos de él avergonzada.

—Nada—La rubia se encogió de hombros, mirando atentamente cómo rompían las olas a sus pies.

—Me estabas mirando un montón, quiero saber—Ahora era Julian quién la miraba, con esos ojos mieles que la hacían sonrojar.

—Nada, en serio. Estás todo encapuchado y me da risa.

—Y si hace un frío terrible, yo extraño Cordoba y su calorcito.

—Te entiendo, a mi también me costó tiempo acostumbrarme al clima—La chica suspiro, cruzandose de brazos. Julian no supo que responder, así que se mantuvo en silencio dándole lugar al ruido del mar y a las respiraciones de ambos.

Estaban tranquilos en uno con el otro, cómodos en el silencio que creaban entre ambos.
Para Miranda con él era todo más simple, era extraño como lo veía un rato y se le terminaba de ir lo triste. Quizás esa era la solución para mejorar su estado de ánimo: Él.

—¿Te duele mucho?—Preguntó Julian al ver la herida en la ceja de Miranda. No pudo soportar el silencio y tampoco la curiosidad por saber cómo se encontraba.

—No, ya se me pasó—La rubia le sonrió con labios juntos, queriendo transmitirle tranquilidad—Fue un golpecito y nada más.

—Si, un "golpecito"—Susurró Julian haciendo énfasis en la aquella palabra—Tan suavecito que te abriste la ceja y te tuvieron que hacer seis puntos—Negó con su cabeza mientras chistaba.

En la noche de ayer, Miranda se cayó del escenario mientras daba un show. Por falta de atención, no vió dónde finalizaba la plataforma y dando un paso en falso cayó del escenario abriéndose la ceja y logrando espantar a todo su público. La sangre recorrió la cara de Miranda y tuvo que detener el show por unos minutos para que puedan coser su ceja y asi seguir con el recital luego de que los médicos confirmen que puede continuar sin problema.

—No fue tanto Julian. Vos sabes que yo me preocupo un montón cuándo pasa algo así y esta vez no fue nada—Miranda rodó sus ojos, creyendo que el chico exageraba. Pero Julián seguía negando con su cabeza.

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