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08 | Tonto.

Pudo escuchar risas al otro lado de la puerta de entrada, si bien las luces encendidas que se notaban desde el auto le habían dado la pauta de que alguien se encontraba en casa, esto lo confirmo.

No sabía que lo había hecho conducir hacía este lugar, tampoco lograba descifrar se sentía al estar parado en esa entrada.

Tocó el timbre y respiró profundamente, sintiendo cómo el frio llenaba sus pulmones y lo calmaban un poco, ya que los nervios corrían por sus venas de manera desenfrenada casi matándolo.

Escuchó pasos y la voz de Miranda acercándose a la puerta, lo que lo hizo prepararse para explicar porque se encontraba frente a la puerta de entrada de su casa un miercoles a medianoche y con un café acompañado de chocolates en cada una de sus manos.

No tuvo tiempo para pintar una sonrisa en su cara antes de que Miranda -completamente despeinada y con la cara ruborizada- abriera la puerta, mirándolo con una mezcla de asombro y confusión al verlo allí parado. El enorme buzo gris que cubría el cuerpo de la rubia lo distrajo, llevándose todos los pensamientos coherentes de su cabeza y dejándolo sin habla.

Ver a Miranda de entre casa, tan cómoda y suelta también le generaba algo en medio del pecho, cómo un sentimiento de nostalgia y extrañeza. Pero sería otra de esas cosas que se guardaría para él.

—¿Julian?—La voz dulce de la chica lo sacó de aquel escaneo general que estaba realizando—¿Qué haces acá?—Fue lo primero que dijo la chica luego de no recibir respuesta por parte del castaño—¿Teníamos algo que hacer?—La pequeña molestia en su voz no paso desapercibida para el jugador, pero eso no amenazó su plan improvisado.

—¡¿Sorpresa?!—Julian sonrió incómodo, perdiendo cada vez más la confianza—Tenia ganas de tomar un café y cómo se que vos sos una persona noctámbula, vine. Perdón que no te pregunté antes, fue de mandado total.

—Pero yo...—La chica negó con su cabeza, buscando palabras que no sonaran mal—Si, me tendrías que haber avisado porque yo ahora estoy...—Una figura masculina se paró detrás de Miranda, la compresión y el desprecio brilló en los ojos de Julian apenas reconoció aquel rostro.

—Ocupada—Julian asintió serio, completando la oración de la rubia—Entiendo—Miranda bajó la mirada, sintiéndose culpable por segundos. Pero aquellos sentimientos se esfumaron cuando recordó que ellos fingían y que el jugador no estaba en su derecho de reclamarle nada—Hola Gaston, ¿Cómo estás?—El castaño sonrió con los labios juntos, casi saludando por compromiso.

—¿Qué haces Julian? ¿Todo bien?—El periodista respondió fingiendo simpatia cómo él. Era un trato respetuoso que no salía de una tensión asfixiante.

El silencio incómodo que los rodeó a los tres era terrible. No encontraban nada de que hablar pero las miradas entre Julian y Gastón nunca se terminaron, inclusive tenían un nombre: Odio.

—Julian, si queres pasar no hay...—Miranda habló, buscando terminar con ese juego mortal entre los hombres. Pero el castaño negó con la cabeza sin dejar que termine la oración, mirándola ahora con esos ojos mieles que la hacían arrepentirse de todo.

—No hace falta. Tranqui—El chico se encogió de hombros, fingiendo que no le afectaba esta situación—Es más, les dejo el café y los chocolates para ustedes. Solo quería hablar de algo con vos—Dijo mirando a los ojos verdes la chica mientras le extendía las cosas que tenía en las manos. Pero sorprendentemente no fue Miranda quién las tomó, si no el chico detrás de ella—Pero mañana te llamo y lo charlamos. No es nada urgente.

—No hay problema de hablarlo ahora—La rubia insistió mientras Gaston sujetaba los cafés y chocolates. Julian se negó nuevamente—En serio, pasá. Hace frío y no viniste hasta acá por nada.

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