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16 | Al parecer todo ha sido una trampa.

¿Quién diría que dos días después de ensayar durante horas iba a tener energía suficiente para salir de su casa e ir a ver jugar a Julián? Nadie. Menos con los días que venía transitando, pero Julián y Guadalupe habían hecho su parte para ayudarla. Y ella lo valoraba, tanto que se estaba esforzando por ellos, pero principalmente por ella.

El chico no sabía que Miranda había tomado la decisión -aunque lo hizo por insistencia de su mejor amiga- de ir al estadio para el partido del día. Siendo sincero, no esperaba que nadie esté ahí por él.

Todos en el lugar se giraban al verla entrar, sus pasos eran mas ruidosos que el bullicio en las tribunas. Las camaras de los celulares se centraron en ella y de repente se sintió demasiado desconfiada cómo para seguir caminando junto a su amiga. Hacía mucho que ese sentimiento de desconfianza no se deslizaba por su cuerpo.

Sin embargo, levantó su cabeza y siguió caminando por el pasillo. Era el turno de la chica el ir a verlo jugar y apoyarlo. Entre nosotros, ella realmente lo disfrutaba y muy en el fondo se sentía a gusto haciéndolo.

—Extrañaba pisar este estadio—La voz de Guadalupe hizo eco a su lado. Su mejor amiga estaba llena de abrigos contradiciendo el bronceado recién pintado sobre su piel debido al clima en Argentina. Decidió que acompañar a Miranda era una actividad divertida para luchar contra el gris pintando en el cielo de Manchester.

—Viniste tres veces cómo mucho Guadalupe, ¿Qué decís?—El montoncito de la rubia fue acompañado con una risa—¿Qué vas a extrañar?—La rubia negó mordiendo su labio inferior.

—Bueno, vos me entendés. Chicos, fútbol, chamuyos, cenitas—El guiño de ojo por parte de la morocha hizo que Miranda se quede en silencio por un segundo antes de estallar de risa—Bueno nena, vos lo tenés. A tu manera, un poco rara, pero lo tenés.

—Dios Guadalupe...Lo interesada que sos. Si tanto querés darle celos a Rodriguito me decís y te ayudamos con Julian, que por lo menos tiene contacto directo con él y algún otro que seguro te gusta.

—¡Callate tarada! Te van a escuchar todos—El rostro de Guadalupe se pintó de rosa, lleno de vergüenza por las declaraciones de la rubia—Igual, me sirve—Dijo en un susurro antes de ser interrumpida por los gritos de la gente al ver a los jugadores entrar al extenso cesped verde.

Miranda pegó sus ojos verdes a la cancha, los cuales se deslizaban por todos los hombres de pie. Finalmente deteniéndose en Julian más tiempo del deseado. Estaba extrañamente mucho más lindo que hace dos días, si eso es posible, con sus ojos llenos de dureza y la seriedad pintada.

—Dios—Susurró entre dientes Miranda, sin evitar poder decir algo acerca de Julian. Guadalupe se giró a verla y rio—¿Qué?—Preguntó.

—Nada—Negó la morocha entre risas, sabiendo perfectamente porque su mejor amiga no se contuvo. Julian era la perdición de la chica, eran su ruina mutua que de alguna manera -sin importar cuántas veces se separen- siempre volvían el uno al otro.

El partido comenzó minutos después de eso; Julian se encontró en el banco hasta el segundo tiempo dónde luego de cinco minutos de entrar a jugar, metió un gol. Fue él quién abrió el arco para el Manchester City, haciendo la diferencia de un punto entre ambos equipos, en ese entonces el Tottenham seguía llevando la victoria. Miranda se levantó y del asiento, gritando el gol del chico.

Dos minutos más tardes fue Haaland el que empató el partido y Miranda otra vez festejó abrazando a su amiga, jamás se le hubiese cruzado por la cabeza estar hinchando por un equipo de futból inglés. Pero bueno, ahí estaba.

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