C8

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E l l i e

Miro cómo Abbie sale del coche y deja que la oscuridad de la noche le engulla. Después salgo disparada detrás de ella, bajo la atónita mirada de Dylan y del tío que va detenido.

Hace frío, porque es ya de noche, y al estar a las afueras no hay luz artificial suficiente que me permita ver con claridad, así que pierdo de vista a mi hermana. Me abrazo a mí misma para darme calor, escucho el ruido de los motores del coche de policía y me vuelvo. Dylan toca el claxon.

-¿Vienes? - pregunta, asomando la cabeza por la ventana. Niego. - Vamos, no vas a quedarte aquí sola.

-Tengo que encontrar a Abbie y llevarla a casa.

-Sube al coche. -Ordena Dylan con un tono de voz bastante aterrador. Sonrío tímidalente y digo que no. - He dicho que subas.

-¡Voy a buscar a Abbie!

-Sube al puto coche. - Habla pausado y apreta los puños en el volante. - Vamos.

Dudo. No quiero que Abbie se quede sola, y menos a las afueras de la ciudad... pero finalmente subo al maldito coche. Me siento donde el copiloto, para no compartir asiento con el tal Francisco, que tiene pinta de estar divirtiéndose. No me da tiempo a ponerme el cinto de seguridad y Dylan ya ha arrancado. No puedo aguantar las ganas de gritarle.

-¿Por qué has parado en coche? ¡No debías! Se ha ido por tu culpa. - Le digo - Eres estúpido, un policía de pacotilla y...

-Cállate o te tiro en la cuneta.

-¡Es mi hermana y...!

Los dos escuchamos un sonido metálico, la puerta abriéndose y un golpe. Dylan frena en seco y pongo las manos en el cristal para no darme contra él. Sale del coche sin decirme nada y me deja enmedio de la carretera sola, en un coche patrulla, preocupada por mi hermana rebelde y con una docena de llamadas perdidas que no pienso responder. Resoplo nerviosa y se me pasa por la cabeza pasarme al asiento de al lado y conducir hasta llegar a casa, pero Dylan aparece cabreado, cierra la puerta con tanta fuerza que parece que la va a romper y empieza a darse golpes en la cabeza contra el volante.

-Hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta. - Dice, en una retahíla, sin dejar de autotorturarse.

No digo nada, sólo le miro con una mezcla de repulsión y pena. Al final fija la mirada en la carretera y se pone a conducir a mucha, mucha velocidad. Sólo me mira una vez, y lo hace muy mal.

-Te dejaré en comisaría. - Dylan rompe el silencio que se ha instalado entre nosotros desde hace un tiempo. Yo me limito a asentir. Coge la radio. - Aquí la puta patrulla 34.

Se escucha un ruido sucio.

-Patrulla 20... No digas tacos, O'Brien. Cambio. - responden.

-Tengo un civil en el coche y el detenido se ha dado a la fuga. Y no puedo buscarle, porque estoy fuera de servicio.

-Siempre se te olvida decir el "cambio". ¿Solicitas el cambio de turno? Cambio. - Dicen después de un rato.

-Sí, obviamente. Es mi jodido caso. - Dylan enarca las cejas y gesticula con las manos como si estuviesen hablando con él en persona.

-Dan la orden de que lo dejes en paz. Quizá te quiten en caso. Te esperamos aquí, O'Brien. Corto y cambio.

-Joder. - masculla. Da otro golpe en el volante.

-¿No puedes llevarme a casa? -Pregunto sin importarme mucho que esté enfadado. - Por fav...

-No. - Me interrumpe. Parece que ya es costumbre. - Voy a comisaría, no soy tu chófer, nena.

-Vale, está bien... No te enfades.

-Acabo de perder el único caso que me dan a mí sólo por tu culpa, ¿y piensas que voy a dejarte en tu casita, ya cenada y tapada con una mantita? No. - Me fulmina con la mirada y yo la desvío.

-Pensé que querías ayudarme. -Él se ríe.- Y sólo estás interesado en tu caso de mierda, en detener a un chaval de apenas veinte y en ser ascendido, o yo que sé.

-No estoy interesado en tu hermana.

-No me digas. - Suelto con sarcasmo.

-Estoy interesado en tí. - Dice él, demasiado serio como para tomármelo a broma.

No añado nada más, ni respondo, ni nada. Sólo admiro las luces y el civilizado centro de la ciudad a través del cristal de la ventana. Dylan da golpecitos en su pierna con los dedos mientras estamos parados en un semáforo, y la muy imbécil de mí se fija en sus venas y en la largura de los susodichos dedos. Cambia de marcha y me doy cuenta de que estamos a escasos metros de comisaría. Dylan señala a un hombre trajeado... y no puedo evitar darme con la palma de la mano en la frente. Es mi padre.

-Escóndeme, por favor... -Ruego, tapádome la cara con el pelo. - Va a matarme aquí y ahora.

-Una pena. - Las palabras de Dylan apestan a ironía, así que le doy (por puro acto reflejo) en el hombro. - ¿Sabes que puedo detenerte por agresión a un agente?

-Uy, lo siento.

Acaba de aparcar el coche y mi padre se acerca a él. Mierda, estoy muerta. Remuerta. Salgo del coche con mucho cuidado y me quedo escondida detrás, pero mi querido padre me ve. No estoy de humor para dedicarle una sonrisa.

-¿Y tu hermana?

-Si te soy sincera, ni idea. Perdida en medio de la noche en un barrio lleno de drogatas y violadores varios en las afueras. - Digo, cargada de confianza. La expresión de mi padre me la quita de un plumazo.

Esperaba que me pegase o algo, pero se dirige a un policía que está con él y exclama: - ¡Que envíen una orden de búsqueda! Hablaremos luego, Elizabeth.

Y se va. Si me llama por mi nombre completo es que me va a ocurrir algo malo, pero lo ignoro. Dylan se apoya en el capó del coche y sonríe, cruzado de brazos.

-Vaya, Elizabeth - arrastra mi nombre como si disfrutase al decirlo - Creo que van a castigarte... Sin jugar a las barbies, quizá.

-Sí, ja, ja, ja -finjo reírme- muy gracioso.

-¿Ya no juegas con Barbies?

-Cállate. Mis padres van a matarme por no estar con Abbie... dios... - Digo lo último en un susurro, casi para mí misma, pero Dylan parece escucharme.

-Oye, si quieres, podemos ir a buscarla... - Le miro esperanzada - Si me la chupas.

-Jódete. - Él estalla en risas. - Estás desesperado, deja de tirarme los tejos ya, por el amor de...

-Sí, eso me dicen todas y acaban de rodillas.

Me quedo pensativa. Quizá tenga que hacer algo que no quiera para conseguir lo que quiero, es prácticamente lo que hacen todas las tipas que quieren sacar buena nota sin estudiar en la facultad.

-Espero que no lo digas en serio, porque es asqueroso. Eres asqueroso.

-¿Decir en serio qué?

-Lo de ir a buscar a Abbie.

-Ah... - Agacha la cabeza, sonríe y se relame los labios. - Sí.

No sé si lo dice con algo de sarcasmo o lo dice de verdad. Aún así se mete en el coche, yo le imito, por supuesto.

Two sisters, two sides. (O'Brien+Lachowski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora