E l l i e
Realmente, no sé que hago estas horas en un bar de lo más caro, sentada en un taburete cruzada de piernas, con una copa en la mano y un policía al lado. Pero me da igual, estar hablando con él me evade un poco de la situación que hay en casa. Estamos sentados cerca de un enorme ventanal, así que puedo ver la calle y toda la gente que pasa de un lado a otro, y mientras charlo con Dylan, me fijo en la escasa gente que camina en medio de la noche cerrada. Sólo hemos estado hablando de ese tal Francisco, al cual he catalogado como un peligro para mi hermana y mi familia, de algunos otros delincuentes que hay por aquí y de los peores asesinos de Nueva York. Estoy bastante cansada de este tema. Doy el último trago a mi copa y la retiro. Apoyo los codos en la mesa y hundo la barbilla en las manos, mirando a Dylan.
— ¿Jugamos a las preguntas? — Suelto. Me giro en el taburete y hago una seña al camarero para que me prepare otro cóctel. — Diez cada uno.
— ¿En serio?
Asiento. —Cuenta como pregunta. Ahora yo, ¿cuántos años tienes?
— Veinticuatro. —Abro los ojos como platos. ¿Va en serio? Juré que tenía diecisiete. Parece notar mi reacción y se ríe, bebe de su copa y me mira. — ¿Qué estudias?
— Medicina. — Él también parece sorprendido y le imito; yo también me río. — Estuve a punto de entrar a la facultad de Criminología, pero tenía demasiada nota y... bueno, al final decidí que lo que más me gustaba era.. la medicina. Vale, me toca. Uhm... ¿Vives aquí?
Llega el camarero y me deja una nueva copa en la mesa. Se lo agradezco con una sonrisa, me vuelvo a girar hacia Dylan, tomo un sorbo y adopto la postura de antes. Aunque tiene los ojos oscuros, son bonitos. Y sus pecas. Agito la cabeza (muy levemente) cuando el enarca las cejas, como preguntándome qué miro.
— Sí. — Parece que es escueto con las respuestas, creo que se le da mucho mejor preguntar. Se inclina ligeramente hacia mí y, la verdad, me da algo de miedo. — ¿Por qué...? — trago saliva — ¿Por qué, Ellie, el cielo es azul?
Empiezo a reírme a carcajadas. A lo mejor estoy un poco borracha, lo admito, pero creo que él tiene la culpa de mi risa al crear una situación tan estúpida. Pensé que iba a preguntarme algo... trancendental o importante, y va y me pregunta por qué el cielo es azul. Dejo caer la cabeza en la mesa, sigo riéndome cada vez más. Escucho como Dylan se ríe y sí, tiene una risa adorable.
— ¿De veras eres el poli malo? — le pregunto, entre risas.
— No me has respondido. — Él continúa con una sonrisa en el rostro. Bebe. — Y cuenta como pregunta. Te quedan siete...
— El cielo es azul por... Uf, se me está subiendo a la cabeza... Espera, que lo sé. Eh... la luz reflejada en...
Veo una chica caminar muy rápido por la calle. Me resulta tremendamente familiar y al ver su cabellera sospecho de Abbie. Me levanto del asiento sin darme cuenta para ver mejor a la chica... Sin quererlo, pierdo el equilibrio, pero Dylan me agarra del brazo y tira de mí hacia atrás, para que no me caiga. Comienzo a reirme, otra vez, como una idiota. Sí, creo que es el alcohol.
— ¿Qué coño has hecho? — me pregunta Dylan entre risas, aún agarrandome con una mano. Con la otra se tapa la cara. — Casi te matas y estás a un metro de altura. Bueno, — dice después de una pausa en la que bebo todo el líquido de la copa de golpe. — ¿quieres más? Invito yo.
— Um, sí. Vale.
Pide. Ya llevo dos copas acumuladas y con esta, tres. De momento no me arrepiento, aunque algo me dice que mañana sí lo haré. Sonrío a Dylan.
— ¿Tienes novia?
— No.
— ¿Ni amante?
Niega enérgicamente con la cabeza. — No.
— ¿Por qué?
— Es un secreto.
— Oh. Qué misterioso. — Canturreo. Llega de nuevo el camarero, deja dos bebidas, le digo gracias con entusiasmo y cojo las dos copas. Pego un buen sorbo de cada una. — Está bien, creo que no te envenenarás.
— Estás perjudicada. — Dylan me arrebata una. — ¿Tu hermana conocía de antes a Francisco?
— No...Aunque bueno, ha tenido varios novios... — intento hacer memoria, pero no puedo. Así que me doy por vencida. — Sólo conocí a uno.
— ¿Sabes si ha tenido problemas con la venta de droga?
— ¿Qué? — suelto una sonora carcajada — No, no, ese es mi padre.
Bebo más. Acabo mi copa y Dylan me deja beber de la suya. Sonrío a modo de agradecimiento. No puedo dejar de mirarle, más aún estando así, borracha. Parece muy, muy interesado en mí, porque se acerca, y yo hago lo mismo. Estamos a unos dos centímetros de distancia, o menos, admito que calculo las distancias fatal.
— ¿Qué hizo tu padre?
— Mmm... Puessss... Compró droga, no la pagó, tuvo que denunciar a los tíos raros esos... Vino la tele y...
— Ya. — Me interrumpe — Esa historia la conoce medio Nueva York. ¿Y tu hermana tiene algo que ver con eso? — Niego con la cabeza. — ¿No tienes idea de por qué va con Lachowski?
Me encojo de hombros. — Quizá se gusten.
— Quizá. Sabes que puede hacer lo que quiera con ella, ¿Verdad?
— Ajá.
— Y que tu hermana puede ayudarle, y por tanto acabar en la cárcel.
— Síiiii...
— ¿Abigail suele ir a fiestas? — Esta vez digo que sí con la cabeza — ¿Y consume drogas?
— Uh, uh. — muevo el índice diciendo que no. El aparta la mirada unos segundos, algo cabreado. — Dylan, es tu última pregunta. ¡Pregúntame algo interesante!
— ¿Sabes que te estoy interrogando? —Resoplo y me alejo de él. — ¿Y que el alcohol te afecta mucho?
— ¡Pfff, tío, qué aburrido eres! Y han sido once preguntas, machote. — Le doy en el brazo, no tan de broma. Sólo quería probar sus bíceps, o algo así. Intento bajarme del taburete sin dar una respuesta clara. Lo consigo después de muchos intentos y de escuchar las risotadas de Dylan. — Bueno, yo me voy.
Gracias por las copas, por la charla, por... todo y... eso. Nos vemos.Camino consciente de que no voy en línea recta. En vez de empujar la puerta del bar para salir, tiro, vuelvo a tirar y al final me doy cuenta de que lo estaba haciendo mal. Abro la puerta, por fin salgo a la calle, iluminada por todas las farolas y luces de neón de los carteles del centro, que me deslumbran. Doy unos pocos pasos, pero tengo que pararme por dos razones: uno) estoy jodidamente mal y por consecuente dos) no puedo llegar a casa así. Acabarían de matarme si es que llego. Me apoyo en una farola, cerrando los ojos.
Al rato, alguien me coge de la cintura con bastante fuerza, casi me levanta del suelo. Al abrir los ojos y girar la cabeza de una forma físicamente imposible, me topo con esos ojos color café y esos lunares reconocibles a primera vista de borracha.
— Tengo una última pregunta.
— Ya, pero hiciste once. — Le pongo un dedo en los labios. Se queda con la boca abierta. — Cállate.
— Pero...
—¡Shhhhhhhh!
—¿Quieres que te lleve a casa?
Hago una mueca. Al final ha resultado ser una buena pregunta. Entrelazo los dedos y apoyo mi cabeza en su hombro. Asiento.
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♡1,01K de gracias por las mil leídas!♡ Ana y yo (Elsa)estamos terriblemente agradecidasC:
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Two sisters, two sides. (O'Brien+Lachowski)
RomanceLa historia de como dos hermanas muy unidas acaban separadas en dos bandos diferentes. Historia original por sarcastictwins™ Prohibida la copia o las adaptaciones.