Capítulo XXII

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Quedó parada bajo una luz, frente a la cafetería, aguardando a que Jack llegara. Él le dijo, antes de separarse, que lo esperara que iría a buscarla para llevarla sana y salva a su nuevo hogar.

Pero ya llevaba unos cuantos minutos allí, quieta. Cualquiera podría malinterpretar el motivo de estar ahí parada. Y eso comenzó a darle miedo. ¿Y si ese asesino de prostitutas aparecía?

Sintió como un escalofrío recorrió su columna, para dirigir la mirada a todos lados con el semblante fruncido. Pocos pasaban por ese lugar a esas horas. Incluso la noche había caído.

Bajó por momentos la vista al suelo, con la sola idea de que desde que depositó su confianza en el hombre de bigote, solía tener más miedo del que imaginaba. Se percató de que de a poco iba cumpliendo con como él la llamaba: "dama".

Él llegaba a hacer que se sintiera una. Era como una caricia a su niña interna.

Pero en esos momentos comenzaba a preocuparse por igual. ¿Y si algo le había sucedido? No tenía que tener mucha información para saber que su trabajo era peligroso. ¿Habría salido a trabajar y se le presentaron inconvenientes?

Solo esperaba que estuviese bien.

Soltó un suspiro para arruinar su postura y empezar a caminar. Si no la veía allí, esperaba que fuese de inmediato a su nuevo hogar así no preocuparlo.

Al andar, sintió un cosquilleo en su espalda, provocando que regresara a ver, frunciendo las cejas.

—Ya me habías preocupado— dijo con alivio, destensando sus músculos.

—Perdón por hacerla esperar, mi estimada dama— sonrió mientras seguía avanzando hacia _______, manteniendo uno de sus brazos por detrás de su cuerpo —. La acompañaré hasta su casa y me marcharé al trabajo. Espero que comprenda mi prisa y, por el hecho de que no podré acompañarla tanto como quisiera, le traigo este ramo.

Le mostró el obsequio que tenía al momento de detenerse a centímetros, ocasionando que los colores de la fémina le resultasen cálidos.

—No hacía falta, Jack— mencionó tranquila, para tomarlo con delicadeza —. Gracias...

De nuevo estaba ese color bailando en su interior. No pudo retener una gran sonrisa, emocionado al verlo. Era como si lo saludara.

—No ha sido nada— tomó la mano libre de la muchacha para depositar un suave beso en el dorso de la misma.

Y sin soltarla, la dio vuelta para tirar de ella con cuidado para apresurarse a llegar, lo cual la tomó de desprevenida.

—Si tienes trabajo, ya mejor márchate— mencionó mientras posaba las flores contra su pecho y volteaba en su dirección.

—Deseo acompañarla. Espero que no tenga problema con eso, mi estimada dama.

—Para nada...

Habló bajo para dirigir la vista a sus manos que seguían tomadas. Si eso solo la ponía nerviosa, no imaginaba si hubiese sido prostituta.

—Tu compañía es agradable.

Agregó en el mismo volumen. Pero al no ver respuesta alguna de su parte y, sin poder ver su rostro por el hecho de que iba unos pasos por delante de ella, hacían que la vergüenza la carcomiera lentamente. Más le daría si lo volvía a repetir.

Quizás no fue el momento para ponerse cursi, y se regañó en su mente por eso. A él le salía natural serlo y, cuando ella lo intentaba, no era la oportunidad correcta.

No tardaron demasiado en llegar al nuevo hogar de _______.

—Gracias por acompañarme, Jack— dijo un poco cabizbaja.

DAMA |Jack el Destripador y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora