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Aparentemente nada había cambiado

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Aparentemente nada había cambiado. Las semanas se transformaron en meses y la vida parecía continuar sin cambios. Salvo si uno se fijaba bien.

Si alguien hubiera prestado atención se habría dado cuenta que las pequeñas peleas entre Jacob y Rosalie habían disminuido. Por supuesto, seguían sacándose cada cierto tiempo de sus casillas pero parecía más una broma privada entre ambos que una verdadera rivalidad.

Alguien con cierto poder para darse cuenta de los pequeños detalles habría averiguado enseguida que Jacob nunca protestaba cuando Rosalie colocaba las piernas sobre las suyas cuando veían alguna película (normalmente demasiado infantil para ambos pero que a Renesmee le encantaba). O que Jacob intentaba enseñarle a cocinar con inusitada paciencia, a pesar de las nefastas habilidades culinarias de la rubia.

Alguien con un buen oído podría haber escuchado las risas ahogadas tras la puerta del dormitorio que, a menudo, se convertían en gemidos quedos, secretos, ocultos para todos menos para el mundo que ambos se construían bajo las sábanas casi cada noche.

Pero nadie estaba observando. Y la vida se convirtió en un mar en calma.

Salvo esa mañana. Jacob dormía a su lado y Rosalie se levantó antes de que sonara la alarma, dejando a un lado el libro que había estado leyendo esa noche. De repente el suelo se movió bajo sus pies y volvió a caer de culo sobre la cama.

-Oh...-musitó mientras intentaba que su estómago dejara de agitarse ante la repentina falta de equilibrio. Estaba a punto de vomitar. Oh dios mío, iba a vomitar.

Corrió con piernas temblorosas hacia el baño, sus rodillas chocaron contra las baldosas cuando se arrodilló y vació su estómago en el retrete.

-¿Rubia? –la voz adormilada del lobo le llegó desde la cama.

Escuchó cómo se levantaba e iba hacia el baño pero Rosalie no podía pensar. Su mente estaba en blanco mientras sus ojos estaban fijos en el interior del retrete. Acababa de vomitar. Por primera vez en ciento de años.

-¡¿Eso es sangre?! –el tono asustado de Jake la sacó de su ensimismamiento. Con movimientos casi automáticos se levantó del frío suelo y le dio a la cisterna.

-Sería curioso que vomitara otra cosa, dado que sólo he ingerido sangre durante más de un siglo. –su voz le sonó algo lejana, aún se sentía un poco mareada.

Fue hacia el lavabo donde se enjuagó la boca y dejó que el agua fría corriera por su rostro. Se sintió un poco mejor después de ello, más presente.

-Rosalie, los vampiros no vomitan.

Rosalie alzó la mirada para encontrar en el espejo el reflejo de Jacob. En su rostro había una mezcla de confusión y miedo a partes iguales.

-Quizás haya cazado un animal enfermo. –se animó a aventurar ignorando el terror frío que le atenazaba el estómago. Nunca había escuchado que eso ocurriera, ¿quizás su cuerpo estaba rechazando la inmortalidad después de que su cerebro lo hiciera durante tantos años? ¿O estaría enferma de alguna manera? –De todas formas ya estoy bien.

Inesperado. | Rosalie x JacobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora