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La vida se convirtió en un alegre caos

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La vida se convirtió en un alegre caos. La casa se llenó de llantos y risas, de biberones nocturnos y montones de pañales.

Los bebés los mantenían despiertos aunque Rosalie había empezado a recuperar algunas de las características de la inmortalidad como la poca necesidad de dormir, lo que les vino muy bien. A pesar del desarrollo de sus sentidos seguía siendo capaz de salir al sol sin llamar la atención; era como si además de los bebés la vida le hubiera regalado algo más, una vida normal.

Por su parte, tanto Sam como Alice crecían a un ritmo totalmente normal aunque había ciertas peculiaridades. Sam, con sus grandes ojos dorados, dormía mucho menos que su hermana y Alice tenía un carácter tan fuerte que su llanto a menudo se escuchaba desde lejos y siempre estaba hambrienta.

-¿Crees que serán inmortales? -preguntó una noche Rose observando a los bebés durmiendo en su cuna.

-Claro que sí. -respondió Jake rodeando sus hombros con el brazo para atraerla hacia él. Ninguno de los dos quería enfrentar el otro escenario, el escenario en el que ellos no envejecían y sus hijos sí.

Los dos primeros meses pasaron casi en un parpadeo y antes de darse cuenta había un colorido árbol de navidad en su salón y una guerra abierta sobre comprar regalos entre los adultos y mantener el secreto.

-¿Qué tal os fue ayer en las compras?-preguntó Rosalie mientras conducía de vuelta a casa tras una tarde de juegos en casa de Helen. Al tener ambas hijos con tan pocos meses de diferencia se había vuelto su gran ayuda cuando la maternidad se hacía confusa o difícil.

-Bien. -contestó simplemente Nessie desde el asiento trasero, dónde entretenía a sus dos hermanos con unos coloridos sonajeros.

La rubia chasqueó la lengua.

-¿Y comprasteis regalos?

Renesmee dejó de mirar a los bebés para clavar los ojos en su tía. Una de sus cejas se alzó de un manera casi idéntica a la suya. Había crecido varios centímetros esos meses, nadie sabía muy bien por qué aunque tenían la teoría de que verdaderamente quería proteger a sus hermanos y su crecimiento estaba volviendo a acelerarse por ello.

-Quieres saber si Jake te ha comprado algo.

Rosalie bufó, fingiendo estar indignada tras haber sido pillada.

-No, claro que n-

-Sí que lo hizo pero no te lo puedo decir.

Los dedos tamborilearon sobre el volante, la banda de oro de su dedo reflejó un rayo de sol.

-¿Ni por tarta de chocolate?

-Jake ya me la ha dado. -contestó la pequeña volviendo a jugar con sus hermanos, que reían encantados- Con helado de vainilla.

-Por supuesto que lo ha hecho. -farfulló, dándose por vencida en su plan.

No sabía qué regalarle y pensaba que conociendo el del chico a ella se le ocurriría algo. Pero todas sus preocupaciones se esfumaron cuando aparcó delante de su hogar.

Allí había alguien. Alguien sobrenatural. Incluso con sus sentidos aletargados podía sentirlo. Se quedó paralizada por el pánico. Los habían encontrado. Estaban acabados. Empezó a faltarle el aire que aún necesitaba para respirar.

Fue la pequeña mano de Renesmee -que se había desatado de su silla- apoyada en su mejilla la que la sacó de su ataque de pánico. En su mente había una idea clara transmitida por la niña: huir o salir juntas para enfrentarse al desconocido.

La mente de Rosalie empezó a funcionar con rapidez. No podían huir, quizás serían emboscadas en la carretera lo que haría todo mucho más peligroso. Pero tampoco podía dejar que Renesmee se pusiera en peligro.

Cogió un bloc de notas de la guantera junto con un bolígrafo y escribió rápidamente, no se quería arriesgar a que quien fuera que estuviera dentro las escuchara.

Le pasó la hoja escrita a Renesmee.

Quédate en el coche con tus hermanos. Yo saldré para ver quién es.

La niña frunció el ceño, negando de forma tan tajante que sus rizos bailaron frente a su rostro.

Avisaré a Jake. Quédate a esperarlos.

Protégelos.

Subrayó varias veces la última palabra. Sabía que Renesmee no se negaría a quedarse con los bebés si era para protegerlos. La pequeña acabó asintiendo y Rosalie acarició su mejilla una última vez antes de salir al exterior.

Cogió aire mientras caminaba hacia su hogar a la vez que escribía un mensaje a Jacob en el móvil. Sabía que no tardaría demasiado en llegar. Comprobó que no había nadie más en la zona, al menos que ella pudiera apreciar. Sólo una presencia. Alguien que había irrumpido en su pacífico hogar.

Aferró el pomo de la puerta y la abrió lentamente, temiendo ser emboscada nada más entrar. Pero no pasó nada. Dio dos pasos hacia el interior y entonces lo vio. Estaba de espaldas. Era un hombre con unos vaqueros negros y una camiseta de manga corta blanca. Tan blanca como su propia piel, más similar al mármol, libre de imperfecciones salvo las cicatrices que tenía por los brazos.

Cicatrices de mordiscos.

Si no hubiera sido eso lo que le habría dicho a Rosalie quién era ese vampiro quizás habría sido sus rizos rubios. O quizás su olor, tan olvidado que no lo había reconocido desde el coche.

O tal vez habrían sido sus ojos dorados, que se clavaron en ella cuando se giró para enfrentarla.

-Alice os escondió muy bien, me ha costado encontraros. –confesó el vampiro con un marcado acento tejano.

El aire salió de los pulmones de Rosalie con un jadeo de sorpresa. No podía ser real. No era posible. Pero lo era. Porque delante de ella estaba...

-Jasper. –susurró.


Fin de la primera parte.




SORPRESA. Me moría de ganas de publicar este capítulo🙈. No tengo mucho más que decir salvo que se vienen cositas🤭

¿Qué os ha parecido? ¿Os lo esperábais? ¿Qué creéis que quiere Jasper?

Recordar darle amor y comentar. Nos leemos!❤️

Inesperado. | Rosalie x JacobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora