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Alice se giró, Rosalie siempre recordaría su pequeño rostro contraído por la tristeza pero la férrea determinación de su mirada.

-Ahora. –su voz apenas era un susurro dirigido a Bella pero todos lo pudieron escuchar. Bella le dedicó una última mirada tanto a Jacob como a ella con un seco asentimiento de cabeza. Era la señal.

Rosalie se permitió mirar una última vez a su clan, su familia, la única que había tenido durante decenas de años; después giró y sus pies apenas tocaron el suelo cuando echó a correr al lado del lobo y de la pequeña niña agarrada a su lomo.

Cuando los sonidos del inicio de la batalla llegaron hasta ella, corrió más fuerte.

Cuando los sonidos del inicio de la batalla llegaron hasta ella, corrió más fuerte

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Dos horas antes

Rosalie no podía sentir frío. Llevaba años sin sentirlo. No solía echarlo de menos pero en ese momento, al lado de una enorme hoguera, le habría gustado sentir cómo el frío era aliviado por la calidez del fuego. Había buscado un sitio apartado para centrarse en lo que estaba por venir, en la posible batalla en la que todos morirían.

Los pasos de Bella no sonaron en la nieve pero ella supo cuando se colocó a su lado. Entre ellas había surgido una amistad sólida durante el embarazo que se había mantenido con el paso de la morena a la eternidad.

Rosalie nunca había entendido a Bella hasta que ésta tomó la única decisión que Rosalie habría tomado también. Sus ojos dorados se movieron hasta Renesmee, situada al lado de Jacob, el cual le estaba enseñando a tostar nubecitas en el fuego de otra hoguera. La pequeña reía, haciendo que sus dientes brillaran con la luz de las llamas.

-¿Podemos hablar un momento? –preguntó Bella, con su mirada fija en ella. Sus ojos ya se habían vuelto dorados como los del resto de su familia.

Rosalie se obligó a despegar la vista de su ahijada y dirigirla a su amiga. Asintió y ambas se alejaron, buscando un lugar lejos de los oídos indiscretos del resto de vampiros.

Antes de que pudiera preguntar qué ocurría, Bella empezó a hablar con rapidez, tanta que las palabras se habrían confundido para cualquiera que no tuviera la habilidad vampírica.

-Alice tenía un plan. No para nosotros pero sí para Renesmee. Para salvarla. –las rubias cejas se alzaron ante esa revelación. En parte no le sorprendía, Alice siempre tenía un plan B. –En ese plan estáis tú y Jacob.

-¿Por qué tú y Edward no?

-Porque Aro no nos dejaría escapar.

-¿Y crees que a nosotros sí?

-Supongo que Alice cree que tendréis más posibilidades.

Los hombros de la rubia, que habían estado alzados debido a la tensión, bajaron ante el peso de eso hecho Quizás Alice tenía razón, todos habían aprendido a confiar en ella casi ciegamente.

-Bien. –dijo finalmente. -¿Qué tengo que hacer?

-Correr. Sólo correr.

Pero ambas sabían que sería la carrera más dura de su existencia.




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Los seguían. Dos. Eran figuras que destacaban entre la nieve acumulada sobre las ramas de los árboles por los que saltaban. Jacob se había adelantado unos metros, Rosalie se había quedado atrás, vigilando la retaguardia.

Cuando uno de los vampiros se acercó demasiado ella se lanzó a por él. El lobo se encargaría del otro.

-¡Jacob! –la vocecita de su ahijada parecía reclamar la atención del lobo, aunque éste no reaccionaba.

Rosalie estaba demasiado ocupada luchando contra el vampiro como para ir a por el otro, el cual se estaba acercando peligrosamente a ellos. Su distracción le costó un puñetazo en la mandíbula, la cual crujió como un trozo de porcelana. Con un gruñido de furia le arrancó el brazo a su atacante. Dos movimientos después su cabeza rodaba por el suelo cubierto de nieve.

-JACOB. –el grito de Renesmee fue más urgente, más imperante. Rosalie corrió hasta ellos pero antes de llegar Jacob por fin reaccionó, acabando con el vampiro en apenas cinco segundos.

-¡¿Qué demonios te pasa?! –le gritó colocándose a su lado. Ninguno dejó de correr. Cuando la rubia miró los enormes ojos del lobo, lo supo. Supo exactamente que estaba ocurriendo así que apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea tensa, intentando mantener vivo el fuego de la ira para no hundirse por la pena.

Ya habría tiempo de lamentarse.

En ese momento había que sobrevivir.

No pararon hasta llegar a Canadá. Sus pasos los llevaron hasta un frío bosque que parecía congelado en el tiempo. Ayudó a bajar a Renesmee de Jacob, la niña no parecía tener frío pero temblaba.

Rosalie la abrazó, escondiendo la cara en su cabello, ese que tanto le recordaba a Edward. Pensar en él fue como una puñalada en el pecho. El sonido de los huesos crujiendo le indicó que Jacob se había transformado. Sus pasos humanos lo alejaron de ambas. Ella no intentó detenerlo.

-Todo está bien. –murmuró para tranquilizar a Renesmee. Lo habían conseguido. La habían salvado. Todo estaba bien.

El grito que le llegó desde su lado derecho, justo donde Jacob había desaparecido, le indicó lo contrario. Era un lamento, una agonía expulsada desde lo más hondo de su ser. Le recordó al aullido de un lobo.

Rosalie apretó más fuerte a su ahijada.


Inesperado. | Rosalie x JacobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora