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Los Jones resultaron ser un matrimonio afroamericano joven y simpático que se mostraron encantados de tener otra pareja con la que poder iniciar una amistad

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Los Jones resultaron ser un matrimonio afroamericano joven y simpático que se mostraron encantados de tener otra pareja con la que poder iniciar una amistad. La pequeña niña que les abrió la puerta y casi arrastró a Renesmee a jugar a su habitación mientras los adultos se conocían un poco más antes de la cena era casi una copia de su madre, con un pelo indomable recogido con maestría en dos moños y un vestido rosa que resaltaba su piel oscura. Charlotte le robó un trozo de corazón a Rosalie con apenas un vistazo y supo que a Renesmee le vendría bien una amiga con esa energía vivaracha.

La cena fue todo lo bien que se podía esperar. Hablaron del trabajo, Helen, la madre de Charlotte, era matrona en el hospital de la ciudad mientras que John presumía orgulloso de su taller como si fuera un hijo más. También hablaron de la educación escolar de Renesmee.

-La mejor opción para mantenerme ocupada ahora que no trabajo. –explicó Rosalie con una sonrisa amable en su rostro. Una mentira no demasiado descabellada que los Jones aceptaron sin titubear.

La charla distendida y el ambiente alegre ayudaron a Rosalie a no sentirse incómoda cuando la llamaban por un nombre que no era el suyo, a soportar el sabor de ceniza en la boca con cada bocado y a halagarlos, defendiendo que estaban realmente sabrosos.

Cuando se marcharon, supo que había hecho amigos por primera vez en su nueva vida. Por primera vez, humanos (obviando la época en la que Bella era humana, nunca fue de su agrado hasta el embarazo. Y sentía un pinchazo en el corazón, muy similar al remordimiento, si pensaba en ello.)



-Siento que tengas que pasar por eso. –se disculpó Jacob cuando la vio salir del baño después de deshacerse de toda la comida ingerida.

-No importa. Ha merecido la pena. Los Jones son muy agradables. -se había lavado los dientes a conciencia y podía notar el sabor de la mena artificial al hablar.

-Les has encantado. Admito que eres encantadora cuando quieres, rubia. –el chico se dejó caer en la cama. La ropa de la cena mal colocada en una silla mientras que la de Rosalie estaba perfectamente guardada en la cesta de la colada.

-Eso es un halago. –Rosalie se acercó, sus pies descalzos no hacían ruido por el suelo y se inclinó sobre Jacob para posar su fría palma sobre la frente ardiente con una fingida mirada de preocupación. -¿Tienes fiebre?

Jacob resopló y apartó su mano de un manotazo, ganándose una risa ligera por parte de la vampira. Rosalie se alejó para coger el libro que estaba leyendo, el cual había dejado en la mesita de noche que nunca usaba pero que le daba al dormitorio un aspecto de espacio compartido por dos aunque no fuera así, y se dispuso a salir de la habitación.

-Puedes quedarte.

Las cejas rubias se alzaron al girarse para mirar a Jacob, el cual estaba apoyado sobre sus codos mirándola. Rosalie no supo bien qué pasaba tras esos ojos negros.

-¿Quieres compartir la cama conmigo?

-Hombre, si lo dices así suena mal...-se incorporó con un suspiro, quedándose sentado sobre la cama. Las sábanas blancas destacaban contra su piel morena. –Es absurdo que te quedes en el sofá aunque no duermas. Esta cama es grande para los dos y tengo el sueño tan profundo que no me enteraré si tienes la luz encendida para leer.

Los ojos dorados viajaron dubitativos entre el chico y el hueco a su lado. Era cierto que echaba de menos tumbarse en una cama, aunque sólo fuera un rato, además muchas noches estaría cazando así que no compartirían la cama demasiadas horas. Jacob palmeó el colchón con una sonrisa torcida y Rosalie acabó cediendo.

-Si roncas pienso asfixiarte. –le avisó mientras se acomodaba a su lado con movimientos un poco rígidos debido a la incomodidad que producía la nueva situación, la espalda apoyada en al cabecero, sus ojos mirando de reojo al lobo.

-¿Es una proposición indecente? Porque no me van esos rol-

La frase cortada por un almohadazo que ahogó su grito de sorpresa pero que acabó en una sonora carcajada que casi despertó a Renesmee en su habitación.

-Buenas noches, chucho. –atajó Rosalie con su voz más cortante y abrió el libro que aún sostenía para dejar clara su intención.

Jake puso los ojos en blanco pero se tumbó de nuevo, rodando hacia el lado más alejado de Rosalie.

-Buenas noches, rubia. –farfulló con la voz casi vencida por el sueño en apenas unos segundos.

Fue la primera noche que Rosalie pasó en una cama compartida con Jacob en su nueva vida.





Había dejado embaucarse por un loco plan de Jacob. De nuevo. Esa vez era una invitación de los Jones a una cena al aire libre con baile incluido. No iba a mentir, le gustaba el hecho de salir y relacionarse con más gente, a veces las paredes de madera de su nuevo hogar se la caían encima pero no podía evitar tensarse al estar rodeada de demasiados desconocidos.

-Tranquila, estamos a salvo. –le susurró Jacob al oído mientras los Jones pedían una nueva ronda de bebidas.

-No lo sabes. –siseó. Sus hombros tensos, su mirada analizando la situación, buscando potenciales enemigos.

-Ahora que lo pienso he visto a un Vulturi detrás de una palmera, tenía un coco encima de la cabeza para camuflarse mejor. –aseguró Jacob con gesto serio pero provocó que la rubia bufara, relajándose un poco dentro del vestido negro que llevaba.

-¡Aquí están las bebidas! –celebró Helen mientras dejaba un par de piñas coladas en la mesa y su marido hacía lo mismo.

Dos rondas después los Jones salieron a la pista de baile. Rosalie miró con cierta envidia cómo sus pies parecían conocerse, cómo sus movimientos estaban sincronizados justo como el brillo de amor en sus ojos. Fingió dar un sorbo a su bebida y suspiró. Dios, echaba de menos bailar.

Una enorme mano morena se alzó frente a ella. Sus ojos se encontraron con los oscuros y con una sonrisa torcida.

-¿Te atreves a bailar, rubia? –la retó Jacob.

-¿Acaso sabes? –cuestionó con una ceja alzada.

Jacob bufó.

-Soy el rey de la pista, nena.

Rosalie puso los ojos en blanco pero no pudo evitar sonreír cuando posó la mano en la de Jacob. Frío junto a calor. Muerte junto a vida.

Y mientras se deslizaba por la pista de baile, totalmente sincronizada con el chico que la llevaba, con la melena agitada por sus movimientos y la risa escapando de sus labios Rosalie se dio cuenta de que no tenía que fingir. En ese instante, su vida era buena.





Me encanta como estos dos están cada vez más cerca. 🥰🥰🥰

¿Qué os ha parecido?

Recordad darle amor!

Nos leemos!🥰❤️

Inesperado. | Rosalie x JacobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora