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La fecha en la que se cumplían seis meses de la batalla se acercaba como una nube oscura cargada de malos recuerdos por el horizonte.
A todos les afectó el ánimo. Jacob fumaba más a menudo, Rosalie estaba totalmente centrada en arreglar el coche que Jake le regaló cuando no estaba con Nessie y Renesmee tenía pesadillas cada vez más frecuentes.
Una noche, Renesmee consiguió dormirse profundamente después de estar jugando toda la tarde en la playa y los adultos se sentaron en el porche, luchando en silencio contra su estado de ánimo.
-¿Es difícil convertirse en lobo? –preguntó Rosalie para romper el silencio que amenazaba con ahogarlos como una ola de oscura tristeza.
-La primera vez sí. La mente lucha contra lo que está pasando en el cuerpo. –dio una calada antes de continuar. La pequeña nube oscura ascendió entre ambos. –Hasta que no consigues calmarte no vuelves a tu forma humana.
-¿Cómo lo conseguiste?
-Sam me ayudó. –una sonrisa torcida apareció en el rostro del chico, cargada del dolor de los recuerdos. –Era un buen alfa, mucho mejor que yo.
-No eres tan malo. –comentó la vampira con una pequeña sonrisa.
El lobo se la devolvió y el ambiente se volvió un poco más ligero.
-¿Cómo es convertirse en vampiro? –preguntó vencido por la curiosidad. La única referencia que tenía era la de Bella y no parecía ser la norma acorde a la sorpresa de todos ante la silenciosa transformación.
-Doloroso. –contestó Rosalie, con la mirada puesta en el océano que se podía vislumbrar entre la vegetación. El sonido de las olas se había convertido en una melodía continua en su nueva vida y lo encontraba relajante. –Aunque no era ajena al dolor es ese momento, no es comparable con nada de lo que experimenté antes.
-¿Qué experimentaste? –la voz de Jacob era cautelosa, inseguro de estar siendo demasiado invasivo pero la rubia no rechazó su pregunta.
-Carlisle sólo convertía a aquellos que no tenían otra oportunidad, ¿lo sabías? –asintió, el doctor había dejado claros sus principios morales con la esperanza de llevarse mejor con los lobos. –A mí me encontró tirada en la calle. Después de que mi prometido y sus amigos me hubieran violado. Por turnos.
Hubo un silencio más denso que el petróleo después de su confesión. Su voz había sido afilada como una cuchilla, desprovista de toda emoción. Era una vieja herida que ya no dolía tanto como al principio, pero eso no significaba que hubiera desaparecido. Nunca lo haría del todo pero ella tenía el control sobre cómo le afectaba. Y no quería que le afectara.
-Hijos de puta. –masculló por fin Jacob, horrorizado ante la situación que había llevado a Rosalie a ser lo que era.
Ella asintió, dándole la razón y sus ojos dorados se clavaron en él. Había una pizca de orgullo entre tanta dureza en su mirada.
-Los maté. –confesó. –Cuando pude controlarme, fui a buscarlos y acabé con ellos uno por uno. No me bebí su sangre, no quería nada de ellos en mi cuerpo. Pero me bebí su terror. –ante el silencio del chico alzó una perfecta ceja rubia. –Ahora es cuando me dices que soy un monstruo.
Jacob dio otra calada a su cigarrillo parcialmente consumido antes de contestar.
-Acabaste con unos monstruos, eso no te convierte en uno. En mi opinión le hiciste un favor al mundo.
Rosalie parpadeó con sorpresa pero acabó devolviendo la leve sonrisa que Jacob le ofrecía. Sin pensarlo, estiró el brazo y posó la mano sobre la masculina. Sus anillos de casados se rozaron.
-Gracias. –murmuró, sin saber que era necesario la aceptación de su pasado por el lobo hasta que éste lo había hecho.
Jacob simplemente le guiñó un ojo y siguieron en silencio mientras la noche los envolvía con un arrítmico sonido de grillos.
✽✽✽
El día en el que se cumplía seis meses de la batalla llegó. Había una tensión en todos, como un cable que los unía y transmitía la tristeza entre los tres.
Parecía que el tiempo acompañaba porque el cielo estaba repleto de nubes que amenazaban tormenta. Aprovecharon que el sol estaba oculto para ir juntos a una pequeña iglesia, la más lejana de su hogar que habían encontrado, y encendieron una vela por cada miembro de su familia que había perdido la vida.
Ninguno era creyente de forma ferviente pero agarrarse a que estaban en un lugar mejor era una tabla salvavidas para el duelo que atravesaban.
-¿Lista para ir a casa, cielo? –susurró Rosalie a Renesmee, cuya vista estaba fija en las pequeñas llamitas titilantes. Jacob estaba a su lado, con el rostro endurecido por la pena. Eran los únicos en la iglesia a esa hora.
Renesmee asintió y, agarrando la mano de cada uno de ellos, salieron del templo con el corazón un poco menos pesado.
Los dos días siguientes fueron difíciles. Por eso, cuando Nessie les pidió permiso para pasar la noche en casa de Charlotte ambos aceptaron, le vendría bien distraerse un poco y era un entorno seguro dado que ya había estado antes incluso con una niñera cuando los adultos hacían planes juntos.
Así que esa noche estaban solos en casa.
La música que empezó a sonar provocó que Rosalie alzara la mirada del libro que tenía entre las manos. Jacob estaba en medio del pequeño salón, con el ordenador a su espalda de donde salía la melodía.
-¿Qué haces? –cuestionó la rubia.
-Siento no tener una gramola, que es más de tu época...-bromeó Jake antes de extender la mano hacia ella. –Baila conmigo.
Rose frunció el ceño, confundida ante la petición.
-¿Por qué?
Jacob suspiró sin bajar su mano.
-Porque estoy harto de estar jodidamente triste y esto –señaló la copa medio vacía de la mesa- no ayuda.
Rosalie se debatió entre el rechazo y la aceptación pero, siendo honesta consigo misma, también estaba cansada de estar triste.
Dejó el libro a un lado y se levantó para coger la mano de Jacob. A pesar de su tamaño, Jacob de movía con presteza por el limitado espacio. Rosalie escuchaba su corazón como una melodía que acompañaba a la música.
Quizás fue la tristeza, quizás fue la segunda copa que Jacob se había tomado o quizás, simplemente, querían olvidar el pasado. Fingir en el presente. La necesidad de algo físico que sustituyera a lo emocional.
Ninguno lo supo con ciencia cierta pero cuando sus bocas se unieron, dejaron de pensar. Dejaron de sentir esa pena que los ahogaba. Sólo eran ellos y la ropa que se deslizaba por su piel. Ellos. Y sus pies caminando hacia el dormitorio. Ellos. Y el colchón bajo la espalda de Rosalie que se hundió ante el peso de Jacob.
-¿Estás segura de esto? –preguntó él con sus manos deslizándose por la piel marfileña, con su aliento chocando contra el más gélido de la mujer.
-No. –respondió Rosalie pero lo besó con el ansia de quien no duda en absoluto.
Y no volvieron a hablar. Sólo se perdieron el uno en el otro mientras la pena se diluía entre sus gemidos.
Me encanta la relación de estos dos, es extraña y llena de pérdidas pero aún así encuentran el uno en el otro un poquito de paz.
¿Qué os ha parecido? Recordar darle amor y si os apetece dejar un comentario. Me encanta saber vuestra opinión. Nos leemos!😍🥰