𝖔𝖓𝖈𝖊

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Aunque el sentimiento de felicidad no lo comparte Kim Seokjin para nada, su estómago se revuelve al ver a su hermano sonriéndole a su hijo, son sólo segundos porque Taehyung desaparece tan rápido como ha ido, su interior llenándose de un malestar que no consigue comprender.

Namjoon a su lado gurda silencio, él también lo ha visto, ninguno de los dos es tonto, saben que Yoongi tiene un sentimiento especial por Taehyung, su reacción ante la sonrisa que le ha dedicado solo ha terminado de convencerles.

- Ve a hablar con ella – Susurra Namjoon en su oído – Esto tenemos que pararlo cuanto antes, Seokjin.

- Lo sé, Namjoonie – Entrelaza sus manos, dejando reposar su cabeza en su hombro – Aunque no creo que Taehyung haga nada malo.

- Llevas demasiados años confiando en él – Gruñe por lo bajo – Eso nos acabará costando demasiado caro.

El rey ve cómo su hijo llama a Jungkook para iniciar el baile, casi estático y con clara tensión en su cuerpo cuando el de cabellos dorados le agarra de la cintura, comenzando a danzar bajo los aplausos y las miradas enternecidas de los presentes en la plaza.

Quiere con toda su alma que se enamore de ese príncipe cálido, agradable y de sonrisa hermosa que se sonroja con la sola presencia de su hijo, que está dispuesto a abandonar su cargo de futuro rey solo para enlazarse con Yoongi, que lleva desde niños persiguiendo a su pequeño con el fin de ganarse su amor, pero que por desgracia no consigue ni un poco.

- Esta noche iré a hablar con ella – Le dice a su marido – No te preocupes, querido.

Namjoon simplemente asiente, manteniendo siempre su postura como rey consorte de este reino que tantos secretos esconde.

Ahora mismo hay dos miembros de la realeza fuera de la cama, uno feliz recibiendo los besos por su rostro del que considera el amor de su vida y otro que baja las escaleras del castillo, dirigiéndose a su objetivo

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Ahora mismo hay dos miembros de la realeza fuera de la cama, uno feliz recibiendo los besos por su rostro del que considera el amor de su vida y otro que baja las escaleras del castillo, dirigiéndose a su objetivo.

Llega hasta un gran cuadro que ocupa una pared entera, poniendo su mano encima de la cara del que era su padre, pronunciando unas palabras en silencio hasta que el cuadro desaparece, dando paso a un agujero por el que se introduce sin dudarlo, volviendo a aparecer la gran pintura cuando éste se pierde en la oscuridad.

Anda decidido durante varios minutos, con el corazón en un puño, hace demasiado tiempo que no la ve y eso que de niño iba siempre que podía a visitarla.

Su destino se abre ante sus ojos, dándole la visión de una mujer de piel morena, cabellos tan largos que se esparcen de forma elegante por el suelo, tumbada en su cama, con las rejas de magia impidiendo su posible escape, su mirada esmeralda que brilla con curiosidad al verle.

- Seokjinnie – Pronuncia la mujer – Cuánto tiempo, mi niño.

- HyeJin – Sonríe el azabache – Demasiado diría yo.

La mujer se levanta, su vestido negro de seda pegándose de forma perfecta a su hermoso cuerpo, alargando su mano cuando llega hasta las rejas, intentando tocar al rey sin conseguirlo, no puede pasar más allá.

- ¿A qué se debe tu visita? – Pregunta con una sonrisa cálida.

- Vengo a hablar de Taehyung – Le explica desviando los ojos – M-Me gustaría que me dijeses que se trae con mi hijo Yoongi.

- No hace falta que te explique algo que ya sabes – Responde tajante, alejándose unos centímetros – Deja a mi hijo en paz, Seokjin.

- ¡Le va a hacer daño! – El menor aprieta los puños – Mi niño es demasiado puro para que alguien como Taehyung lo corrompa.

- ¿Así cómo hiciste tú con él? – Pregunta arqueando una ceja – Llevo casi toda mi vida aquí encerrada, no lo he visto crecer, no sé nada de él, pero me parece suficiente el hecho de que le mintierais sobre donde está su verdadera madre y que le partieses el corazón para que él te haga lo mismo a ti – Frunce el ceño – Es lo único bueno que he podido tener en la vida y me sigues negando que lo conozca.

- ¡No puedo dejar que te vayas! – Jin siente que sus ojos se llenan de lágrimas – Sabes que yo jamás quise que estuvieses aquí, pero la única vez que te escapaste mira lo que pasó – Se arrebata la lágrima que le cae – Te aprovechaste de la debilidad de los hombres que venían a traerte el sustento para escapar, quedándote embarazada y dejando a Taehyung en mitad del bosque – Aprieta la mandíbula – No eres mejor que yo HyeJin.

- Volví por mi propio pie, no quería que mi hijo sufriese a mi costa – Sonríe ladina – Aunque de eso te encargaste tú solito, encima el imbécil de tu padre lo adoptó como suyo, todavía me rio gracias a esa enfermedad que conseguí mandarles.

Jin aprieta más los puños, es consciente de todo esto, de que lleva engañando a su hermano toda la vida, siempre enterado de que su madre vive y que está encerrada en el castillo, de que sus padres murieron a causa de un hechizo que llegó en el momento apropiado y por el que perdió a su primer bebé.

- Déjame salir y me llevaré a Taehyung lejos – Sentencia HyeJin – O si quieres, puedo darte un hechizo que lo mantendrá dormido tanto tiempo que a tu hijo le dará lugar a enamorarse de ese príncipe patético que quieres para él.

- Ninguna de las dos cosas va a suceder – Se da la vuelta, decidido a marcharse – Solucionaré esto yo solo.

- Dale recuerdos al hermoso de tu marido de mi parte – Ríe ladina volviendo a su cama – Dile que tengo muchas ganas de volver a verle.

Sale cabreado de esa cárcel donde la bruja que empezó la maldición de su pueblo está encerrada, sabiendo que ha sido una mala idea el bajar, sintiéndose fatal porque sabe que Namjoon ha ido a verla más de una vez y no ha sido precisamente para hablar con ella de lo bien que va el reino.

Todo lo que tiene montado es una perfecta farsa que sus deberes como rey le obligaron a montar, sabiendo que Taehyung jamás le habría sido desleal de ninguna de las formas.

Taeleficent ❣ TaeGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora