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Nuevamente corro para alcanzar el tren que me lleva directo a la ciudad , aunque el día de hoy no ha estado del todo bien , pues al parecer el universo se ha unido en mi contra y justamente en medio de la mañana , comienza a llover con fuerza

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Nuevamente corro para alcanzar el tren que me lleva directo a la ciudad , aunque el día de hoy no ha estado del todo bien , pues al parecer el universo se ha unido en mi contra y justamente en medio de la mañana , comienza a llover con fuerza. Mis tenis se empapan en el lodo de las calles mientras troto hasta la estación , sin embargo , todas mis esperanzas de haber sido feliz por hoy al momento que llego y no hay rastro de algún tren se van por el caño.

Digo una maldición por lo bajo y miro mi reloj con algunas gotas de agua que se escurren por mi cabello que supuestamente estaba peinado en una coleta , aunque con la lluvia se formó un desastre de pájaros.

Solo faltaba veinte minutos para entrar en mi turno de la cafetería. Suspiro resignada por perder mi trabajo de corto tiempo ya que no creo que la señora Bernés me dé otra oportunidad de no llegar a tiempo al turno.

Veo un pequeño escalón y me siento con el maletín de la universidad empapado por las gotas gruesas de lluvia , lo hago aún lado y estoy a nada de llamar a mis padres y decirle que el reto lo abandono , que prefiero seguir dependiendo de ellos y ser independiente cuando me gradué.

-Hey , bonita , no me digas que se fue el tren y no te llevó de nuevo -habla una voz conocida delante de mí.

Levanto la vista y veo a mi amiga con su auto estacionado y su característica sonrisa. Le agradezco al cielo silenciosamente y corro hasta ella y entro.

-Ya había maquinado todos los pretextos para decirle a la señora Bernés mi tardanza abrupta -le digo secando mi cabello con las manos gracias al pañuelo que me ofreció.

Suelta una carcajada.

-Supongo que un poco de estudio fue la razón de tu desvelo -me dice con una sonrisa y gira a la derecha para entrar en la ciudad.

-No te imaginas , la verdad es que este año me está costando un poco más -confieso recordando mi estrés en la noche anterior.

Me lanza una mirada de reproche.

-Evidentemente -concuerda-, el año pasado tus papás no te habían desamparado de esta forma.

Ahora yo ruedo los ojos.

-Fue mi decisión , Becca , no la de ellos.

-¡Entonces revoca esa decisión! ¡Es muy tonta! -exclama mirando hacia al frente con el ceño fruncido.

-Me llamarían inútil y esa no sería la mejor forma de demostrar que puedo conmigo misma a esta edad.

Mi celular se enciende en una llama de Leila ( mi compañera de estudio) , la descuelgo.

-¿Hola?

-¡¿Dónde estás?! -me grita y tengo que alejar el celular un poco.

Miro la carretera y solo faltan unos kilómetros para llegar a la cafetería.

La Condena Blackburn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora