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Salgo de el edificio esperando ver el auto de Stephen estacionado , sin embargo lo único que me encuentro es unas cuantas palomas que se van despavoridas al verme

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Salgo de el edificio esperando ver el auto de Stephen estacionado , sin embargo lo único que me encuentro es unas cuantas palomas que se van despavoridas al verme. Hundo mis hombros suspirando. Quizá , solo quizá ¿Adham tendrá razón está vez y no este tan equivocada al pensarlo dado que había puesto mis esperanzas en esos dos? ¿O solo estaban ocupados? Por Dios Chloe , ni siquiera un mensaje. Levanto el móvil y no hay alguna señal de ellos.

Ocupados en otras piernas.

Me detengo abruptamente cuando había empezado mi recorrido hasta los autobuses. ¿De verdad había pensado en eso? Aunque no sería para nada normal no haberlo puesto en dudas , ya que Vicky y su insistencia permanente sobre hablar de Nolan Blackburn solo me hacía sangrar los oídos.

Quizás te mintieron.

Es voz la iba a cortar de raíz fuera como fuese.

—¿Eh? ¡Chloe! —un grito masculino me hace detenerme.

Me giro y observo como Joonah trota hasta alcanzarme , que de hecho lo hace en segundos. Su cabello castaño se mueve por el aire del mediodía , su piel blanca y sus ojos olivas solo lo ayudan a no pasar desapercibido por algún grupo de chicas.

Lo observo con sorpresa.

—¿Qué haces por estos lares? —pregunto volviendo a mi caminata a su lado.

—Estaba pensando en comprar unos de los mejores panes de aquí en Londres , ¿y tú?

—Oh , yo caminaba para tomar el bus.

—O sea , que vives cerca de aquí.

—Correcto.

Mi casta respuesta nos hace quedar en silencio, el dobla en la siguiente calle y mi estómago rugiendo como un león me hace seguirlo hasta la cafetería más cerca de mi apartamento. Escasas veces visitaba a Cecily , la dueña del local.

La campana en la entrada nos hace acto de presencia. Joonah se gira en mi dirección con una ceja encarnada.

—Pensé que ibas a tomar el bus —me dice acercándose a el mostrador.

—Decidí comprar el mejor pan de todo Londres.

Suelta una carcajada y niega con la cabeza.

Hacemos fila y tenemos una conversación muy amena sobre las clases, su vida y sobre su futuro. Recuerdo a los chicos y siento como mi corazón se arruga un poco, extraño a los gigantes.

—Oye , ¿estás bien? —inquiere llevando una mano a mi hombro. Elevo mi vista hasta la suya que me mira con esos ojos enormes preocupados.

—Si , si , estoy bien —miento y aparto la vista conteniendo las lágrimas.

Sé que no me cree, su sonrisa lo hace notar sin embargo, prefiere mantenerse a el margen de cualquier situación que le pase a mi vida y lo agradezco, ahora mismo mi corazón y mi mente están en una discusión sobre la decisión con los Blackburn.

La Condena Blackburn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora