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Juro por mi madre que algún día, Adham va a ver cómo cobro venganza

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Juro por mi madre que algún día, Adham va a ver cómo cobro venganza. Sus ojos avellanas nos taladran con la mirada, sus rizos desordenados caen sobre su cabeza tan hermosos y la hacen ver preciosa. Cristo, es tan bellísima...

—¿Y bien? —cuestiona cruzando los brazos.

Jamás pensé que una amenaza de mi hermano menor nos conllevara a estás situaciones. Puede que después de esto llegue con una puta hacha y nos vuele la cabeza a los dos, pero no hay más por valiente que nosotros.

—Adham..., escuchó cuándo estábamos en el auto aquel día —comienza a decir mi hermano Stephen.

—Si , lo recuerdo, me hizo una escenita demasiado infantil aquella noche —concuerda ricitos.

Le regalo una mirada de curiosidad. Joder, ese estúpido siempre se sale con la suya. Stephen le relata lo sucedido y para cuando termina , Chloe está pálida. Tanto que sus labios ya no son ese tono que me hace perder la poca cordura que tengo por ella.

—¡¿Qué hizo qué?! —exclama , con el terror marcado en los ojos.

Puede que declararle que tenemos a un hermanito como muchos tornillos sueltos, nos hace un poco extraños para esta ciudad y obviamente para ella. Saber que Stephen es un policía y el otro es un encubierto de la Inteligencia, nos coloca en una posición complicada por sus celos descabellados, a excepción de una cuantas amenazas descolocadas.

—P-pero , ¿y por qué la policía no hace nada con él?

Stephen sonríe, y yo también. Poner Adham bajo una reja de hierro, es como poner una rata en una cárcel. Hará lo imposible posible por zafarse de la justicia. Aceptar ante la sociedad de clase que tenemos a un hermano que es en realidad un asesino serial, sería como ponernos la soga a el cuello solos.

—Yo soy la policía, Chloe, y sé que Adham no tiene arreglo —admite mi hermano suspirando lentamente.

Chloe atrapa sus deliciosos labios entre sus dientes, un reflejo que hace cuando esta pensando, armando engrajes en su cerebro. Trago saliva y asiento cuando me observa.

—¿Te...te acostaste con Vicky? —pregunta cautelosamente.

Parpadeo. Joder , no lo puedo creer. ¿Cómo piensa que le abriré las piernas a Victoria cuando lo que quiero es sumergirme entre las de ella? Cristo. No doy crédito y lo percibe por lo que sacude la cabeza y baja la mirada.

—Ni en mis peores sueños intentaría algo como eso , Chloe. Sé perfectamente enfocarme en una mujer. No necesito complacerme en otras piernas cuando tengo unas mejores que me esperan en casa. —Respondo firme.

Y es verdad, literalmente me tiene adormeciéndola para poder hablar con ella , cosa que jamás en mi vida había pensado cometer.

—¿Y tú..., Stephen? —le dedica una mirada triste.

La Condena Blackburn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora