|8| En el filo de la aguja se cosen los secretos©

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    —¿Por qué me odias tanto?.

    Su pregunta me toma desprevenido.

    Lanza su escoba al suelo con molestia mientras cruza sus brazos delante de su pecho. Yo no lo odio, solo no me gusta que saque mejores notas que yo.

    —¿De qué hablas?. Tú fuiste quién empezó con toda esta tontería.

    —¿Yo?.

    Pregunta sorprendido.

    —No puede ser que lo hayas olvidado.

    —Si, ya lo recuerdo.

    Suspira desilusionado.

    —Cuando te dije que me gustabas. —Afirma observándome con un deje de nostalgia.

    «No puede ser que todavía le siga gustando a ese chico».

    —¿Qué?. No es por eso.

    Niego con un gesto de mi cabeza mientras me coloco las armas en mi cintura, y en la espalda.

    —Todo cambió desde ese día, dejaste de ser el chico amable, y me comenzaste a ignorar.

    —No digas tonterías y deja de hablar sobre ese momento.

    Exclamo enojado. Coloco mis dedos en mi tabique nasal, presionando esa zona, mientras exhalo, y le respondo: 

    —Clase de Matemáticas, con el profesor Wright, el dichoso concurso.

    —¿Estás enojado porque gané un concurso?

    —Hiciste trampas.

    Añado subiendo mis hombros en un gesto de obviedad, y continúo mi camino, siguiendo a los demás hacia el punto de partida.

    —¿Qué?. Yo no hice trampas, solo me ganaron los nervios. —Afirma yendo tras de mí.

    —Si claro, y no influyó en nada ser el hijo de la directora.

    —Lamento mucho si te quité tu primer lugar, pero yo no pedí llegar a las finales contigo.

    Me volteo con rapidez y molestia al escucharlo,. Hasta el momento, le estaba dando la espalda pero me giro para mirarle a los ojos mientras le digo:

    —Si, es muy fácil pedir disculpas cuando estuve estudiando toda la noche, escribí la respuesta correcta antes que tú y a ti te dan la oportunidad de hacerlo de nuevo cuando ya habías terminado. Pero cuando digo que es trampa todos me miran y murmuran que soy un resentido que no sabe perder.

    —Por supuesto que sabía la respuesta. La dije en voz alta, ¿o no recuerdas que me mandaron a callar?... Pero cometo el error de mirarte. Mis nervios eran por tu culpa.

    Suspiro enojado recordando aquel día, ahora parece una tontería y ya ni siquiera sé por qué me molesté tanto. Es cierto que soy un mal perdedor. Yo soy quién debe pedir perdón y aceptar que no siempre podemos ganar.

    Le tiendo mi mano preguntando:

    —¿Podemos dejar el pasado atrás?

    Me devuelve el saludo en un gesto solidario, y sonríe, respondiendo:

    —Amigos.

    —Por cierto, bonito tatuaje.

    —Ah si, gracias, es reciente.

    Baja la manga de su camisa cubriendo justamente el dibujo de una campanilla blanca.

    A veces las intenciones se funden y complican ante una necesidad inesperada. Esta era mi oportunidad de evitar el cambio y cortarlo de raíz, comenzando por su caos principal. Y no pensaba desaprovecharla.

Descendientes de la luna  +18 [P.1] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora