|21| ¿Con qué sueñan los peces?

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    Mi intención era ir directo a mi habitación, lo juro.

    Tomar una camisa limpia y bajar al salón. Pero el saber que no volveré a tener otra oportunidad, hostiga mis pensamientos haciendo que sea imposible dejar de pensar en esa idea.

    Mis pies me llevaron por otro camino. Uno no tan peligroso, pero si es algo que no había echo antes.

    Con el corazón latiéndome en la garganta.

    La sensación de duda me envuelve como una niebla densa, haciendo que mis pensamientos sean confusos y contradictorios. Por un lado, siento la necesidad de saber la verdad, de aclarar esas sospechas que han estado rondando mi mente desde la muerte de Mike.

    Por otro, temo lo que podría encontrar detrás de esa puerta: no solo información que podría cambiar mi vida, sino también la reacción de mi padre, que no es solo un profesor, sino una figura de autoridad a la que siempre he respetado. Temo que descubra lo que voy a hacer.

    Las preguntas se arremolinan en mi mente:

    «¿Qué sabe mi padre? ¿Estará implicado de alguna manera?».

    La duda se convierte en una presión casi física en mi pecho, haciendo que me sea difícil respirar.

    Mis manos están sudorosas y no puedo evitar imaginarme los peores escenarios. Cada fibra de mi ser quiere retroceder, alejarme de ese lugar, pero hay algo en mi interior, una mezcla de curiosidad y responsabilidad, que me obliga a dar el siguiente paso.

    Todavía continua la Cena de Magnolia.

    Ya deben de estar disfrutando del banquete en la sala principal, compruebo al observar la hora en mi reloj de mano. Si me apresuro, podré estar a tiempo para la ceremonia, al final de la noche.

    Subo por el árbol, el más cercano a la habitación de James. Sé que no cierra su ventana con seguro porque en las noches duerme con la brisa nocturna refrescando su recámara.

    Logro entrar a su cuarto.

    Reviso y busco entre sus cosas.

    Siento una mezcla de culpa y curiosidad. Mi corazón late con fuerza queriendo salir de mi pecho. Debajo de la cama, en el armario... La habitación está sumida en un silencio inquietante, apenas iluminada por una lámpara tenue en un rincón.

    En el cesto de la basura hay algunos papales arrugados. Los meto en el bolsillo de mi pantalón mojado, intentando ser lo más rápido posible.

    En el bolsillo de una de sus chaquetas hay otros papeles, pero nada sin importancia. 

    El cuello de una de las  camisas que están en el cesto de la ropa sucia tiene la marca de un labial de color rojo. Mi mamá solo utiliza bálsamo labial. La única persona que viene a mi mente es Völva.

    «¿Será que estoy viendo cosas donde no las hay?».

    Ahora no tengo tiempo para pensar en su posible idilio. Hay cosas que urgen de mi atención. Sigo buscando, precaviendo no dejar mucho desorden tras mi paso. Mi objetivo es que no se dé cuenta de que alguien ha estado hurgando. 

    En su escritorio solo hay materiales de trabajo e investigaciones muy completas de los Vrhykolakas.

    Observo el escritorio desordenado, cubierto de papeles y archivos.

    Entre los montones de documentos, encuentro una carpeta que llama mi atención. Está etiquetada de manera discreta, casi como si mi padre hubiera querido esconderla a simple vista, pero sé que debe haber algo importante ahí.

Descendientes de la luna  +18 [P.1] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora