|23| El vals de las mentiras

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    El salón de clases, donde las paredes están llenas de antiguas pizarras de tiza y adornadas con extraños símbolos y matemáticas avanzadas. La luz tenue se filtra por los vitrales góticos, mientras Wright, un profesor delgado y elegante, imparte una clase de matemáticas de nivel superior.

    Sus gafas caen un poco por la nariz mientras lanza una pregunta compleja al salón.

    Estoy sentado en la parte trasera del aula.

    Aunque no me interesan demasiado las matemáticas, mi naturaleza competitiva me empuja a demostrar que puedo sobresalir. Mis ojos se entrecierran mientras sigo las ecuaciones escritas en la pizarra, luchando internamente por mantenerme enfocado.

    Frente a mí está Elijah, con su porte elegante y aire de superioridad.

    Es el típico "niño prodigio", siempre el primero en resolver los problemas matemáticos y recibir elogios por su habilidad con los números.

    El maestro formula un problema complicado de álgebra, y de inmediato, Elijah levanta la mano, dispuesto a demostrar, una vez más, que es el mejor de la clase. Con los brazos cruzados y el ceño fruncido, observo con frustración.

    Sin embargo, antes de que Elijah pueda responder, una voz tranquila pero firme interrumpe desde el fondo de la clase:

    —La respuesta es 42.

    Es Dalton. Sentado en su pupitre, con su rostro impasible y un tono sarcástico, ha dado la respuesta correcta sin siquiera levantar la mano.

    Elijah se gira bruscamente, con su rostro sorprendido de que alguien le haya ganado.

    La clase entera está en silencio, todos están perplejos por la rapidez de Dalton.

    Elijah se rehace rápidamente, su mirada decidida lo delata. Su ego no puede dejar que él lo opaque, es muy orgulloso y presumido. Así que cuando el maestro formula la siguiente pregunta, se adelanta en un intento de recuperar su posición dominante.

    —La derivada es negativa en ese punto.

    Dice con seguridad. Pero nuevamente, Dalton lo interrumpe, esta vez con un análisis aún más detallado.

    Sonrío, disfrutando del espectáculo mientras Elijah empieza a perder su compostura.

    Aunque no soy el mejor en Matemáticas, no puedo quedarme atrás. Levanto mi mano lentamente, esperando mi oportunidad de participar. Cuando finalmente el profesor me da la palabra, tartamudeo un poco, claramente fuera de mi elemento.

    A pesar de mis intentos, está claro que Elijah y Dalton son los verdaderos competidores.

    Elijah, furioso, lanza una mirada de desafío a Dalton, quien le devuelve una mirada fría e indiferente.

    Elijah, acostumbrado a ser el primero de la clase, debe de sentir cómo su control sobre la situación se desliza lentamente, mientras que yo, en silencio, me doy cuenta de que en esta batalla de intelectos, mi lugar no está al frente, sino observando cómo Dalton toma el control.

    Parece ser una pelea no solo por los números, sino por algo más. Es como si Dalton buscara llamar la atención de Elijah; decirle, o reclamarle,  algo entre miradas cargadas de tensión y provocaciones sutiles.

    Dalton está molesto, su mirada penetrante o fija en un punto, como si estuviera concentrado en lo que le irrita. El pestañeo aumenta cuando su mirada se cruza con la del susodicho, lo reta.

     Ambos están en una batalla de espadas invisibles y compiten por ser el ganador.

    Pero cuál es el premio, todos los soldados van a la guerra por un objetivo.

Descendientes de la luna  +18 [P.1] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora