|14|¿Quién es ella? ©

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    Mi cuerpo se paraliza.

    Me asusto cuando me doy cuenta que ya había pasado por esta horrible sensación antes. No quiero que se repita, duele mucho. Caigo al suelo de rodillas notando como mi alma abandona mi cuerpo poco a poco entrando al plano espiritual.

    James aparece delante de mí, está asustado, nunca me había visto así. Lo veo gritar desesperado sin entender lo que me sucede. Las voces que escucho a mi alrededor son parecidas a ese molesto sonido cuando enciendes la radio y no toma una estación, ese detestable chirrido.

    Alcanzo a ver la espalda de Cornelius.

    Nunca se detuvo, ni siquiera se percató de que choqué con su hombro.

    Todo se vuelve oscuro a mi alrededor...

    Niego con un gesto de mi cabeza mientras una lámpara de aceite ilumina la mitad de mi rostro.

    Sentados de piernas cruzadas uno delante del otro en sillones de cuero. La cabaña es solitaria y sombría por el paso del tiempo, de aspecto antiguo y con tablas de madera. Las cortinas son viejas y desgastadas.

    La pintura se está escarapelando.

    La chimenea ilumina la poca luminosidad del lugar.

    Afuera llueve a cántaros.

    Un rayo resalta en la lejanía, dejando de vez en cuando, poder echar un mejor vistazo en dónde se encuentran.

    El fecundo hedor inunda nuestras fosas nasales.

    —¿Qué dijiste?.

    Xavier pregunta con curiosidad, y una ligera sonrisa amistosa, mientras sostiene una copa de whisky entre sus manos.

    Él está vestido de manera formal, su traje y corbata pulcramente alineado a su cuerpo.

    El anillo de matrimonio adorna su dedo anular.

    Un lienzo de color amarillo resalta en el bolsillo de su saco, dándole un poco de color a su vestimenta.

    —Ah es... Perdón, perdón, es una broma.

    Respondo sin mucho ánimo removiendo la bebida que queda en mi copa. Observo mis manos, me sorprendo al notar que son maduras y con la piel engrosada en la mayoría de los dedos, como la de una persona adulta. Acerco la copa a mi rostro, viendo a través del cristal de la misma como mi rostro me parece extraño.

    Soy yo, ahí están mis ojos, mi nariz y mis labios, pero en un rostro más adulto. Dejo caer la copa perdiendo la fuerza de agarre de mi mano derecha.

    La sujeto con la izquierda cuando me comienza a temblar.

    —¿Estás bien?.

    Me pregunta desconcertado.

    —Si.

    Respondo en un susurro mientras continúo hablando, restándole importancia a lo sucedido. Como si lo que tuviese que decirle fuera más importante de lo que acabo de descubrir.

    —Yo leí una vez en un libro la historia del mago de Oz.

    Recuerdo con una sonrisa en mi rostro.

    Me levanto acercándome hacia la botella de coñac. Tomo ansioso entre mis manos otra copa vertiendo el liquido de la bebida.

    Apresuro un sobro que baja quemando mi garganta.

Descendientes de la luna  +18 [P.1] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora