III

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—¿Capitán Levi?

Aquella pronunciación, que salió de su boca casi al instante, hizo eco y llamó la atención del aludido. Este había estado un poco distraído mirando las áreas verdes a un costado, pero al escucharla, salió de su burbuja y se detuvo, volteándose con parsimonia y perturbándose significativamente su expresión con asombro al encontrarla.

—¿Mikasa? —dijo cuando ella retomó su andar en su dirección.

—Con que usted también estaba aquí —comentó al llegar a él—, aunque debí haberlo imaginado.

—Era menester que viniera para tratar mis lesiones pronto —se encogió levemente de hombros—, pero lo que me resulta curioso es que también merodees por este lugar.

—¿Estaba al tanto de lo que me pasó?

—Me enteré hace poco y por casualidad, aunque sí he de decir que fue algo inesperado.

—No es el único que piensa de esa forma —murmuró, recordando dicha situación que aún le parecía inédita a pesar de las explicaciones médicas—. Pero bueno. Por fortuna no fue nada del otro mundo, así que no hay razón para preocuparse.

Él no respondió de inmediato y, en un principio, pensó en simplemente asentir confiando en su palabra, pero no pasó mucho para que se percatara de un detalle al observarla mejor.

—Estás un poco pálida —dijo en un tono inquisidor—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Cinco días —fue franca—. Lo que básicamente me demoré en despertar tras ese desmayo abrupto.

—Ya veo. Tiene sentido —comentó serio, aunque la verdad no esperó que fuera un lapso tan largo—. Pero ¿qué haces fuera de tu habitación? Supongo que los médicos te dieron indicaciones para que no salieras.

—Me recomendaron que reposara, sí, pero creo que ya descansé lo suficiente y además me siento bien, así que quise darme un respiro para también alejar el recuerdo de... —bajó la voz hasta dejar la frase a medias.

—¿De? —la instó a que continuara.

—... No. Nada —sacudió la cabeza cuando se proyectó esa espantosa imagen donde él y los demás estaban muertos.

—Está bien —notó cómo su expresión se ensombrecía un poco, pero prefirió no preguntar—. Y volviendo al tema anterior, deberías hacer caso a las sugerencias del personal.

—Lo haré cuando mis pulmones se colmen del aire exterior.

—Mikasa...

—No quiero asfixiarme en esas cuatro paredes —continuó—. Además, si usted puede salir, ¿por qué yo no? Me parece injusto.

—Mis condiciones son diferentes a las tuyas. Yo no dormí por cinco días enteros ni salí corriendo ni bien le levanté.

—Eso no... —intentó replicar, pero simplemente suspiró, sin ánimos de discutir. "Sigue siendo el mismo enano insufrible", pensó—. ¿Sabe qué? Mejor dejémoslo ahí, pero que conste que no me moveré de aquí hasta lograr mi acometido.

—Vaya mocosa testaruda —masculló, negando con la cabeza pero reconociendo que energías le sobraban a pesar de todo—. De acuerdo. Haz lo que quieras —la rodeó con la silla de ruedas y comenzó a alejarse.

—¿A dónde va? —le resultó inevitable preguntar.

—Daré una vuelta. También necesito un poco de aire fresco.

Ella lo miró y reflexionó unos instantes. Ahora que se había encontrado con él (una cara conocida siempre era reconfortante y más en un momento como ese), no le apetecía quedarse sola, por lo que decidió seguirlo de cerca hasta ubicarse a un costado suyo sin decir nada, recibiendo solo una mirada de soslayo suya que no denotaba molestia alguna por su presencia.

🍃MY SECOND CHANCE🍃 (RIVAMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora