🍃MY SECOND CHANCE🍃 (RIVAMIKA)

XI

Nada era más bonito que ver la resurrección de la tierra.

Después del término de la guerra, comprendió que nada sería igual. Había vivido el peor de los holocaustos a tan corta edad y sobrevivió aun cuando el panorama no mostraba más que escenarios desfavorables, pero lo más importante de todo era que aprendió, entre tantas experiencias, a no juzgar más dejándose llevar por una ideología implantada que solo buscaba generar odio y a ser consciente de los errores cometidos para no incurrir nuevamente en ellos y actuar con mayor sabiduría.

Sí. El casi fin del mundo había dejado enseñanzas y cambiado la perspectiva que la acompañó durante mucho tiempo, por lo que, dispuesta a crear una mejor versión suya acorde a esa nueva realidad, se planteó encontrar la forma de ayudar en la reconstrucción de la sociedad y su entorno.

Misma que surgió en el momento ideal y como un regalo de los cielos.

Cuando descubrió por casualidad el novedoso proyecto sobre voluntariado, le llamó principalmente la atención el subprograma "Sembrando Segundas Oportunidades". De primera mano le pareció una opción que encajaba muy bien con lo que estaba buscando, y al no haber límite etario, razones para dejarla pasar no existían, por lo que tomó una decisión sin pensarlo demasiado y, junto a su buen amigo Falco que también había optado por participar, se inscribió y esperó paciente la convocatorio que llegó dos semanas después.

Resultó particularmente impactante vislumbrar, desde la lejanía, cómo las tierras desoladas abarcaban una extensión que parecía no tener fin. Por supuesto, la impresión se acentuó al arribar y notar, inclusive, las marcadas huellas dejadas por los colosales, pero en cuanto recordó la misión que cumpliría en conjunto con los demás voluntarios, se concentró en enfocar su energía en ello y así inició oficialmente, con una actitud decidida y dispuesta a dar lo mejor de sí.

Pronto se acostumbró a las largas jornadas alternadas y bajo el sol que se convirtió en el guardián de la labor. Mirando hacia adelante, daba la impresión de que apenas y se había logrado algo, pero al voltearse el alma se enaltecía con satisfacción al ver las plantaciones devolver el verdor del paisaje que nunca debió perderse, por lo que la motivación se mantuvo y continuó a su ritmo entre palas, tierra y momentos de riego...

Hasta el día que vio a ambos Ackerman aparecer.

Honestamente, fue la sorpresa más grande e inesperada que pudo experimentar en mucho tiempo. Sí, se había enterado por Onyankopon en una charla casual que ellos formaban parte del subprograma de ayuda a los refugiados y eso no pudo serle más que grato (aunque le intrigara un poco que Mikasa no estuviera en la misión junto a su primo y los demás), pero saber que serían colegas de oficio superó cualquier expectativa de la forma más agradable posible y en ello estuvo de acuerdo Falco, lo que fue bien recibido y dio inicio a un nuevo capítulo de aquella aventura de reforestación.

Mismo que destacó por algunas curiosidades.

Como buena observadora, no tardó en percatarse del singular tinte que mostraba la relación de ambos azabaches. Su coordinación y excelente trabajo en equipo eran indiscutibles, pero más allá de eso lo que llamaba en mayor medida su atención era cómo, aún en sus momentos más serios, salían con una que otra broma junto a los calificativos que para ella eran curiosos, pero para ellos no pasaban de ser habituales.

—¿Siempre se llevaron así de bien? —preguntó una vez mientras los miraba con las manos y el mentón apoyados sobre el mango de una pala que sostenía.

—Quién sabe. Se conocen desde hace mucho, así que... —mencionó Falco a su lado.

—Sí, pero hay algo distintivo que no me suena del tiempo de la guerra. Como si existiera alguna clase de complicidad recién desarrollada.