Escrito #1

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EL   S E C R E T O   D E    L A   N O V I C I A

¿Puede un sacerdote y una novicia sentir tensión sexual? Con una cariencia de remordimiento porque sabes perfectamente que estás traicionando a Dios.
Pues la respuesta es "Sí"...

Sabía que era la propuesta más loca que había escuchado, del padre Chesire así no podría creerlo, porque bien podría ser una prueba de mi noviciado para que en unos años me convierta en monja o eso creía antes de caer en la tentación y en sus brazos.
Sus ojos son los más bellos que puede haber, ese color azul intenso con aquella fuerza hechizante que podría pasarme horas contemplando y la verdad es fantástico tratar de descubrir que hay detrás de su mirada que me deja caer en una profunda hinopsis.
Hace un mes la superiora Berenice me indico que buscará al sacerdote Chesire quien sustituiría al padre Alejandro en la ceremonia dominical de la misa sagrada, no lo encontré por ningún sitio de la iglesia al no hayarlo me tomé la molestia de buscarlo en sus aposentos porque creí que estaría enfermo y que además sino lo hacía la madre superiora podría regañarme eso me causaba temor.

Cuando llegue al sitio mire la puerta de madera en frente de mi, indecisa la toque dos veces. Escuché la orden de entrada a su cuarto.  El padre Chesire levanto la mirada y me sonrió y dió pasos hacia mi. Levanto el torso de mi muñeca.
—Hermana, Anna—dijo sin marcar distancia. No tenía intenciones de alejarse

—Su santidad—aturdida sentí que sus labios rozaban mi piel pálida  ligeramente el calor de su aliento  chocaba contra mi piel  tímidamente le sonreí al sentirlo tan cerca era demasiado intimidante pero muy bello para no caer en provocaciones insanas y profanas.

—¿Qué hace aquí?— su voz podía seducir hasta la mismísima Lilith.

Mis pensamientos se llenaron de ideas obscenas que una novicia  no debe pensar. Desesperante lo aleje de mi indignada intente actuar sin emoción alguna, aunque el corazón me late descontroladamente. —¿Si dará la ceremonia eucarística, hoy?

Su mirada no era normal, irradiaba un pecado capital, lujuria.  Hace tiempo que notaba que observaba mis pasos muy de cerca o tal vez eran ideas mías. Esperaba que me diera una  respuesta, para irme rápidamente de ese sitio, pero un jalon hacia enfrente me llevo dentro de la pequeña y modesta habitación. El padre Chesire posee una inmensa fuerza sorprendentemente me arrojó contra el colchón duro y enfrente de mi se colocó. Sabía lo que esa escena representaba
— ¡ Por favor no!— intente apartarlo —Esto no está bien...
Una sonrisa burlesca se dibujo en ese rostro angelical.
—¿ Por qué? Sólo estoy siendo cortes con usted hermana— sujetando con fuerza las muñecas de su presa.
—No confunda la cortesía, con el deseo y la lujuria.
—¿De verdad cree que eso me provocas?.
La necesidad de provocarme era indiscutible. Llevo su dedo que jugaba con mis labios, pero al mismo tiempo hacia presión contra mi mandíbula...  Cerré los ojos, me daba miedo está situación. En un abrir u cerrar de ojos, sentí unos labios carnosos mezclando sus movimientos contra los míos. Era la primera vez que recibía un contacto tan cercano de un hombre, quería apartarlo de mi, pero a la vez sentía tanta curiosidad por continuar ese maravilloso desastre, traicione a Dios.
Con mi poca fuera de voluntad lo aparte de mi lado y negué con la cabeza confundida con las sensaciones tan extrañas que este hombre me provoca . —Esto no está bien... ¡Soy una novicia. ¿Que podría  ganar yo al actuar independiente con usted?

—¡Comprendo tu situación y puedes decir "no" ya que yo también estoy traicionado a Dios! Pero ¿Acaso Jesucristo no tuvo la misma tentación con la prostituta María Magdalena?
No podía creer lo que el padre Chesire dijo.

—¡No blasfeme!— intente gritar pero Me beso nuevamente y no podía soltarme, volvió a besarme de forma brusca me sujetaba con fuerza de mi cadera y la cabeza. Y fuí presa de mis propios bajos instintos, era endulzante y embriagador, y sus movimientos eran tan ágiles para llevar su mano derecha y desabotona uno por uno de mis botones de mi hábito pulcro cayendo como rocios, no pude evitar sentirme avergonzada las mejillas me ardían y el miedo me inundaba todo mi cuerpo y con temblores involuntarios  claramente eran nervios... La primera porque no soy una Barbie, la segunda porque nunca lo he hecho y bueno sería perfecto que él fuese mi primera vez, ¡Jamás creí que pasaría! Y la tercera porque no sabría cómo satisfacerlo. Pero debo suponer que él lo experimento antes.

Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora